INVITACIÓN A PARTICIPAR CON SUS COMENTARIOS

ES MUY IMPORTANTE PARA ESTE BLOG CONTAR CON LA PARTICIPACIÓN DE SUS SEGUIDORES, PARTICIPACIÓN ACTIVA, CONSISTENTE EN SUBIR SUS COMENTARIOS ACERCA DEL CONTENIDO QUE SE PUBLICA EN EL BLOG Y EN SUBIR SUS PROPIOS ARTÍCULOS.

E. BOTERO T.

domingo, 26 de septiembre de 2010

VIERNES SIN RISA



      De modo que ejtamos tristej, me dijo el jefe, llegando hajta mi puesto.  En su mano tradía el pediódico amadillista de la ciudad, con la foto del Mono Jojoy muedto.  Su sonrisa, la del jefe, me hería.

-         Sí seño, ejtoy trijte…


-         ¿Y eso… Carabalí?

-         Puej que voy a pedded mi casa.

-         Cómo ají…

-         Si seño… voy a pedded mi casa, pedí 20 millones prejtadoj al banco, lej’e pagado 38, y como no recibo paga dejde hace cinco mejej, entonjej no he vuedto a pagad la cuota… y me ha llegado una amenaza de quitadme la casa pod estad adlazado en ed pago…  ¿Cómo le padece?

-         Danquido, Carabalí (me dijo mosdándome el pediódico), hoy hay que festejad…


-         Si seño, hay que fedtejad… ¿pedo qué?

-         Edjta muedte, Carabalí, edjta muedte.


-         Si seño, hay que fedtejadla… pero ¿no sedá que ahoda lej va a quedad maj fácil quitadme mi casa?

-         ¡Uy!  Carabalí: ujté ji no aplende.


-         No aplendo qué, seño…

-         No aplende a quedadje callado cuando hay que quedadje callado…

sábado, 25 de septiembre de 2010

PARANOIA II




Somos lo que hacemos, también lo que decimos, pero más lo que omitimos y lo que callamos.  Quiero decir: ni el habla ni el acto dicen más de nosotros que el silencio y la inhibición, esa otra forma de actuar que coloca al no-hacer como potencia.  Impotencia no significa “no poder” sino “poder no”.  Podemos no hacer algo para impedir un crimen y, en efecto, eso hacemos: nada.

Mientras el escenario de la guerra local se llena de bienvenidas a la muerte (qué otra cosa esperar de la guerra sino es ese tipo de bienvenidas) leo con fruición el libro de César Hasaki, EL CUERPO MEDIÁTICO y me asombro con varias afirmaciones que el autor sustenta de modo paciente y severo. 

Un punto de partida esencial: nunca antes se había multiplicado la intercomunicación como hoy día: la internet tiene que ver mucho con esto, pero también la telefonía celular y otros elementos técnicos.  Nunca ante los nexos entre quienes conformamos una masa, habían intensificado su comunicación como sucede hoy en día.  Al mismo tiempo, el incremento de la intercomunicación se corresponde con la quietud de los cuerpos.  Sin tener que desplazarse cada quien hace posible la comunicación con quien desea hacerlo. 

Algo se está perdiendo en esta disposición inversamente proporcional y es la necesidad de contar con un ágora.  El ágora era el espacio físico correspondiente a la necesidad del encuentro físico entre los miembros de la masa.  Posibilitada la comunicación sin necesitar del desplazamiento de los cuerpos, se hace innecesaria el ágora, emergiendo, en su lugar, otra noción de espacio que estrictamente hablando es un no-lugar, un no-espacio, el llamado espacio virtual. 

La sociedad de control, esa que según Deleuze ha relevado a las sociedades disciplinarias, demuestra la factibilidad de crear su objetivo supremo que no es otro que el del control de los espíritus. Nos sabemos inmersos, durante el ejercicio de nuestra comunicación con el otro, en un espacio al que puede acceder con facilidad todo aquel que nos provee la tecnología que facilita el acto. 

Un nuevo índex quizás, esté configurándose, esta vez consiguiendo, de entrada, el control sobre los derechos de autor acerca de lo que publicamos. Con la obra de Sade existió, por lo menos, cierta secuencia: primero se le encerró debido a su obra, después su obra se hizo legal y su encuadernación corrió por cuenta de los pacientes de Charenton, en un verdadero servicio de terapia ocupacional.  Muerto el autor, la obra por la que había sido castigado, se convertía en fuente de ingresos para el hospital que lo vio morir.  El nuevo índex declara que el autor de toda obra publicada en el espacio de la virtualidad pierde sus derechos sobre ella, hay que leer la letra menuda de la aceptación que cada quien firma cuando se suscribe a un servicio de red social determinado.

No obstante hemos de mantener intacta la firmeza por dar a conocer nuestro pensamiento aun a sabiendas de que nuestro derecho de propiedad sobre su escritura sea hurtado por otros.  Alguien que observa nuestras palabras, que infiere conclusiones acerca de nuestros pensamientos y que sabe tolerarnos a la espera de que alguna vez pueda hacer uso de nuestra producción, sin reservas.  Para nuestro bien o para nuestro mal.

Santiago de Cali, septiembre 26 de 2010

viernes, 24 de septiembre de 2010

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS IV


La lectura del libro de Alba Marina Escobar sobre la vida de su hermano, el conocido narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, arroja buena cantidad de iluminación para comprender, por lo menos en este caso en particular, la incidencia del comportamiento familiar hacia los actos del individuo que años después cumpliría papel destacado en la historia del hampa en nuestro país y de los nexos entre ella y sectores destacados de la sociedad.

No creo, como sí lo creen muchos, que este libro represente una apología al delito y que deba censurarse el papel asesor desempeñado por una periodista de reconocido prestigio que prestó sus servicios profesionales en la presentación escrita.  Por el contrario, será mucho mejor para que podamos avanzar en la comprensión de los trazos de nuestra versión del malestar cultural, conocer, como se dice, de primera mano, elementos de juicio procedentes de testigos de excepción, como en este caso, la hermana del capo.

Me llama la atención sí, el hecho de que el libro haya sido auspiciado por la revista Semana, la misma que durante la época de esplendor y prestigio del capo, lo denominó, en su portada, “El Robin Hood Paisa”, denominación que dista mucho de toda la clase de adjetivos e insultos que la gran prensa nacional ha empleado contra el narcotraficante después de muerto.

Hay que decir que aunque la narración de la hermana esté sometida al rigor gramatical que aporta la periodista,  la locución está hecha en primera persona del singular y la  puesta del nombre de la hermana como coautora del libro junto con el de la comunicadora social, nos autoriza a tomar por locutora primera a Alba Marina Escobar Gaviria. 

Llama pronto nuestra atención la afirmación que hace acerca de la postura que asumían los familiares de Pablo  una vez se enteraban de las acciones criminales de su hermano. Total aceptación, total apoyo.  La familia, entonces, ese verdadero espíritu que siempre es destilado de  la sumatoria de clanes que conforman los mafiosos a lo largo y ancho del mundo, aparece descrita en su comportamiento como plataforma continental dispuesta para el salvamento del miembro que corre el peligro de naufragar en los meandros de sus actividades criminales.

Sabíamos, por ejemplo, del caso de las madres de muchos sicarios que encendían dos velones a la imagen de María Auxiliadora, uno con el fin de que la imagen protegiera la integridad y el buen éxito de su hijo y otro con el fin de que protegiera a la vida del asesinado.  “Dios y Madre”, era el texto que se tatuaban, del lado del corazón, muchos de esos sicarios, que, para agregar, ataban un escapulario de su tobillo para ganar velocidad en el escape y tatuaban una cruz en el dorso de su mano, entre el pulgar y el índice, con el fin de obtener puntería.  La Sagrada Familia era, pues, invocada como protectora del crimen, única dispensadora de la protección, capaz de apoyar al criminal de los avatares del castigo que provendría tanto de los familiares del asesinado como de la justicia humana.

Conocemos el trabajo de Helena Morales Ortega,  Docente-Investigadora de la Facultad de Derecho de la Corporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar, LA FAMILIA: UN AGENTE CRIMINOGENO? que se propone precisamente pesquisar de qué modo la familia se comporta como tal en la producción de la delincuencia juvenil. 

Su hipótesis de trabajo la reproducimos textualmente:

Entre mayor sea la deficiencia de la familia como agente de socialización del niño, mayor es el riesgo de delincuencia y/o perturbaciones del comportamiento en el joven o adolescente.

El trabajo completo de la doctora se puede encontrar en www.unisimonbolivar.edu.co/revistas/aplicaciones/doc/168.pdf.



jueves, 23 de septiembre de 2010

DOS POEMAS


I

La voz del fuego clama infinita
La voz de la tierra se apaga
Todos somos fuego herido
                      tierra seca

Pero el beso de tu boca calma la sed de todos los desiertos.


II

Me apego al sorbo que musicaliza tu boca
Me apego al labio humedecido
   A la garganta refrescada
   A la doctrina de tus actos
Me apego al diptongo de tu nombre
ia ia ia ia ia ia  
Me apego al mal recuerdo que dejó en mi la forma en la que me dijiste adiós aquella tarde
Me apego a todo de ti
Me apego al fardo que cargas como culpa
Me apego al susto con el que habitas sola, la noche                               
Me apego al percance que tuvimos en el paseo al río

Soy la voz de tu conciencia
No puedo evitarlo.



NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS III



Quiero insistir en esto: tanto los jóvenes, como nosotros mismos, estamos avocados a resolver cómo incorporar lo placentero en nuestros proyectos de vida y dar testimonio de afrontamiento de los efectos del malestar sobre nosotros mismos y nuestra contribución a él.


No es poca cosa.  Pero creo que es mejor partir de este reconocimiento que mantenernos en la equivocada idea de que nosotros los adultos tenemos ya resuelto el asunto y que solo nos compete la preocupación por los jóvenes.

El reconocimiento implica establecer de qué modo, en la cultura de la que hacemos parte, nuestras maneras de incorporar lo placentero a los proyectos de vida, son formas de cuestionar el peso de la pulsión de muerte que también nos habita o, si por el contrario, ellas mismas ratifican la primacía de esa pulsión de muerte.

Al establecer, por ejemplo, que lo placentero está relacionado con el consumo, jóvenes y adultos terminamos por ratificar la vocación de avasallamiento que facilita el camino del sometimiento y la subordinación a un sistema que se satisface a sí mismo por la vía de multiplicar atrapados.  Nuestro acto será delegación voluntaria.

Al establecer que lo placentero derive fundamentalmente de la transgresión de todo valor, jóvenes y  adultos terminamos por ratificar nuestra servidumbre a la culpa como ideal supremo.  Nuestro acto será ratificación voluntaria al respectivo dios que decrete la culpa.

Al establecer que lo placentero provenga esencialmente de la consecución de nuestro poderío sobre los demás y, por tanto, de la satisfacción que nos produzca conseguir su atemorizada obediencia, jóvenes y adultos terminamos por contribuir a la repetición del circuito desde el cual se decreta como obligatorios tanto el consumo como la voluntad de placer a partir de la transgresión.  Nuestro acto será expresión de la convicción personal que nos tienta a confundirnos con cualquiera de los dioses que en el mundo existen.

Jóvenes y adultos estamos obligados a plantearnos todo esto, al tiempo, partiendo de la premisa de que vida hay una sola y que a cada quien concierne qué desea hacer con ella.

Santiago de Cali, septiembre 23 de 2010

miércoles, 22 de septiembre de 2010

PSICOANÁLISIS, ENSEÑANZA Y SALUD MENTAL

RÉGIMEN ACTUAL DE SALUD Y FORMACIÓN DE PROFESIONALES EN SALUD MENTAL

ENSEÑANZA

Las actuales condiciones en que se realiza el ejercicio de la enseñanza profesional de los cuadros que dedicarán sus esfuerzos al llamado campo de la salud mental, amerita introducir una reflexión que pueda dar cuenta de los límites a que se encuentra forzada una práctica que, como la del psicoanálisis, ofrece promesas de que se puede –y se debe-ir más allá del simple abordaje de los seres humanos como portadores de síntomas y de signos, anhelantes exclusivamente de alivio y sometidos al cumplimiento de la reglamentación que la legislación en salud les ofrece.

Una legislación que ha colocado en el centro de la discusión el problema de la rentabilidad, no necesariamente constriñe el ejercicio de las prácticas en virtud de esa acción.  Dicho en otras palabras, entendida la rentabilidad no solamente como factibilidad y supervivencia del sistema, sino como oferta capaz de hacerse a una eficacia que redunde en beneficio del bienestar de sus asociados y, por tanto, a disminuir el uso de los servicios ofertados, disminuir la cronificación de las enfermedades y lograr llevar a su mínima expresión el uso de la hospitalización como recurso terapéutico, tarde que temprano tendrá que plantearse si, descalificando procedimientos terapéuticos de largo alcance, no estará contribuyendo a afectar la pretendida rentabilidad que pregona como asunto central.

Se sabe que, en el tratamiento de los sujetos diagnosticados como esquizofrénicos, la combinación de psicofármacos con psicoterapia redunda en beneficio tanto del sujeto como de su familia y de la misma aseguradora.  Hasta hace unos años las aseguradoras restringían el uso de la psicoterapia por considerar que encarecía el servicio y atentaba contra la rentabilidad del mismo.  Pero cuando se pudo probar que la psicoterapia, por el contrario, incidía positivamente disminuyendo el número de recaídas y, por tanto, el tiempo, en días/año, de la hospitalización, se estableció que la psicoterapia abarataba, por así decirlo, los costos que tenía el tratamiento de los sujetos diagnosticados como esquizofrénicos. 

Se sabe que las llamadas Psicoterapias de Orientación Psicoanalítica (POA)  están indicadas, dada su probada eficacia, en el tratamiento de sujetos psicóticos, incluidos los esquizofrénicos, solo que la evaluación de sus resultados no puede restringirse a días, semanas o meses, sino  años.  La autorización de una cita semanal, ofrece la ventaja adicional de la disminución del número y las dosis de los psicofármacos.

Ahora bien: no en todos los casos está probada la eficacia de la POA pero en aquellos casos en que sí, dicha modalidad se revela ampliamente superior a los efectos conseguidos con el empleo de otras modalidades de psicoterapia. 

Por otra parte, cabe introducir un elemento adicional y que tiene que ver con el llamado empoderamiento por parte del enfermo de su problemática, la cual incluye enfermedad y tratamiento.  Debemos elegir entre la contribución a conseguir individuos adaptados a las circunstancias de su existencia o sujetos que, hechos a su palabra, hagan del acto de curación oportunidad excelente para la conservación de sus derechos ciudadanos. 

Hacerse libremente a una palabra implica ir más allá de conformarse con el alivio, tiene que ver con la posibilidad de conseguir que esa palabra valga, que tenga un peso significativo no solamente para el sujeto sino en su vida de relación.

Y es entonces cuando nos preguntamos si los legisladores que reglamentan los servicios de salud están interesados verdaderamente en la otra rentabilidad, ese intangible que se llama ganar en democracia, ganar en derechos políticos, ganar en la conformación real de un verdadero estado social de derecho.

Las POA contribuyen a ello, no nos cabe la menor duda.  ¿Será por esta razón que están proscritas del actual régimen de salud?

Entonces, en la enseñanza de los profesionales de la salud mental, el currículo debería establecer como obligatorio, el estudio de estos aspectos, hoy definitivamente descuidados.  De lo contrario lo que estaremos haciendo no será educar, sino adiestrar, entrenar… Es decir, aquello que se ha revelado tan eficaz con los animales.



martes, 21 de septiembre de 2010

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS II


Educar para la vida significa preparar al joven para que sepa inevitable la adversidad y posible la elaboración de su postura frente a ella.  Inevitable lo primero, posible lo segundo, es decir: educar para la vida es educar para el vivir. 

Cuando discutimos acerca de lo que acontece con nuestros jóvenes hoy en día, solemos escamotear toda consideración acerca del lugar desde el cual nos aproximamos al tema.  Una vez puesto el tema, de inmediato, con una facilidad que asombraría si no fuera porque ella misma ya es previsible (ya quiere decir: al tenor de los conocimientos actuales), nos colocamos en el lugar de una repetición.  Repetimos, casi al igual que las anteriores generaciones, esa actitud soberbia que nos hace suponer más allá del problema que estamos considerando, casi que a salvo totalmente de él.

Rápidamente decimos, con un aire que es mezcla de ínfulas entre pontificales y marciales: “en mi época….”.  Y ¡zaz! Como si quisiéramos prevenir a nuestro interlocutor de que nuestra siguiente aseveración se hará a nombre de una supuesta superioridad  ya ganada. 

Los jóvenes hoy viven como nosotros vivimos, solo que un poco más desesperadamente que nosotros.  Y, como nosotros, cometen el mismo error: creen que madurar es empezar a imitarnos.  Todo el dispositivo educacional y recreativo se encuentra inmerso en una lógica de mercado que nosotros no pudimos derrotar como merecía. 

Eso no los hace mejores ni simplemente víctimas.  Lo que podría agobiarnos, y esto sería un signo no de la juventud actual sino de los tiempos por los que atravesamos, es la notoria ausencia de una disposición organizada  a definir los límites con que topan, a superar los escollos con los que se encuentran y a establecer nuevas maneras de relacionarse unos con otros que demuestren una mejor calidad que las practicadas por nosotros mismos. 

Pareciera que los jóvenes hubieran sido tomados presas de todo aquello que creímos haber reprimido lo suficiente dentro de nosotros mismos, y, designados portadores de nuestras peores tentaciones, nos las enrostraran con particular truculencia y no menor patetismo. 

Somos nosotros mismos, algo de  nosotros mismos, lo que se revela a través del comportamiento de nuestros jóvenes.  Escogeré un tema, apenas, como para argumentar a favor de esta afirmación: la justificación de lo que existe.

¿Con base en qué discurso convincente podemos sustentar como justo el actual orden social al que todos contribuimos en mayor o menor medida?

Tanto nosotros como nuestros jóvenes practicamos un mutismo absoluto al respecto.  Un ser todopoderoso quiere que vivamos así, tal como vivimos… Durante muchos siglos todas las generaciones compartieron la idea de que el orden material en que transcurrían sus vidas, era la realización de un deseo divino.  Todo el dispositivo de poder no solamente garantizaba que así fuera, sino que cada quien, ocupando su respectivo lugar, se suponía instrumento de un deseo que estaba más allá de él mismo, que era una voluntad superior la que deseaba que las cosas fueran de ese modo.

Entonces la palabra resignación tenía su especial prestigio.  La pobreza de espíritu era capaz de ella en virtud de que dicha capacidad se traduciría en recompensas en la otra vida.  Todas las generaciones compartían la incuestionable existencia de la otra vida, aquella en la cual, la falta de resignación debía ser justicieramente castigada. 

Hoy ¿estamos seguros de que compartimos tanto la creencia en la existencia de otra vida como la consideración de que el actual estado de cosas obedece a una Voluntad superior a la que es preciso plegarse sumisamente? 

Yo no estoy muy seguro de que suceda así.  De lo que sí puedo estar seguro es de que mientras sigamos compartiendo un silencio a ESE respecto, nos mantendremos sometidos a ser meros partícipes de esa especie de reality cuya ocurrencia satisface los apetitos ambiciosos de unos pocos que son capaces de mantener la impostura de la tranquilidad de quien se sabe eximido de todo efecto de lo real sobre sí.

Mientras compartamos con nuestros jóvenes la convicción en la inutilidad de nuestra explicitud a ESE respecto, seguiremos escandalizándonos con el hecho de que ellos hagan con tanta facilidad la guerra y con tanto tormento el amor.


PSICOANALISIS EN EXTENSIÓN VII -PSICOANALISIS Y PROMOCIÓN DE LA SALUD MENTAL


Presentación

En este ensayo deseo presentar algunas reflexiones organizadas a partir del sometimiento de mi experiencia profesional durante 17 años con programas de atención psicosocial al intento de relacionar el psicoanálisis con la Promoción de la Salud Mental. Si bien es cierto una buena parte de esa experiencia se ha desarrollado en el ámbito de la atención psicosocial para poblaciones afectadas por la violencia, ella ha sucedido como expresión de la intención explícita por considerar pertinente, necesaria y posible la vinculación de la perspectiva psicoanalítica a los desarrollos conceptuales y prácticos de la Promoción de la Salud Mental.

Nunca han sido fáciles las relaciones del psicoanálisis con otros discursos de la ciencia ni con las instituciones encargadas de la formación de profesionales de la salud.  Las dificultades contrastan con el hecho mismo, perfectamente constatable, del servicio que el psicoanálisis ha hecho de descubrimientos, hallazgos, límites y obstáculos de otras prácticas discursivas tales como la antropología, la sociología, la psicología, la medicina, etc.  Desde sus inicios, al psicoanálisis le ha resultado fundamental, además de valerse del aporte conceptual, definir los modos de relacionarse con esas disciplinas sin perder el rumbo de la especificidad de su propia concepción acerca de la “humanidad de lo humano”. Una cierta cantidad de artículos escritos por Sigmund Freud dan cuenta de esas relaciones y de sus dificultades pero, al mismo tiempo, otra buena parte aporta a la definición y a las prácticas de los profesionales de la salud y de las ciencias sociales.

UNA EXPRESIÓN PARA LA DIFICULTAD DE LA RELACIÓN

Desde una desconfianza revelada en la exigencia a que “lo psicológico” se someta a “lo objetivo”, hasta una proscripción explícita de su participación en los trabajos comunitarios, las ideas de un Derek Summerfield resaltan promoviendo una decidida oposición a que de las intervenciones psicosociales el prefijo “psi” debe desaparecer definitivamente[1].

Para dicho autor resulta fundamental definir la concepción con la que debe entenderse la afectación de las poblaciones por la violencia:

“…la manera como se entiendan tales acontecimientos es crucial para poder determinar
cómo las poblaciones afectadas por la guerra los experimentan y describen.”[2]

Debemos recordar que la crítica de Summerfield procede de lo que, a su entender, perturba y estorba la eficacia de las intervenciones psicosociales y que consiste en una simplificación del acontecimiento.

“…es simplista concebir a las víctimas como meros receptores pasivos de los efectos
psicológicos negativos los cuales pueden ser juzgados como presentes o ausentes”.[3]

Su crítica es contundente y recae sobre la tendencia a ubicar a las víctimas en la condición de enfermas a través del diagnóstico de Trastorno por Estrés Postraumático, propiciado discriminaciones fastidiosas en el seno mismo de los afectados e induciendo a que las víctimas se desconecten de su comunidad y del contexto de sus experiencias y de los sentidos particulares que les adjudican.

Si nos detenemos un momento en los argumentos de Summerfield, podemos descubrir un aporte -formulado implícitamente- concerniente a una de las ideas centrales de la Promoción de la Salud Mental, como lo es su apartamiento radical de lo patológico como centro.  La patologización del acontecimiento constituye un reduccionismo y afecta a la concepción del problema al crear lo que sería una presentación simplista del mismo. 

Sin embargo la conclusión grande del autor es radical: el prefijo “psi” (y todo lo que este implica) debe ser eliminado definitivamente de las intervenciones denominadas psicosociales.  A nuestro parecer la conclusión es desesperada más que precisa y que ella parte de creer que todos los enfoques psi comparten el diagnóstico de Trastorno por Estrés Postraumático o el hecho de que los modos de representarse los acontecimientos que afectan a las poblaciones obligatoriamente tengan que pasar por la reducción a través de un diagnóstico de enfermedad.[4]

En todo caso el trabajo citado de Summerfield me parece que es de estudio obligatorio entre otras cosas porque arroja elementos de juicio indispensables al momento de pensar las concepciones con las que abordamos los problemas de la cultura, en particular el de la violencia y sus efectos.

FREUD Y TEMÁTICAS RELACIONADAS CON LA CULTURA

Decididamente concebimos a la Promoción de la Salud Mental como una forma de incidir en la cultura buscando afectar las trazas de un malestar que más allá de la polaridad individuo/sociedad, involucran la vida de relación entre las personas, de estas con respecto de la adversidad y de las mismas en referencia a los modos de concebir y buscar el bienestar.  Beatriz Taber es una psicoanalista que nos ayuda a sintetizar el peso de la cultura en la obra de Freud, advirtiendo que no hay mención a textos clásicos tales como El Malestar en la Cultura, Porvenir de una ilusión y otros, tal el caso de su análisis sobre figuras de la política mundial como el presidente W. Wilson.

Los textos freudianos llamados sociales, todos y cada uno tratan del título: "Lazo social y transferencia". En ellos Freud describe y fundamenta razones de los dos ejes transferenciales presentes en los procesos colectivos: por un lado, con relación al Otro, padre o ideal, el padre de la horda primitiva en "Tótem y Tabú", Moisés en "Moisés y la religión monoteísta", el líder visible de las masas o la presencia invisible
del líder en las masas artificiales, Iglesia o Ejercito, en "Psicología de las masas y análisis del yo"; y por otro lado él trata en los mismos escritos con respecto de la transferencia al "otro", las relaciones con el semejante, los hermanos de la horda, los fenómenos de masa.[5]

En 1918, en el Congreso Mundial de Psicoanálisis realizado en Budapest, Hungría, Sigmund Freud se refería explícitamente al problema social relacionado con una condición, la neurosis, agudizada como epidemia en Europa durante los días posteriores a la primera Gran Guerra.  Entonces, en su intervención dirigida al Congreso, Freud sostuvo:

“...puede preverse que alguna vez la conciencia moral de la sociedad despertará y le recordará que el pobre no tiene menores derechos a la terapia anímica que los que ya se le acuerdan en materia de cirugía básica. Y que las neurosis no constituyen menor amenaza para la salud popular que la tuberculosis, y por lo tanto, lo mismo que a esta, no se las puede dejar liberadas al impotente cuidado del individuo perteneciente a las filas del pueblo.”[6]

No obstante durante más de cien años de desarrollo del psicoanálisis, lo que se ha denominado psicoanálisis en extensión, ha demostrado posibilidades de vinculación del ejercicio psicoanalítico con la pedagogía, la psiquiatría, la medicina, los procesos sociales de conciliación, las disciplinas forenses, etc. Pero quizás el ámbito en el que el psicoanálisis ha podido construir todo un recorrido conceptual y práctico fundamental, ha sido en el del trabajo con grupos, estrategia tan cara a las actividades propias de la Promoción de la Salud.  En dicho ámbito es pionero Wilfred Bion, desde Inglaterra y de cuya experiencia han surgido variedad de modelos de intervención grupal exitosos no solamente desde el punto de vista terapéutico sino en cuanto a que aportan a resoluciones de tareas específicas afrontadas por sus participantes. 

María Laura Frucella presenta una síntesis a modo de concepción sobre lo grupal que permite pensar el aporte del psicoanálisis al trabajo con grupos y que citamos a continuación:

“El dispositivo grupal es entendido como un espacio transicional en el que el sujeto asume una posición activa a partir de la cual puede emitir sus propios trazos. Es una instancia de cruce entre lo individual y lo colectivo, que propone no solamente el despliegue de la singularidad deseante sino también la posibilidad de arribar a acciones instituyentes a nivel de lo comunitario. Desde el lugar de la coordinación, se interviene apuntando a desanudar los obstáculos que se van presentando en el camino hacia el despliegue de la singularidad. Al mismo tiempo, se hace posible la detección de demandas de atención clínica individual que surjan entre los concurrentes a los talleres y se le da lugar por medio de la derivación.”[7]

En estas páginas no se presentará exhaustivamente una especie de estado del arte sobre las posibilidades de extensión del psicoanálisis, sino unos antecedentes, mediatos e inmediatos, que posibilitan justificar la pertinencia de esa extensión al campo de la Promoción de la Salud Mental.


IDENTIFICACIÓN DE ALGUNOS PROBLEMAS

Con todo lo anterior es necesario aclarar que ni la Promoción de la Salud Mental ni el Psicoanálisis tienen como característica particulares el acuerdo absoluto sobre las temáticas que abordan en su conceptualización y en su práctica.  Maravillosamente ambos escapan a la tentación de postularse como manifestaciones de un Pensamiento Único y resulta obligatorio asumir tal escapatoria como indudable prueba de salud mental.  Esto deja posibilidades para que una labor confiada en las bondades de lo hermenéutico se lance a formular con toda la nitidez posible aquellas preguntas necesarias y pertinentes para el desarrollo de los conceptos que reclama una acción que, repetimos, procura incidir notablemente en el ámbito de la cultura.

PROBLEMAS EN CUANTO A LAS DEFINICIONES DE LO QUE ES SALUD MENTAL

DESDE EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL

En el cuadro 1 presentamos tres definiciones procedentes de autores o de instituciones, y a continuación nos referiremos a los problemas que presentan.

ENTIDAD Y/O AUTORES
DEFINICIÓN


OMS[8]

Es un estado de bienestar en el que el individuo desarrolla sus propias habilidades, puede enfrentar las tensiones normales de la vida y es capaz de hacer contribuciones a su comunidad.



FEDERACIÓN MUNDIAL DE SALUD MENTAL[9]

Salud mental es un estado de desenvolvimiento satisfactorio de las funciones mentales, de desarrollo de actividades productivas, relaciones enriquecedoras con los otros y de contar con la habilidad para cambiar y para enfrentar exitosamente la adversidad.



JOUBERT Y RABEURN[10]

La definen como la capacidad de cada uno y de todos para sentir, pensar y actuar en formas que aumenten nuestra habilidad de disfrutar de la vida y de enfrentar los retos. Es un sentido positivo de bienestar emocional y espiritual que respeta la importancia de la cultura, la equidad, la justicia social, las interconexiones y la dignidad personal.


Apoyándonos en el trabajo de Carmen Millé y Haydée Rosovski[11] presentaremos algunos problemas que ofrecen las anteriores definiciones, advirtiendo por nuestra parte la diferenciación evidente que expresa la tercera de ellas, producida por Joubert y Rabeurn.

Las dos autoras mencionadas destacan de entrada un problema y es que la salud mental no se refiere solamente a individuos, sino que también debe referirse a grupos (Joubert y Rabeurn lo mencionan), problema evidente en las definiciones propuestas por la OMS y por la Federación Mundial de Salud Mental. 

“La salud mental no es simplemente una característica de los individuos: las escuelas, vecindarios, organizaciones y grupos específicos (mujeres, refugiados o migrantes, por ejemplo) pueden tener bajos niveles de salud mental como resultado de la exclusión, la pobreza, la violencia, el desarraigo y la inseguridad”.[12]

Igualmente la discriminación por género y por edad, la homofobia y la discriminación racial también pueden incidir sobre la salud mental de las poblaciones.  Pero, además, el hecho de que la salud mental varíe en las diferentes etapas de la vida ofrece particulares dificultades al momento de intentar una definición única de lo que es salud mental.  Sin mencionar la incidencia decisiva de factores ambientales, económicos y sociales, que disponen a las personas y a los grupos de modos diferentes frente al estado de salud mental.

Las autoras citan lo que ha sido identificado por otros autores como problema a uno que, creemos, ofrece especiales posibilidades a que, por ejemplo, el respeto por la diferencia, concepto que se promueve como saludable desde el punto de vista mental, haga parte del modelo mismo.  Nos referimos a  que sea difícil lograr un consenso acerca de lo que es la salud mental. Los autores son Cowen[13] y Secker[14].  La forma en que lo expresan es interesante citarla:

Aunque hay acuerdo sobre algunos ingredientes de lo que constituye la salud mental no hay un total consenso, ya que dentro de toda definición de bienestar se encuentran, abierta o encubiertamente, expresiones de valor. Dado que los valores varían según las culturas - así como a través de subgrupos e individuos dentro de una misma cultura-, la definición ideal e uniformemente aceptada de qué es salud y salud mental es difícil de alcanzar, lo que ha representado un reto y una limitación para el desarrollo de programas.[15]

Vale la pena considerar que estamos no ante un defecto sino ante una virtud y que definiciones “ideales e uniformemente aceptadas” no solamente son difíciles de alcanzar sino indeseables.  Aunque no imposibles…













UN RESUMEN DE LAS DIFICULTADES


DISCUSIÓN CON RESPECTO A DEFINICIÓN OMS


Tomemos como punto de partida la definición de la entidad mundial de la salud que goza simultáneamente del privilegio de ser citada a la par que criticada por un buen número de autores.  De cada una de las definiciones presentaremos después de repetirla, la enumeración de las principales críticas que se le señalan.



OMS

Es un estado de bienestar en el que el individuo desarrolla sus propias habilidades, puede enfrentar las tensiones normales de la vida y es capaz de hacer contribuciones a su comunidad.



1. Se refiere al individuo lo que genera un problema cuando se define que la promoción de la salud mental no va dirigida a individuos sino a poblaciones, a grupos. 

2. Desarrollar (habilidades), enfrentar (tensiones normales) y ser capaz (de contribuir a la comunidad): todos estos verbos suponen acciones, pero no hay referencia ni al pensamiento ni a la emoción (Ver Brunner, J., Realidad Mental y mundos posibles). 

3. La exigencia de que todo ello sea en relación con un estado de bienestar como requisito para que las acciones efectivamente definan una buena salud mental.  En torno a las definiciones de bienestar resulta imposible evitar la emergencia de expresiones de valor con respecto al mismo, y como con respecto a los valores hay diferencias de todo tipo (culturales, sociales, generacionales, de género…) resulta imposible (e indeseable) pretender una sola definición de bienestar.

4. Si se establece que a una definición podría adjudicársele un valor de tipo heurístico*, cabría preguntarse si esta definición de la OMS sería adecuada en esa perspectiva.  Por lo pronto pareciera que no lo tiene (valor heurístico) pues desde la formulación remitida a lo individual, procura más obstáculos que posibilidades a una Promoción de la Salud Mental que establezca entre sus estrategias privilegiadas la intervención con grupos humanos.






DISCUSIÓN CON LA DEFINICIÓN DE LA FMSM




FEDERACIÓN MUNDIAL DE SALUD MENTAL
FMSM

Salud mental es un estado de desenvolvimiento satisfactorio de las funciones mentales, de desarrollo de actividades productivas, relaciones enriquecedoras con los otros y de contar con la habilidad para cambiar y para enfrentar exitosamente la adversidad.


1. En esta definición el individuo no está señalado explícitamente aunque todo el tiempo se alude a él.

2. Se hace referencia a las funciones mentales y a las actividades productivas pero no a las emociones. 

3. Destaca como habilidad la de cambiar y enfrentar exitosamente la adversidad.

4. ¿Posee valor heurístico?: tampoco destaca el nexo entre diferencias culturales, sociales, generacionales, de género. 

5. La idea de la satisfacción reemplaza la de bienestar (en lugar de estado de bienestar se dice estado desenvolvimiento satisfactorio).

6. Tampoco establece el nexo entre determinantes de la salud mental y circunstancias específicas de los contextos (homofobia, racismo, discriminación por la edad, etc.).


DISCUSIÓN CON LA DEFINICIÓN DE JOUBERT Y RABEURN




JOUBERT Y RABEURN

La definen como la capacidad de cada uno y de todos para sentir, pensar y actuar en formas que aumenten nuestra habilidad de disfrutar de la vida y de enfrentar los retos. Es un sentido positivo de bienestar emocional y espiritual que respeta la importancia de la cultura, la equidad, la justicia social, las interconexiones y la dignidad personal.



1.  Esta definición remite tanto al individuo como a todos

2. Incluye pensamiento, emoción y acción, en relación con habilidades para disfrutar la vida y enfrentar los retos (pero no de “saber” inteligentemente reuhirlos).

3. ¿Un sentido positivo? O más bien ¿un sentimiento positivo? Relacionado íntimamente con el respeto por valores tales como equidad, justicia social, interconexiones (?) y la dignidad personal.

4. Es quizás, de las tres, la que a mi parecer tiene mayor valor heurístico, pues coloca los elementos propios de la actividad mental (pensar, sentir y actuar) y hace alusión a aspectos fundamentales como justicia social, dignidad personal, respeto, todos ellos inherentes a la Promoción de la Salud Mental.

DISCUSIÓN ACERCA DE LA NECESIDAD DE CONTAR CON UNA DEFINICIÓN DE LO QUE ES LA SALUD MENTAL

Son varias las causas que dificultan el logro de una definición de lo que es la salud mental:

1. La primera es que se trata de un tema cuyo contenido es altamente valorativo.

a. Las evaluaciones de los síntomas que se aplican a individuos o poblaciones, varían según las representaciones sociales existentes y los paradigmas científicos predominantes.[16],[17]

b.  Un mismo comportamiento puede evaluarse de modo diferente dependiendo del contexto en que se realiza.

2. Un mismo comportamiento, pensamiento o emoción pueden abordarse de modo diferente según sea la perspectiva psicológica desde la cual se analice.[18]

3. Las representaciones populares de la enfermedad, que también varían según las regiones, las épocas o las poblaciones.

4.  Existen diferentes criterios para definir la salud mental dependiendo qué sea lo predominante en el enfoque, si el diagnóstico, si lo epidemiológico, cuestionándose el hecho de que la selección de criterios diagnósticos produce un solapamiento de lo real al punto de que la enfermedad dependerá del cumplimiento o no de los criterios seleccionados.[19]

En resumen, la confluencia de estas cuatro causas, hace inviable la posibilidad de contar con una definición uniforme y única de salud mental.[20]

Por otra parte, los conceptos de salud y enfermedad mental, también están sujetos a dificultades en lo que se refiere a su definición y a los alcances que se les adjudica a cada uno. 

1.  Alguien puede tener un problema relacionado con la salud mental sin estar mentalmente enfermo.[21]

2.  Una cosa es considerar la enfermedad mental como algo patológico y otra es enfocarla como una reacción adaptativa[22] ante las presiones del medio, del contexto social, de la vida familiar, etc.  Así, los procesos migratorios[23], el desempleo, las diferencias de género, de edad, de clase social[24], entre otras[25], tienen un papel fundamental en los modos de enfermar o de estar sano mentalmente.

3. No toda experiencia de enfermar necesariamente conduce a quien la contrae a quedar reducido en la condición de absoluta minusvalía: también es posible que dicha experiencia conduzca al paciente a introducir modificaciones en el orden de su existencia a las que no hubiera accedido de no mediar la enfermedad en el proceso.  Son conocidos los nexos de las declaraciones “impertinentes”  de algunos enfermos mentales que restituyen la verdad de una situación al campo de lo visible.

4. Hay acciones humanas que representan verdaderas locuras sin que sus gestores cumplan con criterios diagnósticos (DSMIV-R o CIE-10) para psicosis: los excesos de la razón (no desvíos sino excesos) que se manifiestan a través del desarrollo letal de armas de todo tipo, de cálculos según los cuales resulta más rentable producir heridos en el adversario en lugar de producir muertos, en fin, toda la racionalidad actual de la práctica de la guerra, a través de acciones que el común de las personas rápidamente denomina demenciales, es planeada, dirigida y aplicada por seres humanos que no alucinan, ni deliran, ni padecen de insomnio ni de  baja autoestima ni de dificultades para la socialización y la vida en comunidad y gozan de coeficientes de inteligencia muy superiores.

5. Definitivamente es en el campo de la patología mental donde se pueden encontrar verdaderas odiseas en la intención de definir y, sobre todo, de clasificar.  Bien sea que se refiera al historial de la paranoia y “sus” vaivenes entre las tesis constitucionalistas y las dinámicas, o bien se refiera a las discusiones entre orgánico VS funcional, endógeno VS exógeno, desarrollo VS estructura.  En este ámbito podríamos aceptar las intenciones de apegar la investigación acerca de la enfermedad mental como correlato de las investigaciones acerca de la enfermedad “física”, con la exportación de todos los conceptos inherentes al modelo médico de la misma: historia natural, etiología, signos y síntomas, etc.  Pero cuando se trata de definir la “salud mental”, resulta francamente difícil evitar su deslizamiento veloz hacia el ámbito de la pura ideología y de la moral. 

¿EDUCACIÓN EN SALUD O PASTORALES DE NUEVO TIPO?

No se quién -y menos recuerdo en qué artículo-  se refería impertinentemente al funcionario que trabaja en el ámbito de la salud mental como a un encargado-encartado.  Encargado de participar en el diseño y en la ejecución de políticas públicas referidas al campo de la salud mental; encartado con encontrarse inevitablemente y siempre con la dificultad para alejar lo que debe ser una guía de operación de la condición de nuevo dogma de fe.

El encarte no procede de sus propias capacidades personales, la mayor parte de las veces suficientes par ejercitar su encargo.  Procede del hecho mismo de que el discurso salubrista ampliado al campo de la salud mental se exime de utilizar el aporte de la hermenéutica que, a mi modo de ver, permitiría aprestigiar el valor de la pregunta por sobre el valor de la respuesta segura e inapelable. 

Una manifestación bien precisa de la negativa a confiar en el valor hermenéutico de la pregunta abierta, es la entronización como ideal de objetividad de la negativa a considerar lo teórico y que lleva a los editores del Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana a postular como virtud de dicho manual su carácter deliberadamente ateórico. Es indudable que en lo referente a las instrucciones para poner en funcionamiento una máquina determinada, por ejemplo, un radio, no tendría valor alguno que el fabricante advirtiera sobre la necesidad de que el comprador estuviese al tanto de la discusión airada que ocurre entre defensores de la física newtoniana y partidarios de la moderna teoría del caos.  Un saber sobre fractales probablemente ayudaría al comprador de la máquina a postular la necesidad de contar con una geometría no euclidiana para comprender ruidos procedentes de la inexacta sintonía de una emisora. Pero no tendría otro propósito que incitar al comprador en la sospecha de falta de seriedad del fabricante cuando no de una muestra de su locura.  Para las máquinas la ateoricidad deliberada por parte de las instrucciones para instalación y uso sean no solamente innecesarias sino contraproducentes.  Pero para establecer el estado de salud o de enfermedad mental de una persona la ateoricidad deliberada es el acto de quien se representa el valor de su definición como verdad única, indiscutible, confesando de paso, la intención de establecer valoraciones del estado de salud o de enfermedad acorde con sus particulares modos de entender lo que significa la salud y la enfermedad mentales.

Una consecuencia práctica de esta verdadera ilusión de conocimiento es la apelación cada vez más habitual al uso de la lista de síntomas (conocida como check list), con respecto de los cuales el encuestado no tiene otra opción que la de contestar “sí”, “no” y “a veces”, a cada uno de los ítems que el encuestador le formula.  De sus respuestas y del puntaje obtenido después de sumar algunas, dependerá la adquisición de un diagnóstico con respecto del cual tendrá qué vérselas de ahí en adelante en su vida. 













 



[1] Summerfield, Derek, El impacto de la guerra y de la atrocidad en las poblaciones civiles. - Principios básicos para intervenciones de ONG’s y una crítica de los proyectos de trauma psicosocial.  En: Castaño, Bertha y cols., Violencia política y trabajo psicosocial, Corporación AVRE, Prisma Ltda.., 1998, página 71.
[2] Ibíd., pág. 71
[3] Ibíd., pág. 89
[4] Fue lo que decididamente discutimos en un trabajo de 2000 y al que remitimos.  Cfr: Botero, E., Castaño, M., Solís, R., Velásquez, E., Duelo, acontecimiento y vida, ESAP-COLCIENCIAS, Santa Fe de Bogotá, Marzo de 2000.
[5] Taber, Beatriz.  Lazo social. En: http://www.acheronta.org/acheronta14/lazosocial.htm, No. 14, 2001. Visualizado el 27 de marzo de 2007.
[6] Freud, Sigmund….
[7] Frucella, María L., En busca de las huellas colectivas. –Una experiencia singular. En: http://www.acheronta.org/acheronta12/huellas.htm, No. 12, Diciembre de 2000.  Visualizado el 27 de marzo de 2007.  Las cursivas son nuestras
[8] WHO, Information Fact Sheet N° 220. Strengthening Mental Health Promotion, 2001

[9] Mental Health & Work The World Federation for Mental Health, Co–sponsored by WHO. 10 October 2001, pág. 71

[10]N. Joubert., J. Raeburn. 1998 Mental Health Promotion: People, Power and Passion. International Journal of Mental Health Promotion. Inaugural Issue. Pavilion Publishing (Brighton) Limited. págs. 15-22

[11] Mille, C. y Rososki, H., Promoción de la salud mental: un enfoque basado en la evidencia, Fotocopia, México, DF, 2002

[12] Ibíd.
[13] Cowen, E. The enhancement of psychological wellness: Challenges and opportunities. American Journal of Community Psychology, 1994, 22, 149-179. 

[14] Secker, J. Current conceptualizations of mental health and mental health promotion. Healt Education Research, 1998, 13, 57-66.

[15] Millé, C., Rososki, H., op. cit. s.p.
*Del griego "heurísko", (encontrar, inventar), es el término con el que nos referimos al método o procedimiento usado en la investigación o en el descubrimiento de algo.
[16] González de Pablo, A.; Arrizabalaga, J.; Arquiola, E.; Martínez, J.; Huertas, R. y  Montiel, L. (1993). "La locura y las enfermedades mentales en la Historia". Historia 16. Madrid.
17. Rosen, G. (1974). Locura y sociedad. Sociología histórica de la enfermedad mental. Alianza Universidad. Madrid.
18. Silvana de Rosa, (1987). "The social representations of mental illness". En W. Doise y S. Moscovici (Comps.). Current issuses in european social psychology. Vol 2. Cambridge University Press. Cambridge.
19. Mirowsky, J. y Ross, C.E. (1989).  Social causes of psychological distress.  Aldine de Gruyter. New York.
20. Warr, P. (1987). Work, unemployment and mental health. Oxford University Press. Oxford.
 
[21] Jahoda, M. (1980). Current concepts of positive mental health. Arno Press. Nueva York (Trabajo original publicado en 1958)

[22] Cochrane, R. (1983). The social creation of mental illness. Longman. Londres
[23] Alvaro, J.L.; Torregrosa, J.R. y Garrido Luque, A. (1992). Influencias sociales y psicológicas en la salud mental. Siglo XXI. Madrid.

[24] Bastide, R. (1988). Sociología de las enfermedades mentales. Siglo XXI. Madrid. (Trabajo original publicado en 1965).

[25]Tusquets, J.L. y M.J. Murcia, M.J. (1988). Enfermedad mental y entorno urbano. Metodología e Investigación. Anthropos. Barcelona.