NO OLVIDO NI PERDÓN: REPARACIÓN, JUSTICIA Y TRANSFORMACIÓN
Eduardo Botero T.
Cuando reparamos en quiénes son los
que pregonan la necesidad de instaurar el perdón y el olvido como forma de
contribuir a la pacificación del país, descubrimos con facilidad que se trata
de la voz de los mismos que practicaron la desviación de la mirada hacia otro
lado mientras sucedían los procedimientos genocidas de exterminio. Entonces, mientras que estaba ocurriendo,
eran las voces que denunciaban a los que levantaban su voz de protesta para
hacer visibles los crímenes, como los responsables del daño de la imagen de
nuestro país en el exterior.
Una particular simbiosis se ha dado
entre todos ellos al punto de que ya comienzan a considerar lo suyo como parte
de gesta de transformación del país, que pasa por la puesta en cuestión de los
escasos avances conseguidos por la causa de la democracia: banqueros,
industriales, terratenientes, propietarios y directores de medios de
comunicación y la corte de columnistas de opinión que intenta dar legitimidad a
un proceso que no es otra cosa que la repetición de las mismas causas que
condujeron al conflicto social y político que ha afectado a nuestro país desde
hace más de 50 años. Esa sumatoria de
esfuerzos, esa sinergia entre determinadores de violencia, vomita su producto antidemocrático con la
fuerza de quien está desesperado y sabe que por acapararlo todo puede terminar
perdiéndolo todo.
Esa simbiosis es particular porque
ella combina todas las formas de lucha, las legales y las ilegales, cosa que
acostumbra denunciar como particularidad de uno de sus adversarios, razón de la
que se sirven para denunciar su ilegitimidad.
Es una manera de escupir hacia arriba en momentos en que no hay
viento. El guante de seda del patrón
aristocrático de la capital o la procaz acción del señor semi-feudal que usa el
zurriago y la verborrea para disuadir adversarios, ambas son maneras de intentar
la consolidación de un proceso progresivamente fascista; es la continuación de
una alianza entre jefes que estiman estar blindados contra toda acusación de
lumpenización, con jefes que hace rato perdieron la vergüenza por ser
considerados, con justicia, verdaderos truhanes del gangsterismo de provincia.