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E. BOTERO T.

martes, 6 de septiembre de 2011

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXVII



LAS PELADAS Y LA ADRENALINA DE LO NARCO 2


Por: Casa de las Estrategias.
Tomado de: http://www.lasillavacia.com/elblogueo/narcorama/27276/las-peladas-y-la-adrenalina-de-lo-narco-2








“Yo pa’ qué le voy a decir mentiras pero yo si me siento atraída por los pelados calientes”, decía una entrevistada para referirse a los delincuentes. Cuando le preguntamos por qué, ella decía que sabía que no estaba bien pero que existía una atracción que no se explicaba, porque a veces era inconsciente, que luego ella sí se acomodaba a un estilo de vida de derroche y de vivir al límite, el estilo de vida de una sola rumba.

El crimen juvenil, y en la primera línea de fuego sí es una sola rumba y la resaca es la misma muerte, llega una sola vez acabando toda la diversión. Descansaré cuando esté muerto, disfrutaré todo en lo que me queda de vida. El cuerpo se apuesta todo en el presente, desde el barrio pobre es lo que tengo para dar y desde la efímera abundancia del crimen juvenil es lo que tengo para disfrutar.

Se vive la vida por fuera de ella con sustancias alucinógenas y drogas legales, se vive el amor en su mecánica febril y ficticia del sexo y la colección de conquistas carnales. Se vive el amor como “un macho” y entre machos por la importancia de contar y comentar como máximo placer: un amor que se narra y se exhibe antes y mejor que sentirlo.

“¿POR QUÉ NOS GUSTAN?”

Al final de los grupos focales le preguntamos a las peladas qué hacía atractivo a un delincuente para sus vecinas y se pusieron de acuerdo en una jerarquía de plata, diversión y seguridad.

“Primero la plata y con la plata viene la diversión: que uno pueda ir a pasear con las amigas en una moto y que la vean, luego ya viene la protección, poderle decir, papi ésta me está mirando feo… muchas buscan un hombre que haga escándalos por ella”

Haciendo una lectura cuidadosa de los relatos y el anecdotario encontramos que alrededor de esta jerarquía están los problemas con el Estado, su ilegitimidad y su estorbo; el peso de la moral y la ilegalidad de la diversión y el machismo en cuanto a la protección.


UN ESTADO QUE NO PROVEE Y NO DEJA CONSEGUIR

En medio de barrios muy difíciles la adversidad es la cotidianidad y la herencia: nadie valora la calidad de la relación que otro tenga con el Estado de forma transparente, se plantea una relación que niega a sí mismo la legitimidad del Estado; el clientelismo o la corrupción parece habilitar unos clanes y muestra el mundo desde unas agrupaciones agresivas que todos intentan tener. Esperar el turno de los derechos y seguir el camino largo de los deberes es algo que se vende pero nadie compra.

La desesperanza viene acompañada por una desconfianza plasmada en el “sálvese quien pueda” y desde ahí crear pequeños círculos con consignas familiares aunque la familia sea débil. En este escenario se auto-gestiona la seguridad y se intenta crear una propia normatividad para conseguir el sustento.

La relación con el Estado no es satisfactoria (por un conocimiento transgeneracional) y dentro del vecindario la cohesión es el infortunio, entonces ni ciudadano, ni vecino es suficiente, la máxima aspiración es el dinero. En medio de todo eso uno de los negocios más rentables (quizá por poco intervenido por el lastre del Estado) es la droga y el vendedor de droga no es repudiado, se volvió parte del paisaje y alrededor de él, la banda.

LA DIVERSIÓN PROHIBIDA

Las entrevistadas son claras en que las peladas de mala vida terminan más fácil con delincuentes; algunas risas se oyen, las confesiones vienen después: estar con uno de ellos es una salida del hogar y la entrada a un mundo de “relajo” y adrenalina en medidas inacabables. Vivir el día a día y el presente, acompañar a estas almas efímeras a quemar la vida; una mujer de mundo sabe que su tiquete es de ida y vuelta y que en un barrio así la vida promete ser dura.

La banda criminal ofrece otras reglas, se crea un mundo (engañoso porque luego se mezcla con un machismo agobiante) donde se puede explorar la noche, los licores, la droga, la esquina, el sexo y pareciera que esa banda proveerá, anulará los costos del segundo día y el amanecer: impondrá el respeto, dará los recursos necesarios, creará un mundo paralelo donde lo correcto es lo que dicen con los que uno está.

EL MACHO AGRESOR

Lo tribal aflora cuando la protección y hasta la “justicia” es la agresión de otro: “Si roba es porque sabe manejar la navaja o un fierro, entonces me puede defender, si roba es que no le tiene miedo a nada y me va a hacer sentir segura.”

Con los grupos focales se rompieron nuestros hábitos de pensamiento cuando las peladas se detenían insistentemente en el valor de andar con un “duro” o un “caliente”, para imponerse, humillar o defenderse de otra mujer. La satisfacción de una adolescente de poder amenazar a otra porque su novio es criminal, quedaba expresada con claridad.

En principio, no se trata de una mujer desprotegida que busca reducir el peligro, se trata de vanidad y de imponerse sobre otras mujeres, un asunto menos anticuado que a lo que quisiéramos resumir el rol femenino frente a los criminales. Sin duda, no podemos negar que en barrios de larga tradición criminal, más vale contar con una relación estratégica, más vale conocer un pillo. La seguridad y cierto orden de las cosas se va organizando a través de la neutralización a través de redes y las mujeres cumplen un papel para que en cada familia haya un vínculo con algún criminal.


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