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E. BOTERO T.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA LEY DE VÍCTIMAS EN EL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO


Por María Cristina Irurita

(Entrevista en la revista Semana por el Padre Francisco de  Roux , S. J., publicada en la edición : (1518); por la periodista y politóloga María Jimena Duzán; reproducida, en su totalidad en la revista de la Universidad Javeriana, Bogotá, D.C./junio2011/N1268

María Cristina  Irurita  Cruz

En  la citada entrevista, la periodista María Jimena Duzán, responde  a  preguntas planteadas en su libro: (Mi  viaje al infierno, Norma: 2010) ;  su libro crónica al mejor estilo de Truman Capote, entrelaza la pesquisa judicial del crimen de su hermana y  de un grupo de campesinos en el Magdalena Medio, masacre cometida en Cimitarra,  Santander, Colombia, en el año 1990.  Simultáneamente es la historia familiar de mujeres valientes,  luchadoras en la adversidad de la guerra fratricida  que desangra a Colombia, desde los conflictos no resueltos de la Guerra de los 1000 días. La polifonía del texto de María Jimena,  impecable como pieza judicial, devela la impunidad de la justicia colombiana que han sufrido las víctimas del conflicto interno, al mismo tiempo enmarca la tragedia colombiana en una narrativa hermosa, apasionada, relato  de mujeres que cuentan esta historia de infamia, desde la mirada de madre, hermana, y sobre todo cronista de los hechos ocurridos.

Los personajes de la entrevista, han tenido experiencia de vida y muerte en el Magdalena Medio, el  Padre Francisco de  Roux,  S. J. provincial de la Compañía de Jesús en Colombia y la periodista María Jimena Duzán, quien asume en esta  entrevista su papel de víctima, y  aboga por  el reconocimiento , que debe hacer,  la sociedad colombiana de la dignidad como víctimas. En una relación dialógica, M.J.D. como locutora interpela en el enunciado de la “la ley de víctimas” dentro del  contexto del conflicto armado colombiano al Padre Francisco de Roux  S.J. provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, que como interlocutor válido, por su experiencia de 13 años en el Magdalena Medio colombiano enuncia su apreciación , en la entrevista:

1.-  …“Antes de esa ley, el escenario era el siguiente: de un lado, un país institucional bueno, equitativo, sin corrupción totalmente transparente y, del otro, un grupo malo de guerrilleros y paramilitares  y terroristas que podrían ser 30.000, que estaban atacando a ese país bueno…
En ese  escenario,  por supuesto, no había conflicto armado interno: tan solo un país bueno que estaba siendo atacado por un grupito de malos. Y lo que había que hacer era acabar militarmente con la maldad para que prevaleciera el país bueno, institucional,  anticorrupto , transparente…”

2.- M.J.D.    Adivino en sus palabras cierto cinismo…

“No, no es cinismo, es la realidad .Antes de la ley había un país que consideraba que nosotros los colombianos no teníamos ninguna responsabilidad con las víctimas, porque quienes las estaban causando eran unos malos y entonces había que cargarles a esos malvados todas las responsabilidades de lo que estaba ocurriendo”.

3.- M.J.D.    Esa fábula fue la que se inventó el gobierno de Uribe durante ocho años para decir que en este país no había conflicto interno?

“Digamos que esa fábula, como tú la llamas-yo le digo ilusión-, no era sólo del presidente Uribe. También era la realidad en que venía comprometida gran parte de la clase dirigente, desde tiempo atrás. Ahora las cosas cambiaron: hoy podemos decir que aquí hay un conflicto armado interno, que hay razones muy graves por las cuales hemos llegado a ese conflicto, que hay muchas víctimas y que ahora reconocemos que todos somos responsables. Ese es el espíritu   de la ley y creo que sugiere una transformación moral y política importantísima.”

domingo, 11 de septiembre de 2011

PARA UNA APOLOGÍA DE LA LECTURA EN SILENCIO



A propósito de una entrevista concedida por Harold Bloom

Eduardo Botero T.


Leer en silencio fue lo que admiró  Agustín de Hipona de Anselmo, su precursor y maestro.  Sin considerar este detalle resulta muy difícil entender porqué sus Confesiones representan uno de los más elocuentes e iniciales ejercicios de introspección de Occidente.  Quien lee en silencio conversa consigo mismo, nos recuerda Harold Bloom y esta verdad solo puede captarla quien se ejercita de tal modo. 

Desde las primeras letras, esas que repetimos fonéticamente como inauguración de un camino que sabemos cómo se inicia pero desconocemos a dónde nos conducirá, desde ese instante algo nuevo se instaura en el pensamiento y más que el placer por su novedad es la resonancia reverberante la que nos mantendrá convencidos de la conveniencia por permanecer en este verdadero nuevo mundo.

Sí, las letras, las sílabas, las palabras y las frases han estado allí, siempre, nos preceden y se nos notifican pronunciadas por las voces de los otros.  Como América, que estaba allí desde siempre.  De alguna manera todos sucumbimos a la fascinación por lo que creemos descubrimiento único y aunque carezcamos del apoyo de los reyes de España, católicos por demás, seremos atrapados para siempre y por siempre por el descubrimiento que hacemos. 

Lo que se inicia es el camino de una comunicación que nos pondrá en contacto con los libros y sus autores, esos otros que invitamos a hacer parte de nuestra interioridad sin pedirles otra cosa que la de ofrecernos oportunidades para acceder de otros modos a la comprensión y al entendimiento, eso sí, apurados por el afán de hacer placentero el acto de pensar. 

Como la inmanencia de la naturaleza, cada autor se fragmentará en el número de lectores que consigan leer su obra: el verbo no cesa de hacerse carne y cuerpo y permanecer habitando entre nosotros.  Nominarlo es una manera de introducir un olvido acerca del acontecimiento que conjuga naturaleza y cultura en su repetición incesante.  Si se le quiere considerar divinidad, no será una que juzgue, que castigue o que premie, Baruch Spinoza supo descifrarlo.  Quien logra conservar el asombro infantil con la repetición fonética de las primeras letras, sabrá apreciar la estética de esta re-creación permanente.  Habrá tantos Borges como lectores de Borges existan y tantos Cervantes como lectores de Cervantes haya.

martes, 6 de septiembre de 2011

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXVII



LAS PELADAS Y LA ADRENALINA DE LO NARCO 2


Por: Casa de las Estrategias.
Tomado de: http://www.lasillavacia.com/elblogueo/narcorama/27276/las-peladas-y-la-adrenalina-de-lo-narco-2








“Yo pa’ qué le voy a decir mentiras pero yo si me siento atraída por los pelados calientes”, decía una entrevistada para referirse a los delincuentes. Cuando le preguntamos por qué, ella decía que sabía que no estaba bien pero que existía una atracción que no se explicaba, porque a veces era inconsciente, que luego ella sí se acomodaba a un estilo de vida de derroche y de vivir al límite, el estilo de vida de una sola rumba.

El crimen juvenil, y en la primera línea de fuego sí es una sola rumba y la resaca es la misma muerte, llega una sola vez acabando toda la diversión. Descansaré cuando esté muerto, disfrutaré todo en lo que me queda de vida. El cuerpo se apuesta todo en el presente, desde el barrio pobre es lo que tengo para dar y desde la efímera abundancia del crimen juvenil es lo que tengo para disfrutar.

Se vive la vida por fuera de ella con sustancias alucinógenas y drogas legales, se vive el amor en su mecánica febril y ficticia del sexo y la colección de conquistas carnales. Se vive el amor como “un macho” y entre machos por la importancia de contar y comentar como máximo placer: un amor que se narra y se exhibe antes y mejor que sentirlo.

“¿POR QUÉ NOS GUSTAN?”

Al final de los grupos focales le preguntamos a las peladas qué hacía atractivo a un delincuente para sus vecinas y se pusieron de acuerdo en una jerarquía de plata, diversión y seguridad.

“Primero la plata y con la plata viene la diversión: que uno pueda ir a pasear con las amigas en una moto y que la vean, luego ya viene la protección, poderle decir, papi ésta me está mirando feo… muchas buscan un hombre que haga escándalos por ella”

Haciendo una lectura cuidadosa de los relatos y el anecdotario encontramos que alrededor de esta jerarquía están los problemas con el Estado, su ilegitimidad y su estorbo; el peso de la moral y la ilegalidad de la diversión y el machismo en cuanto a la protección.

jueves, 1 de septiembre de 2011

¿ESPIRITUANÁLISIS? III




Eduardo Botero Toro




Una pregunta: ¿existen unas circunstancias espirituales propias de esta época que reclamen la existencia de un psicoanálisis compatible con ellas?  Volvamos sobre lo mismo, pero de otro modo: la pregunta puede abordarse, desde una perspectiva contemporánea, a condición de que establezcamos qué se entiende por espiritualidad y qué se entiende por psicoanálisis.  La denominación “espirituanálisis” propuesta por Jean Allouch exige que se realicen tales desplazamientos.  Hay quien haya afirmado que ni el judaísmo, ni el cristianismo ni las religiones orientales ofrecen posibilidades de compatibilidad con esas circunstancias espirituales (Cfr. Friedmann, G. La Puissance et la sagesse, París, 1970, p. 359). 

Tendríamos que sobreponer otra exigencia, adicional a la que hace Allouch: la de precisar qué entendemos por “circunstancias espirituales propias de esta época”.  Hemos de vérnoslas con una parte del que podemos llamar espíritu de esta época consistente en desconfiar con excesiva velocidad de la palabra “espiritual”.  Desde el más atrasado de los bachilleres hasta el más encumbrado intelectual, fácilmente coinciden en esa desconfianza sin que por ello el primero se sienta encumbrado a cimas inimaginables ni el segundo degradado a simas pretéritas.  Entenderemos por espiritualidad la confluencia del pensamiento, la imaginación y el sentimiento, en aquellos actos que demuestran esa confluencia así como en aquellas técnicas o ejercicios destinados a propiciarla.  Se nos antoja, de entrada, a la que un Jerome Brunner presenta como realidad mental en su Realidad Mental y Mundos Posibles.  Entonces entendamos por “circunstancias espirituales” aquellas trazas de la cultura que se reclaman procedentes de una concepción que  se propone operar desde la perspectiva del todo.

Si, por otra parte, situamos al psicoanálisis del lado de la tradición occidental que hace de la parrhesía elemento fundamental de las relaciones del sujeto con la verdad, su compatibilidad con las circunstancias espirituales de esta época provendrá necesariamente de que lo consideremos una variante de ejercicio espiritual (silencio, palabra, notas, otro, ejercicio entre dos, siguiendo a Foucault en La Hermenéutica del sujeto).  No nos desanime que se confunda nuestra apreciación y sea objeto de burla si alguien la compara con los Exercitia spiritualia  de   Ignacio de Loyola.  Por los estudiosos de la antigüedad y sus nexos con el cristianismo, sabemos que el término exercitium spirituale, antecede en varios siglos al fundador de la Compañía de Jesús, remontándose a esa askesis de la antigüedad entendida no como ascetismo sino como ejercicio propio del cuidado de sí (Cfr. Hadot, Pierre.  Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Ed. Siruela, 2006, pp. 24-5).  Y es justamente a esta procedencia a la que habremos de remitirnos para precisar el significado de las palabras espiritualidad, ejercicio espiritual y… espirituanálisis.

En La hermenéutica del sujeto, en la primera lección de 1982 dictada por Michel Foucault en el Colegio de Francia, el autor nos avisa de que su abordaje de las relaciones del sujeto con la verdad, esa vez será a partir del desarrollo de la noción de inquietud de si mismo, en otras ocasiones presentada como cuidado de sí, destacando que mucho difiere la expresión epimeleia heautou griega de la traducción latina cura sui. 

Con todo y que la historia de la filosofía encumbró a la fama la inscripción en la piedra de las palabras gnothi seauton (“Conócete a ti mismo”), Foucault se vale de investigaciones históricas, filosóficas y arqueológicas para señalar que esa inscripción era una expresión, entre otras, de la epimeleia heautou (las otras dos serían: “de nada en exceso” y las “cauciones”; ambas referidas a la necesidad que debía tener el consultante del oráculo para hacer economía de preguntas y precisar muy bien las que se formularían sin comprometerse con algo que no pudiera honrar).  Foucault, además, nos recuerda que en La apología de Sócrates, Platón presentará a su maestro como alguien que “esencial, fundamental, originariamente tiene como función, oficio y cargo el de incitar a los otros a ocuparse de sí mismos, a cuidar de sí mismos y no ignorarse” (Foucault, op. cit. Pag. 18).  Para Foucault lo que existe es un acoplamiento de las dos nociones, manteniendo siempre el prestigio la socrática pero sin borrar ni hacer desparecer la de la inquietud por sí mismo.  Sócrates sería el hombre ejemplo de la inquietud de sí, pero no solamente él.

Está Epicuro a quien Foucault cita (P. 22) de la Epístola de Meneceo estas palabras del  filósofo que sirvió de objeto de tesis siglos después a Carlos Marx: “todo hombre debe ocuparse, día y noche y a lo largo de su vida de su propia alma.”  Therapeuein es el término que emplea Epicuro, con toda su consistencia polisémica: como cuidados médicos, como servicio a un amo y como participación en el culto a una divinidad.  Están los cínicos orientando a poner la atención alrededor de las cosas que nos rodean y que nos conciernen en lugar de desgastarnos en especulaciones acerca de aquellas que no podemos controlar (Séneca y sus Cartas a Lucilio). También los estoicos, con Epicteto a la cabeza y sus Pláticas. Y está toda una época en la que la noción de ocuparse de sí mismo se convirtió en tono esencial de la cultura, comprometiendo el modo de ser de cada quien.  Por eso debe tenerse en cuenta también la ascesis cristiana que de muchas maneras recoge la noción del cuidado de sí y las lleva a variadas formas, como es el caso de un Gregorio de Niza para quien, la noción de cuidado de sí comienza por liberarse del matrimonio, exigencia muy lejana de cualquiera que al respecto pudiera caber en los anteriores.