CONTRADICCIONES

NACER Y MORIR

a V.

Apuro el último sorbo de la copa.  Añejo, el vino llegó donde quería.  Ablanda mis prejuicios, ablanda mis resquemores, ablanda mis carnes.  En la melodía que suena escucho el latir de tus besos como canción que celebra el despertar.  Supe que te amaba el día que, despertándome, el primer nombre que pronuncié fue el tuyo.  Ahora me adormezco contigo, final feliz de un encuentro sin promesas.  Azar maravilloso, ruleta de casino.  Ruego a los dioses de todas las religiones alcahuetas que conjuguen su poderosa influencia con la de este vino añejo y rojo que inundó mi cuerpo.  Celebro la desaparición momentánea de las tragedias que aspiramos a desaparecer con nuestro abrazo; recibo tu imagen como si no la atravesara ningún remordimiento, ninguna cicatriz, ningún crecimiento desbocado de alguna de tus células.  Celebro la melodía que persevera revelando el latir de tus besos.  Celebro la magnífica suerte que he tenido por conseguir este instante.  Ignoro su final, disfruto el recorrido.  Nos entregamos a dúo e interpretamos melodías atonales y susurros.  Brindamos por la realidad de estar vivos hoy, aquí, ahora, envejeciendo con este vino, rejuveneciendo con estos abrazos.  Magnífica contradicción que nos ofrece la vida.