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E. BOTERO T.

martes, 12 de julio de 2011

NOVENA LAICA POR FACUNDO CABRAL/ DÍA CUARTO

DÍA CUARTO (MARTES 12 DE JULIO/2011)

Los muertos no hablan aunque aquí, en Colombia, de otro argentino se dijo que cantaba mucho mejor después de muerto en el fatídico accidente de aviación en la ciudad de Medellín.  Validos de la imposibilidad de tu palabra, los jefes del lado oscuro emiten un comunicado en el que aseguran que el empresario con el que viajabas “era un reconocido lavador de dineros de la mafia”.  Ni el empresario puede defenderse, pues está en coma todavía, ni tu que ya has muerto.  Eso es: deslizar mediante la afirmación calculada, la insinuación de que andabas en malos pasos, algo así, como que buscaste la muerte tú mismo.  Yo sé de las victimizaciones rastreras que los criminales invocan entre nosotros para que disculpemos su felonía y perdonemos su cobardía mediante el olvido.  “En algo andaba y por eso le mataron”, lo hemos escuchado decir aquí hasta el hartazgo en los velorios de los asesinados y en el recorrido de esa forma de comunicación que denominamos “radio bemba”. 



La guerra contra el pensamiento también es psicológica, amigo mío.  Desde el lado oscuro es inconcebible que alguien tome asiento en el corazón de quienes lo aman y al ejercer su “invidere” resuman toda la envidia de que son capaces con tal de impedir que se multipliquen los efectos de los carismas gratuitos y los amores sin cobro.



Cuando entre nosotros asesinaron al inolvidable Jaime Garzón, también propalaron la insinuación de que su muerte se debió a que intermediaba en la liberación de secuestrados dada una supuesta cercanía suya con la guerrilla.  Pero al fin se ha impuesto la verdad y sabemos que la orden de su asesinato surgió de los servicios de inteligencia del estado y fue ejecutada por sus obsecuentes aliados, los paramilitares. Falta todavía establecer el eslabón superior desde el cual su muerte fue decidida. Como lo ha sabido denunciar el poeta Sicilia, en México: es el contubernio entre hampones y funcionarios estatales el que conforma la mano criminal que abona el terreno para que se imponga el modelo económico al que sirven.

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