INVITACIÓN A PARTICIPAR CON SUS COMENTARIOS

ES MUY IMPORTANTE PARA ESTE BLOG CONTAR CON LA PARTICIPACIÓN DE SUS SEGUIDORES, PARTICIPACIÓN ACTIVA, CONSISTENTE EN SUBIR SUS COMENTARIOS ACERCA DEL CONTENIDO QUE SE PUBLICA EN EL BLOG Y EN SUBIR SUS PROPIOS ARTÍCULOS.

E. BOTERO T.

martes, 19 de julio de 2011

EL DUELO COAGULADO EN "MI VIAJE AL INFIERNO" DE MARÍA JIMENA DUZÁN

POR MARÍA CRISTINA IRURITA


“Para María  Cristina  : Una historia escrita con las tripas ,MJD.(2010)”



“Una historia escrita con las tripas”; palabras escritas por María Jimena Duzán al referirse a su  historia, una historia de victimas, de mujeres valerosas y del  conflicto armado interno colombiano.  En Cartagena de Indias, cada enero del año calendario, se celebra el  HAY festival. La plaza de Santo Domingo fue el escenario del sobrecogedor testimonio de la periodista María Jimena  Duzán  sobre el asesinato de su hermana a manos de un grupo paramilitar. Su conferencia se refería a Los inconvenientes de la verdad: periodismo e investigación.


En mis manos llevaba el ensayo de Eduardo Botero con su  propuesta de “duelo coagulado”  en la obra de MJD,  al entregárselo se interesó en el trabajo de los grupos de memoria histórica en el Valle del Cauca.  El médico sicoanalista Eduardo Botero, uno de los especialistas en el tema (Del olvido deliberado o Deliberación sobre el olvido: Eduardo Botero, Bibiana Sierra: 2005) y (Duelo, acontecimiento y vida: 2000, ESAP-COLCIENCIAS) propone: la operación historiadora del pensamiento  como terapia para la superación del trauma.  Botero enuncia su   propia propuesta teórica- practica: “En los procesos de acompañamiento en coagulación del duelo; lo simbólico no acontece a través de la puesta en acción, en el acto de justicia, verdad y reparación…… se debe de tener en cuenta la formulación subjetiva de las preguntas."



MJD se refiere a   “El viaje” - como su momento de coagulación del  duelo,  al igual que Dante perdido en la maraña, la periodista inicia su viaje íntimo, personal, doloroso, en un viaje a Irlanda; su tragedia es confrontada  con otra  realidad; la de una mujer irlandesa católica  y el  asesino de su hermano;  al enunciar su “viaje, Claire abre la puerta de los sentimientos, miedos y angustia reprimidos durante tanto  tiempo:


 “Cuando Claire comenzó a hablar del “el viaje”, yo no supe a qué se refería. Sin embargo, al cabo de unos minutos entendí que no se trataba de un viaje cualquiera ,sino de uno en especial que le cambio la vida: un viaje íntimo hacia los más profundos sótanos de la condición humana uno que acabó por liberarla de todos esos odios apresados con los que había malvivido y que le permitió acometer un acto de valor insospechado :el  de confrontar a su victimario, cara a cara, como siempre lo había deseado .Y sí, pudo mirarlo a los ojos sin el menor reparo y asomo de cobardía”.


Botero propone :” el duelo coagulado como la manera de reaccionar ante una perdida mediante la cual el sobreviviente prefiere, de manera deliberada y voluntaria, no pensar en (ni hablar de) lo sucedido, toda vez que así consigue impedir el asalto de emociones que supone le llevarían a sucumbir, a enloquecer.” Ver en este blog: Mi  viaje a los infiernos III, Eduardo Botero, enero 2011.


¿Es  a través del Enunciado de LO acaecido, en el  acontecimiento traumático,  donde se produce  la puesta en marcha del proceso terapéutico que permite al narrador: a través de la reflexión,  primero ,subjetivamente, dar inicio a la catarsis individual; posteriormente, de manera colectiva,  proyectarlo a una sociedad?


MJD, se  inicia con “el viaje” de la mujer irlandesa,  sin embargo su viaje interior al infierno  es el “viaje” de  la tragedia en  la modernidad. La  figura recurrente en la literatura de los campos  “concentracionarios”  es “el viaje”  al horror en los trenes de la muerte. El  individuo entra como ser humano, degradado de su condición humana es una bestia al final del viaje;  en una lucha en los límites: perece o  sobrevive.  Aquellos que  recobran su humanidad   expresan  su  testimonio   como catarsis de su trauma y recuperación en la  dignidad humana.


Los escritores de la llamada escritura del desastre dejan una obra insondable para las generaciones posteriores: Primo  Levi, ante el estupor de  la ignominia humana, muestra su rechazo de compartir la responsabilidad del victimario y asumirla, en la propuesta de  “la infatuación del cordero”: (Ver este blog: infatuación del cordero   : EB 2011). Su obra (Trilogía  de Auschwitz : 1958) nos conduce  a los infiernos:  su libro  se inicia con  “El viaje- viaje de iniciación a la maldad humana”;  Primo Levi, capturado por la milicia fascista en Diciembre de 1943, es internado en un campo de concentración italiano;  emprende  su  ”viaje” al infierno, Austchwitz, -campo de muerte-  el 20 de febrero de 1944 


 “Muchas cosas dijimos e hicimos entonces de las cuales es mejor que no quede el recuerdo”…


“Exactamente así, punto por punto: vagones  de mercancías, cerrados desde el exterior, y dentro hombres, mujeres, niños, comprimidos sin piedad, como mercancías en docenas, en un viaje hacia la nada, en un viaje hacia allá abajo, hacia el fondo .Esta vez, dentro íbamos nosotros…”


“Todo el mundo descubre, tarde o temprano, que felicidad  perfecta no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideración opuesta de que lo mismo ocurre con la infelicidad perfecta .Los momentos que se oponen a la realización de uno y otro estado límite son de la misma naturaleza: se derivan de nuestra condición humana, que es enemiga de cualquier infinitud…


En Antelme (La especie humana: Gallimard, 1957), “La  noche” acompaña el viaje fantasmal  a través de una  Europa sin  razón; Antelme,  militante político hecho prisionero en la Francia ocupada, tiene como  destino un campo de prisioneros  de guerra  (kriegsgefangenlager): Buchenwald.  El militante político reflexiona en su viaje  acerca de la indiferencia de los “buenos ciudadanos”  en la Francia colaboracionista y en  la Alemania del III  Reich.

“No es cierto, el más extraordinario de los pensamientos no es capaz de mover una piedra. Puedo llamar a los de allá, vaciarme y ponerlos en mi lugar, en mi pellejo; allá ellos duermen mientras yo estoy aquí sentado sobre la tabla no soy dueño ni de un metro de espacio, no me puedo bajar del vagón para mirar, solo soy dueño del espacio de mis pies, y tendría que recorrer cientos de kilómetros .Ellos también allá, deben de sentir el agobio de la casa y pensar solamente que el pensamiento más violento no es capaz de mover una piedra .Si yo estuviese muerto y si ellos lo supiesen, ya no mirarían el mapa y ya no haría el cálculo de los kilómetros. Las colinas, los ríos atroces ya no servirían de muralla para la casa; las distancias infernales se anularían, el espacio se pacificaría, ya no serían exiliados del lado respirable del mundo”


El viaje de MJD en su propia dignidad “coagulada”, se encuentra con la indiferencia de una sociedad muda, que aparta la cabeza del mundo atroz  de las víctimas del conflicto armado colombiano;  en el silencio mudo del duelo atragantado,  en la incapacidad de expresar tanto sufrimiento, MJD  calla. La dignidad de la victima inmolada  en la barbarie, su hermana Silvia, representación de la joven  mujer  oprimida es ejecutada por el mundo patriarcal, represor y dominador de uno de los “ejércitos” del conflicto armado Sin embargo  la sociedad colombiana  ha sido inflexible en la aniquilación de los Otros, en este caso el ser mujer acarreó la sanción social por inmiscuirse en el escenario de guerra, históricamente   el peso de la ley  ha recaído en la condición de la mujer, la ley penal  atenuaba la responsabilidad penal del homicida de una mujer si  se aducía estado de “ira e intenso dolor”.


Otra estudiosa del tema, Doris Sommer, escudriña los silencios, los duelos coagulados, los Holocaustos repetidos en las obra llamadas “menores” o protagonizados por Otros u Otras; así analiza los supervivientes de holocaustos y genocidios, en este caso de los campos de muerte:"Ella vio, en otras palabras, cómo ocurría lo inimaginable enfrente de sus propios ojos. Y acudió a dar testimonio precisamente de la  inimaginabilidad : de esa ruptura del marco mismo de Auschwitz.” (Feldman  y Dori  Laub).


Atravesar el “marco” es la figura que utilizan los estudiosos del trauma en los campos de concentración, para expresar la disonancia de los textos en el Holocausto. ”Los supervivientes que se deciden a hablar (a pesar de los riesgos de  revivir el shock o ser malinterpretados) y los oyentes  dispuestos a escuchar los silencios de historias peligrosas de contar pueden, como testigos, validar y ayudar a sanar vidas traumatizadas “: (Doris Summer : Abrazos y rechazos. Cómo leer en clave menor: 2005: pág. 245).


El Colegio Hebreo de  Cali  fue el escenario de mi adolescencia; la ciudad,  cercana al puerto del Pacifico, Buenaventura,  fue  puerta de migración de  refugiados políticos,  comunidades  de judíos central-europeos, franceses,  rusos blancos y bolcheviques,  japoneses,   gente del medio-oriente  y norteamericanos que exploraron la minería en el Pacifico. Mi curiosidad de adolescente impertinente me llevaba a preguntar acerca de  circunstancias aterradoras de la diáspora  del pueblo judío, víctima  de la Europa de la “Shoah”, a indagar acerca  del doloroso silencio de la comunidad judía como  incapacidad de enfrentar el horror,- el “duelo coagulado”- de toda una comunidad,  solo en este momento empiezo a compren-deher  ( sentido  gamaderiano ) la tragedia de la irracionalidad, al confrontar mi propia realidad , nuestra realidad colombiana.


 El silencio coagulado en  MJD no tuvo interlocutores válidos, su denuncia fue “negada”, no existía como víctima porque la Sociedad colombiana victimizaba de nuevo su condición al desvirtuar su dignidad de mujer solidaria con las víctimas de un conflicto armado que no era de incumbencia de los habitantes urbanos de Colombia:



“Los campesinos y mi hermana no solo perdieron la vida. También su honra .Porque tras la masacre, los asesinos avivaron el rumor de que eran un frente político de las FARC. Así lo recordó la viuda de Josué Vargas, diecinueve años después, la mañana en que la conocí  en Bucaramanga:”A ellos los mataron dizque por ser colaboradores de la guerrilla”… “Lo peor de todo es que no tengo autoridad para culparlos .Tampoco hice nada en su momento. Todas las veces que me insinuaron o que me dijeron que a mi hermana la habían asesinado porque era una periodista simpatizante de la guerrilla, me quedé callada y no fui capaz de replicar”…”Todas las veces que me dijeron que mi hermana había sido asesinada por meterse en la boca del lobo en vez de quedarse en Bogotá escribiendo de las orquídeas y de las rosas, me quedé muda.” MJD, al plantearse interrogantes acerca de su duelo coagulado, re-fracciona su tragedia individual al escenario de una nación despedazada en su tejido social por  años de conflicto interno:


 “¿Tendría yo el temple para hacer lo mismo con los verdugos de mi hermana Silvia? ¿Estaría yo lista? ¿Lo estarían ellos?  ¿Lo estaría la sociedad en que vivo? ¿Valdría la pena? ¿Sería posible”?


El contrapunteo entre la historia, el olvido y la indiferencia se  refiere a toda la sociedad colombiana, “olvidamos” y seguimos adelante, los acontecimientos traumáticos son sepultados por otros inmediatos, lo que le ha pasado a MJD nos ha pasado a todos y todas los colombianos.  El testimonio de MJD cumple lo que Walter Benjamín  le asignaba a la historia: “Afianzar a las generaciones del presente con  el pasado y comprometerlas con el futuro”.


El olvido inmóvil (memoria  de lo inmemorable): así se des-escribe el  desastre sin desolación, en la pasividad de una dejadez que no renuncia, que no anuncia sino el impropio regreso. Al desastre quizá lo conocemos bajo otros nombres tal vez alegres, declinando todas las palabras, como si pudiese haber un todo para las palabras. (La escritura del desastre: Maurice Blanchot, 1983).


El cuestionamiento final inicia el “viaje” hacia la luz del esclarecimiento de una época de barbarie en la historia reciente, que empezamos a develar. Quizás el proceso iniciado por textos valientes como el de MJD cumpla una función terapéutica para una sociedad que ha hecho del “duelo coagulado” su estado funcional.








No hay comentarios:

Publicar un comentario