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E. BOTERO T.

lunes, 22 de agosto de 2011


LA RESURRECCIÓN DE LOS DINOSAURIOS

Por Dino Saurio


¿Te lo creíste?  Allá tu.  Marx –como Gardel- parece que canta mejor después de muerto.  Por lo menos cuenta con nueva audiencia, una más recelosa de burocracias y vanguardias y de las famosas “tres varitas mágicas” con las que un dinosaurio transformado en lora, agrupaba jóvenes para hacer parte de una de ellas, en esa Medellín de los años 70.  Como lora, hay que decirlo, conserva los mismos tics, muletillas y giros idiomáticos de que sufría siendo dinosaurio.  Supone que sus ideas actuales hacen parte de una tonalidad, “al rojo vivo”, cuando en verdad están teñidas, de principio a fin, de púrpura eclesiástico yarumaleño. 

Te creíste el titular y la portada de la revista Time de hace años: “Marx is dead”.  Allá tú que jamás recelas de informaciones dictadas por el deseo de los poderosos.  La indignación se acrecienta por todo el mundo, como un fantasma que enarbola la causa de la dignidad.  Porque, querido amigo, la dignidad existe y subsiste y persiste: no todos somos como tú, vocacionalmente esclavos de lo que se muestra poderoso.  Tu ídolo tiene pies de barro, amigo mío, eso quiere decir que se derrite. Wall Street, ¿has oído hablar de Wall Street?  Un muro peor que el de Berlín, que ya cayó…

Me gritas: “¡DINOSAURIO!”  y no me ofendes.   ¿Por qué habría de ofenderme?  Mis ideas, su argumentación y su divulgación, no proceden de otra cosa que de la lectura de una realidad esa sí obstinada en revelarse de modo contundente.  “Mataron” a Marx justo cuando necesitaban acumular todo el dinero procedente del hampa para someter la actividad productiva a las leyes de la especulación financiera.  Y tú te lo creíste.  Allá tu.  Por qué has de escogerme como blanco de tus dardos venenosos sino por el hecho de que, contundente y sin apelación, la realidad desborda el estrecho marco en que pretende colocarla tu vocación de esclavo…  Te dictaron ese grito, a manera de insulto, y tú, convencido de la teoría creacionista, lo utilizaste sin reparar en que, al hacerlo, entrabas en franca contradicción con los dictados de los teólogos de la opresión y de la complicidad con la pederastia.
 
Es cierto: del pasado retornan los fantasmas, representación plausible en la mentalidad del que se cree todavía el cuento de ser rey de la creación.  Asustada, la criatura destronada, repite en su pataleta el insulto que le ha sido dictado.  No nos incomoda a quienes practicamos consecuentemente la teoría de la evolución de las especies, se nos compare con un preclaro miembro no del todo extinguido que la conforma.  Fuiste tu el que te creíste el cuento de la muerte de la protesta legítima, de la lucidez mental para describir las leyes de una realidad que se obstina en revelarse tal y como ella es y no como resultado de una fementida voluntad superior. 

Porque pretendas hacer el mundo a tu imagen y semejanza no me parece obligatoria mi adhesión a tal proyecto: que te creas fragmento de una potencia divina es cosa tuya, que pretendas hacerme tu feligrés es cosa mía, así me tenga que transformar en cocodrilo para impedirlo.  ¿Te suena la palabra “saurio”?  Debo preguntártelo, pues en ocasiones te he escuchado llamar escualo a una ballena. 

Monda y lironda la realidad se impone y la indignación avanza.  Por todas partes se cuelan, en todos los poblados del mundo se revelan y se levantan esas estirpes que saben haber cumplido suficientemente ya con los cien años de soledad sobre la tierra a que fueron condenadas hace más de cien años.  ¿No la leíste?  ¿Tu coadjutor espiritual la declaró prohibida, indexada…?  ¿Se te aseguró que su autor era filo-comunista?  ¿A cambio de qué silencios fuiste obediente?...

Songo sorongo el mundo se conmueve con la irrupción (inesperada para ti y para los tuyos) de esta decisión por rebelarse y marchar.  Está allí, a la vista de todos, como una gran maravilla del mundo que invita a enrolarse so pena de quedar arrasados por su impetuoso avance.  De nada valdrán las tanquetas ni los fusiles que el Amo reparte generosamente entre gobiernos genuflexos y rufianes de todo tipo. Sin los rufianes el Amo habría dejado de existir hace un buen tiempo, pero ellos aportaron la dosis de oxígeno que necesitaba para prolongar su agonía y, envueltos por la contrariedad de un dios que les niega el apoyo que les daba, como nunca antes están convencidos de que las medidas de fuerza no harán más que exaltar los ánimos de los rebeldes.

Ese dios contrariado, amigo mío, ese tu dios, es el mercado.  Salvaje y rigurosamente contrastante con el orden y la jerarquía de la producción de bienes, se revela vulgar abstracción incapaz de arbitrar a quienes, a dentelladas, procuran ahorrar, al parecer, no solo para una –esta- sino para varias vidas.  Se creyeron, y tú con ellos, el cuento de la reencarnación, el cuento de la inmortalidad y de esa ficción se convirtieron en prisioneros.  Como todo prisionero de la ficción maldice a quienes no cayeron en ella porque los sabe libres de las consecuencias que él sufrirá sin apelaciones.   

Los dinosaurios, amigo mío, están resucitando.  Se les ve gozando de magnífica salud.   Limitados por que sus restos sirvieran solamente para producir petróleo, a lo mejor se conjugaron todas las meiosis y las mitosis posibles –e inimaginables para quien no comparta la teoría de la evolución- y dieron por resultado una magnífica supervivencia material y concreta.  Pero ellos apenas son lectores e intérpretes de las nuevas realidades, estas no dependen de la voluntad de aquellos. 

Pusieron como ejemplo la realidad difícil de los que, validos de la dignidad, se hicieron a una condición de soberanía suprema y ahora resulta que condenan a sus abyectos seguidores a vivir en un estado de pobreza peor que la de aquellos, sobre todo porque, carente de dignidad, no hace otra cosa que volverlos miserables.  Situarse en la cúspide de la evolución no los ha salvado de caer en la precariedad más absoluta de su lejano pasado.  Es bueno, entonces, querido amigo, familiarizarse con los dinosaurios, vuestros nuevos –de nuevo- vecinos.  Porque tenemos mucha hambre y, sobre todo, sed de justicia. 


1 comentario:

  1. Eduardo, has dado en el clavo, con ironía y dialectica, manejas el humor"yarumaleño".Buena manera d empezar el día...ja, ja, ja.

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