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E. BOTERO T.

domingo, 27 de febrero de 2011

EL HORIZONTE DE NUESTRA ÉPOCA II

UNA ELECCIÓN ÉTICA


Eduardo Botero Toro


Me interrogo acerca de la explicación que Freud da del descontento popular en su Malestar en la Cultura, también traducida como La Civilización y sus Descontentos por otras editoriales.  Allí dice que todo el descontento procede de la relajación de la eticidad de las clases dirigentes…

HORIZONTE DE NUESTRA ÉPOCA I

¿NUEVA ERA?

“Dios Mío ¿qué es lo que está sucediendo?”
Un ateo




Eduardo Botero Toro


Si alguien deseó alguna vez conocer en profundidad el significado de la palabra revolución tiene en estos momentos la coyuntura precisa para hacerse a un saber profundo y fecundo.  Todo depende de la actitud, claro: el militante de cualquiera de los dogmatismos que sobreviven, descubrirá, quizás por primera vez en muchos años, la correlación estrecha entre la ansiedad y la tartamudez.  Ya es un logro revolucionario escuchar tartamudear a un dogmático.

viernes, 25 de febrero de 2011

“MI VIAJE AL INFIERNO” III DE MARÍA JIMENA DUZÁN



DIDÁCTICA DESTINADA A COMPRENDER LA OCURRENCIA Y LA SUPERACIÓN DE UN DUELO COAGULADO




Eduardo Botero Toro


Llamamos “duelo coagulado” aquella manera de reaccionar frente a una pérdida, mediante la cual el sobreviviente prefiere, de manera deliberada y voluntaria, no pensar en (ni hablar de) lo sucedido, toda vez que así consigue impedir el asalto de emociones que supone le llevarían a sucumbir, a enloquecer.

OSCAR ESPINOSA: REFLEXIONES SOBRE NUESTRA VIOLENCIA COTIDIANA











Por Oscar Espinosa Restrepo


En la propia vida, individual y colectiva y en las condiciones  que la rigen desde el Estado y la familia, en los mecanismos de producción por la historia social y por la estructura subjetiva es donde podemos encontrar respuesta, nuevas interrogaciones o replanteamientos del problema en términos más esclarecedores.

domingo, 20 de febrero de 2011

EL REY TARTAMUDO Y EL TEGUA EFICAZ

“EL DISCURSO DEL REY”

O DE LA DICCIÓN NECESARIA PARA ENFRENTAR LA ELOCUENCIA DEL ADVERSARIO

Eduardo Botero T.


Película: El discurso del rey. Título original: The king’s speech. Dirección: Tom Hooper. País: Reino Unido. Año: 2010. Duración: 118 min. Género: Drama histórico. Interpretación:  Colin Firth (Bertie, rey Jorge VI), Geoffrey Rush (Lionel Logue), Helena Bonham Carter (reina Isabel), Guy Pearce (rey Eduardo VIII), Jennifer Ehle (Myrtle Logue), Derek Jacobi (Cosmo Lang),Michael Gambon (Jorge V), Timothy Spall (Winston Churchill), Anthony Andrews (Stanley Baldwin). Guion: David Seidler. Producción: Iain Canning, Emile Sherman y Gareth Unwin. Música:  Alexandre Desplat. Fotografía: Danny Cohen. Montaje: Tariq Anwar. Diseño de producción: Eve Stewart. Vestuario: Jenny Beavan. Distribuidora: DeAPlaneta. Estreno en Reino Unido: 7 Enero 2011. 



I.

Todavía existen personas a las que conmueve todo lo que se refiera a las monarquías.  Yo no puedo evitar la emergencia del fantasma del Doctor Guillotín y su humanitario invento, ese que los revolucionarios humanistas franceses supieron aplicar a los cuerpos de sus monarcas.  Cuando escucho la palabra “nobleza” me acomete una revulsión estomacal inefable.

miércoles, 16 de febrero de 2011

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXV

¿UN HIJO DE UNA PAREJA HOMOSEXUAL NECESARIAMENTE SERÁ HOMOSEXUAL?

Eduardo Botero T.

Esta pregunta representa en sí misma un modo de abordar el asunto de las parejas homosexuales como no aptas para la crianza.  Ella supone dos cosas por lo menos: en primer lugar, su exclusividad, pues no suele hacerse también para las parejas heterosexuales (¿Un hijo de una pareja heterosexual necesariamente será heterosexual?); en segundo lugar, de modo  implícito, se deja ver la inquietud latente que abruma a quien pregunta: la de que algún día la homosexualidad desaparecerá de la faz de la tierra. 

WALTER BENJAMIN: "SUEÑOS DE NUBES"


Una cosa es viajar; otra cosa es hacer del viaje una experiencia. El gran Walter Benjamin enseña esa otra cosa: desde París, que “quiebra en mil pedazos las ofrendas”, hasta el pueblito italiano que sólo se hace verdad cuando es nombrado; y, en los altos del viaje, reflexiones sobre el recordar, el relatar, el aconsejar y la felicidad del olvido.








 Por Walter Benjamin *

No existe ninguna ciudad que esté más íntimamente ligada a los libros que París. Si Giraudoux tiene razón cuando dice que el sentimiento de libertad humano más acabado es el de seguir el curso de un río caminando lentamente, entonces aquí el ocio más perfecto, es decir, la libertad más dichosa, conduce al libro y se sumerge en él. Pues hace siglos que la hiedra de hojas sabias se prendió de los muelles despojados del Sena: París es un gran salón de biblioteca atravesado por el río.

martes, 15 de febrero de 2011

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXIV

LA BUENA CRIANZA

Eduardo Botero T.


“A mi me dieron rejo todo el que quisieron y, miren  ¿parezco traumatizado…? ¡Qué va! Son pendejadas de los psicólogos.  Reinita: ¿yo le parezco traumatizado?  ¿Cierto que no?  ¡Tan bella! Mírenla cómo me responde el angelito: está pa’chuparse como este huesito de pollo, ¿si o no reinita?  Vean,  contesta que sí con esa carita de ángel, como si yo no la conociera en la intimidad haciendo cochinaditas con este viejo sano y vigoroso que le enseñó todas las posiciones habidas y por haber desde que estaba tiernita, como de 12 años, y se la gané en una mano de póker a su padre, alma bendita, que despaché por desleal y porque me dijo que ella era virguito y mentiras, ella ya había probado y no con cualquiera, sino con ese mismísimo desgraciado del taita, pague por hijueputa.  Pero no me voy a perder, no señor, El Jilguero no canta en desorden: a mí mi papá si me dio pero no por el culo  sino en el culo y la diferencia cuenta malpensados, que me refiero al rejo, al cable de la plancha, a la correa humedecida en el lavamanos, que por todo me castigaba el viejo, viejo verraco, de esos que ya no se dan y que antes eran legión, de la legión de María Purísima sin pecado concebida, varón de varones siempre atento a corregirnos sin piedad ni compasión no fuéramos a desviarnos del camino correcto y miren ustedes: ¿me ven traumatizado?  Nooo, qué va hombre, traumatizado yo: el hombre llegaba todas las noches borracho y se metía al cuarto de cada uno a darle su ración diaria de fuete, dele que es fiesta carajo, y después, cansado, se iba a la pieza de mamá y allá la agarraba pero no a fuete y mamá decía que el día que no nos pegaba, nada que le funcionaba el aparato y se quedaba dormido quitándose los pantalones.  ¡Eso si que era varón, güevones, eso sí que era varón!  No como ahora que uno le va a pegar a un hijo y ahí mismo se mete la mujer a prohibírselo que dizque porque se traumatiza, con razón es que no sirven para nada estos vagos criados sin la eficacia del fuete y todos consentidos tomando viagra desde los quince años…  Melindrosos, cuidándose como mujeres el pelo y las uñas y el cuerpo todo, claro que todo hay que decirlo a veces a uno se le van las luces y El Jilguero podrá ser un atarbán pero sabe reconocer cuándo se equivoca.  ¿O no mi angelito que te caí ese día que me invitaste una amiguita y resultó que era un amiguito?  Es lo que les digo: parece un angelito pero es una diabla completa, las que sabe hacer, ni les cuento.  Vuelvo al asunto: ¿me ven traumatizado?  Y me dieron todo el rejo que quisieron, sobre todo mi papá, porque mi mamá usaba una chancleta.  Por eso es que no me marea nada, ni siquiera cuando vos, Relicario, descuartizás cristianos vivos pa’echáselos a las babillas del río, picaditos de una vez para que las criaturas no se encarten.  ¿Me has visto haciendo arcadas? ¿Cierto que no?  Es para que vean que a mi no me traumatizaron dándome fuete.  Y dejemos aquí porque hay que trabajar muchachos mientras yo me voy con el angelito a rezarle a la virgen, no vaya y nos lleve el diablo.”

ASALTO A LA ÓPERA

viernes, 11 de febrero de 2011

"CONFIDENCIAL" MINISERIE NACIONAL








"Jorge le cuenta a su esposa que tuvo un romance con Carmen mientras estuvo secuestrado, pero Ángela se empeña en seguir ocultando su traición. Pedro busca la manera de aliviar sus penas de amor."


DESPUÉS DE LA LIBERACIÓN, EL DOLOR


A propósito de la miniserie “CONFIDENCIAL” del canal Caracol


Eduardo Botero Toro



Lo liberaron y entonces se dio de bruces con que lo que le había servido como refugio durante doce largos años de secuestro, ahora, en la libertad, se convertía en su condena.  En el secuestro resulta fútil preguntarse si uno se enamora o no: ya se tiene bastante con pagar condena sin haber sido sometido a juicio, descubrirse ficha de un macabro juego de intereses en pugna en el que a lo mejor se tuvo algún grado de participación, verse reducido a cumplir con las órdenes proferidas por carceleros provistos de una capacidad de odio fríamente ejercida y calculada.

domingo, 6 de febrero de 2011

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXI







GARANTIZAR LOS DERECHOS DE LOS JÓVENES NO ES LA CAUSA DE LA VIOLENCIA DE ALGUNOS


A Manuel Teodoro y Silvia Corzo...

Eduardo Botero Toro




Nos rasgamos las vestiduras explicando que nuestros jóvenes se han vuelto especialmente violentos porque cuentan con la impunidad necesaria.  La falta de castigo, pensamos, ha contribuido a acrecentar su predisposición a la violencia y al abuso por parte de criminales de mayor edad que los utilizan para sus protervos fines.  Hay quienes sugieren que el endurecimiento del trato, la posibilidad de imputación y el incremento de las penas, servirían para disuadirlos de modo suficiente como para que esa predisposición disminuyera.  La pasión que disimula la ideología a través de documentales aparentemente rigurosos en materia de investigación periodística, insiste en que si no se actúa en esa dirección, pronto estaremos abocados a un estado de desorden tal que estará en peligro la sociedad entera.

PALABRAS AL VIENTO

NUDOS EN LA GARGANTA QUE IMPIDEN LANZAR PALABRAS AL VIENTO



Eduardo Botero T.



Tengo atorada la garganta con la palabra biopsia.  Mi mujer y mi hija, ambas, están pendientes del resultado de una.  Y todos los demás también. 

Destaco la tranquilidad de todos, incluso la que yo aparento. Pareciera como si no se estuviera a la espera de una noticia que puede ser desagradable.  Llevamos cinco años en esto y, hasta el presente, en más de una ocasión no hemos obtenido los resultados deseados sino los que retumban implacables en la memoria y en el corazón.

Adentro, bien adentro, tanto más por el atoramiento, otra cosa bulle como líquido en olla a presión.  Biopsia, según el DRAE, hace referencia tanto una medida tomada con fines diagnósticos como al resultado de la misma.  Doña María Moliner no difiere mucho en su definición, solo que especifica que el procedimiento recae en un tejido.  Para ambos: de bios y del griego opsis, vista. Para mí: espera que tortura.

Tortura por mil razones, pero sobre todo por una: hay loterías que nadie quiere ganarse, esta es una de ellas.  Por más conocimientos que puedas tener, la participación del azar resulta difícil de apartar.  Haciendo un balance de las muchas veces has comprado billetes de lotería que no te has ganado, esperarías que tampoco te ganarás esta.  Reparo: la malignidad, ¿cuestión de suerte?  Sí de mala suerte.  Y has contado tantas veces con la mala suerte de no ganarte un billete de la lotería que esperarías un destino diferente.

Como paciente, los ojos de los médicos no ven más que sacos de huesos y tejidos en nosotros.  Como médico, no logro evitar la pesadumbre de los colegas cuando me comunican determinadas decisiones, una de ellas, la de ordenar biopsias.

Es una situación que, aunque a veces me lleve a exclamar ¡pero porqué más bien no fui carpintero!, tomo con relativa serenidad para efectos de no contribuir con mi aprehensión a la pesadumbre de mis familiares.  Supongo que también vivo para eso, para sostener sobre mis hombros el peso de la incertidumbre y hacerla soportable para quienes quiero. 

A veces creo que todo el párrafo anterior es una impostura, una delicada mentira que logro creerme asistido por la fuerza imperativa del deseo.  “Diga mentalmente: con Jesús mi esposa y mi hija están salvas”, me recomienda amistosamente una colaboradora académica.  “Si usted piensa positivamente, se le cumplirá su deseo”, me dice otra persona.  No puedo evitar pensar en las bondades que ofrece el pensamiento infantil.  Pero no logro encontrarlo y mucho menos refugio en él. 

Trago saliva con dificultad.  Y envío al aire estas palabras.




miércoles, 2 de febrero de 2011

HISTORIA DEL PARTENÓN -COSTA GAVRAS














The Curse of Minerva *by George Gordon, Lord Byron
(composed: 17 March 1811, Athens)



  1.   Slow sinks, more lovely ere his race be run,
  2.   Along Morea’s hills the setting sun;
  3.      Not, as in northern climes, obscurely bright,
  4.      But one unclouded blaze of living light;
  5.   O’er the hush’d deep the yellow beam he throws,
  6.   Gilds the green wave that trembles as it glows;
  7.      On old Aegina’s rock and Hydra’s isle
  8.      The god of gladness shed his parting smile’
  9.   O’er his own regions lingering loves to shine,
  10.   Though there his altars are no more divine.
  11.      Descending fast, the mountain-shadows kiss
  12.      Thy glorious gulf, unconquer’d Salamis!
  13.   Their azure arches through the long expanse
  14.   More deeply purpled, meet his mellowing glance,
  15.      And tenderest tints, along their summits driven,
  16.      Mark his gay course, and own the hues of heaven;
  17.   Till darkly shaded from the land and deep,
  18.   Behind his Delphian rock he sinks to sleep.
  19.   On such an eve his palest beam he cast
  20.   When, Athens! here thy wisest look’d his last,
  21.      How watch’d thy better sons his farewell ray,
  22.      That closed their murder’d sage’s latest day!
  23.   Not yet—not yet—Sol pauses on the hill.
  24.   The precious hour of parting lingers still;
  25.      But sad his light to agonising eyes,
  26.      And dark the mountain’s once delightful dyes;
  27.   Gloom o’er the lovely land he seem’d to pour,
  28.   The land where Phoebus never frown’d before;
  29.      But ere he sunk below Citheron’s head,
  30.      The cup of woe was quaff’d—the spirit fled;
  31.   The soul of him that scorn’d to fear or fly,
  32.   Who lived and died as none can live or die.
  33.      But, lo! from high Hymettus to the plain
  34.      The queen of night asserts her silent reign;
  35.   No murky vapour, herald of the storm,
  36.   Hides her fair face, or girds her glowing form,
  37.      With cornice glimmering as the moonbeams play,
  38.      There the white column greets her grateful ray,
  39.   And bright around, with quivering beams beset,
  40.   her emblem sparkles o’er the minaret:
  41.      The groves of olive scatter’d dark and wide,
  42.      Where meek Cephisus sheds his scanty tide,
  43.   the cypress saddening by the sacred mosque,
  44.   The gleaming turret of the gay kiosk,
  45.      And sad and sombre ’mid the holy calm,
  46.      Near Theseus’ fane, yon solitary palm;
  47.   All, tinged with varied hues, arrest the eye;
  48.   and dull were his that pass’d them heedless by.
  49.   Again the Aegean, heard no more afar,
  50.   Lulls his chafed breast from elemental war;
  51.      Again his waves in milder tints unfold
  52.      Their long expanse of sapphire and of gold,
  53.   Mix’d with the shades of many a distant isle
  54.   That frown, where gentler oceans deigns to smile.
  55.   As thus, within the walls of Pallas’ fane,
  56.   I mark’d the beauties of the land and main,
  57.      Alone, and friendless, on the magic shore,
  58.      Whose arts revive, whose arms avenge no more; **
  59.   Oft as the matchless dome I turn’d to scan,
  60.   Sacred to gods, but not secure from man,
  61.      The past return’d, the present seem’d to cease,
  62.      And Glory knew no clime beyond her Greece!
  63.   Hours roll’d along, and Dian’s orb on high
  64.   Had gain’d the centre of her softest sky;
  65.      And yet unwearied still my footsteps trod
  66.      O’er the vain shrine of many a vanish’d god:
  67.   But chiefly, Pallas! thine, when Hecate’s glare,
  68.   Check’d by thy columns, fell more sadly fair
  69.      O’er the chill marble, where the starling tread
  70.      Thrills the lone heart like echoes from the dead.
  71.   Long had I mused, and treasured every trace
  72.   The wreck of Greece recorded of her race,
  73.      When, lo! A giant form before me strode,
  74.      And Pallas hailed me in her own abode!
  75.   Yes, ’twas Minerva’s self; but ah! how changed,
  76.   Since o’er the Darman field in arms she ranged!
  77.      Not such as erst, by her divine command,
  78.      Her form appeared from Phidias’ plastic hand:
  79.   Gone were the terrors of her awful brow,
  80.   Her idle aegis bore no Gorgon now;
  81.      Her helm was dinted, and the broken lance
  82.      Seem’d weak and shaftless e’en to mortal glance;
  83.   The olive branch, which still she deign’d to clasp,
  84.   Shrunk from her touch, and wither’d in her grasp;
  85.      And, ah! though still the brightest of the sky,
  86.      Celestial tears bedimm’d her large blue eye:
  87.   Round the rent casque her owlet circled slow,
  88.   And mourn’d his mistress with a shriek of woe!
  89.   “Mortal!”—’twas thus she spake—“that blush of shame
  90.   Proclaims thee Briton, once a noble name;
  91.      First of the mighty, foremost of the free,
  92.      Now honour’d less by all, and least by me;
  93.   Chief of thy foes shall Pallas still be found.
  94.   Seek’st thou the cause of loathing?—look around.
  95.      Lo! here, despite of war and wasting fire,
  96.      I saw successive tyrannies expire.
  97.   ’Scaped from the ravage of the Turk and Goth,
  98.   Thy country sends a spoiler worse than both.
  99.      Survey this vacant, violated fane;
  100.      Recount the relics torn that yet remain:
  101.   These Cecrops placed, this Pericles adorn’d,
  102.   That Adrian rear’d when drooping Science mourn’d.
  103.      What more I owe let gratitude attest—
  104.      Know, Alaric and Elgin did the rest.
  105.   That all may learn from whence the plunderer came,
  106.   The insulted wall sustains his hated name:
  107.   For Elgin’s fame thus grateful Pallas pleads,
  108.   Below, his name—above, behold his deeds!
  109.      Be ever hailed with equal honour here
  110.      The Gothic monarch and the Pictish peer:
  111.   arms gave the first his right, the last had none,
  112.   But basely stole what less barbarians won.
  113.      So when the lion quits his fell repast,
  114.      Next prowls the wolf, the filthy jackal last;
  115.   Flesh, limbs, and blood the former make their own,
  116.   The last poor brute securely gnaws the bone.
  117.      Yet still the gods are just, and crimes are cross’d:
  118.      See here what Elgin won, and what he lost!
  119.   Another name with his pollutes my shrine:
  120.   Behold where Dian’s beams disdain to shine!
  121.      Some retribution still might Pallas claim,
  122.      When Venus half avenged Minerva’s shame.”
  123.   She ceased awhile, and thus I dared reply,
  124.   To soothe the vengeance kindling in her eye:
  125.      “Daughter of Jove! in Britain’s injured name,
  126.      A true-born Briton may the deed disclaim.
  127.   Frown not on England; England owns him not:
  128.   Athena, no! thy plunderer was a Scot.
  129.      Ask’st thou the difference? From fair Phyles’ towers
  130.      Survey Bœotia;—Caledonia’s ours.
  131.   And well I know within that bastard land
  132.   Hath Wisdom’s goddess never held command;
  133.      A barren soil, where Nature’s germs, confined
  134.      To stern sterility, can stint the mind;
  135.   Whose thistle well betrays the niggard earth,
  136.   Emblem of all to whom the land gives birth;
  137.      Each genial influence nurtured to resist;
  138.      A land of meanness, sophistry, and mist.
  139.   Each breeze from foggy mount and marshy plain
  140.   Dilutes with drivel every drizzly brain,
  141.      Till, burst at length, each wat’ry head o’er-flows,
  142.      Foul as their soil, and frigid as their snows.
  143.   Then thousand schemes of petulance and pride
  144.   Despatch her scheming children far and wide:
  145.      Some east, some west, some everywhere but north,
  146.      In quest of lawless gain, they issue forth.
  147.   And thus—accursed be the day and year!
  148.      Yet Caledonia claims some native worth,
  149.      As dull Bœotia gave a Pindar birth;
  150.   So may her few, the letter’d and the brave,
  151.   Bound to no clime, and victors of the grave,
  152.      Shake off the sordid dust of such a land,
  153.      And shine like children of a happier strand;
  154.   As once, of yore, in some obnoxious place,
  155.   Ten names (if found) had saved a wretched race.”
  156.   “Mortal!” the blue-eyed maid resumed, “once more
  157.   Bear back my mandate to thy native shore.
  158.      Though fallen, alas! this vengeance yet is mine,
  159.      to turn my counsels far from lands like thine.
  160.   Hear then in silence Pallas’ stern behest;
  161.   Hear and believe, for time will tell the rest.
  162.   “First on the head of him who did this deed
  163.   My curse shall light,—on him and all his seed:
  164.      Without one spark of intellectual fire,
  165.      Be all the sons as senseless as the sire:
  166.   If one with wit the parent brood disgrace,
  167.   Believe him bastard of a brighter race;
  168.      Still with his hireling artists let him prate,
  169.      and Folly’s praise repay for Wisdom’s hate;
  170.   Long of their patron’s gusto let them tell,
  171.   Whose noblest, native gusto is—to sell;
  172.      To sell and make—may shame record the day!—
  173.      The state receiver of his pilfer’d prey.
  174.   Meantime, the flattering, feeble dotard, West,
  175.   Europe’s worst dauber, and poor Britain’s best,
  176.      With palsied hand shall turn each model o’er
  177.      And own himself an infant of fourscore.
  178.   Be all the bruisers cull’d from all St. Giles’,
  179.   That art and nature may compare their styles;
  180.      While brawny brutes in stupid wonder stare,
  181.      And marvel at his lordship’s stone shop there.
  182.   Round the throng’d gate shall sauntering coxcombs creep,
  183.   To lounge and lucubrate, to prate and peep;
  184.      While many a languid maid, with longing sigh,
  185.      On giant statues casts the curious eye;
  186.   The room with transient glance appears to skim
  187.   Yet marks the mighty back and length of limb;
  188.      Mourns o’er the difference of now and then;
  189.      Exclaims ’These Greeks indeed were proper men!’
  190.   Draws slight comparisons of these with those,
  191.   And envies Laïs all her Attic beaux.
  192.      When shall a modern maid have swains like these!
  193.      Alas! Sir Harry is no Hercules!
  194.   And last of all, amidst the gaping crew,
  195.   Some calm spectator, as he takes his view,
  196.      In silent indignation mix’d with grief,
  197.      Admires the plunder, but abhors the thief.
  198.   Oh, loath’d in life, nor pardon’d in the dust,
  199.   May hate pursue his sacrilegious lust!
  200.      Link’d with the fool that fired the Ephesian dome,
  201.      Shall vengeance follow far beyond the tomb,
  202.   And Eratostratus and Elgin shine
  203.   In many a branding page and burning line;
  204.      Alike reserved for aye to stand accursed,
  205.      Perchance the second blacker than the first.
  206.   “So let him stand, through, ages yet unborn,
  207.   Fix’d statue on the pedestal of Scorn’
  208.      Though not for him alone revenge shall wait,
  209.      But fits thy country for her coming fate:
  210.   Hers were the deeds that taught her lawless son
  211.   To do what oft Britannia’s self had done.
  212.      Look to the Baltic—blazing from afar,
  213.      Your old ally yet mourns perfidious war.
  214.   Not to such deed did Pallas lend her aid,
  215.   Or break the compact which herself had made;
  216.      Far from such councils, from the faithless field
  217.      She fled—but left behind her Gorgon shield;
  218.   A fatal gift that turn’d your friends to stone,
  219.   And left lost Albion hated and alone.
  220.   “Look to the East, where Ganges’ swarthy race
  221.   Shall shake your tyrant empire to its base;
  222.      Lo! There Rebellion rears her ghastly head
  223.      And glares the Nemesis of native dead;
  224.   Till Indus rolls a deep purpureal flood
  225.   And claims his long arrear of northern blood.
  226.      So may ye perish! Pallas, when she gave
  227.      Your free-born rights, forbade ye to enslave.
  228.   “Look on your Spain!—she clasps the hand she hates,
  229.   But boldly clasps, and thrusts you from her gates.
  230.      But Lusitania, kind and dear ally,
  231.      Can spare a few to fight, and sometimes fly,
  232.   Oh glorious field! by Famine fiercely won,
  233.   The Gaul retires for once, and all is done!
  234.      But when did Pallas teach, that one retreat
  235.      Retrieved three long olympiads of defeat?
  236.   “Look last at home—ye love not to look there;
  237.   On the grim smile of comfortless despair:
  238.      Your city saddens: loud though Revel howls,
  239.      Here Famine faints, and yonder Rapine prowls.
  240.   See all alike of more or less bereft;
  241.   No misers tremble when there’s nothing left.
  242.      ‘Blest paper credit;’ who shall dare to sing?
  243.      It clogs like lead Corruption’s weary wing.
  244.   Yet Pallas pluck’d each premier by the ear,
  245.   Who gods and men alike disdain’d to hear;
  246.      But one, repentant o’er a bankrupt state,
  247.      On Pallas calls,—but calls, alas! Too late:
  248.   Then raves for...; to that Mentor bends,
  249.   Though he and Pallas never yet were friends.
  250.      Him senates hear, whom never yet they heard,
  251.      Contemptuous once, and now no less absurd.
  252.   So, once of yore, each reasonable frog
  253.   Swore faith and fealty to his sovereign ‘log.’
  254.      Thus hailed your rulers their patrician clod,
  255.      As Egypt chose an onion for a god.
  256.   “Now fare ye well! enjoy your little hour;
  257.   Go, grasp the shadow of your vanish’d power;
  258.      Gloss o’er the failure of each fondest scheme;
  259.      Your strength a name, your bloated wealth a cream.
  260.   Gone is that gold, the marvel of mankind,
  261.   And pirates barter all that’s left behind.
  262.      No more the hirelings, purchased near and far,
  263.      Crowd to the ranks of mercenary war.
  264.   The idle merchant on the useless quay
  265.   Droops o’er the bales no bark may bear away;
  266.      Or back returning, sees rejected stores
  267.      Rot piecemeal on his own encumber’d shores:
  268.   The starved mechanic breaks his rusting loom,
  269.   And desperate mans him ’gainst the coming doom.
  270.      Then in the senate of your sinking state
  271.      Show me the man whose counsels may have weight.
  272.   Vain is each voice where tones could once command;
  273.   E’en factions cease to charm a factious land:
  274.      Yet jarring sects convulse a sister isle,
  275.      And light with maddening hands the mutual pile.
  276.   “’Tis done, ’tis past, since Pallas warns in vain;
  277.   The Furies seize her abdicated reign:
  278.      Wide o’er the ream they wave their kindling brands,
  279.      And wring her vitals with their fiery hands.
  280.   But one convulsive struggle still remains,
  281.   And Gaul shall weep ere Albion wear her chains.
  282.      The banner’d pomp of war, the glittering files,
  283.      O’er whose gay trappings stern Bellona smiles;
  284.   The brazen trump, the spirit-stirring drum,
  285.   That bid the foe defiance ere they come;
  286.      The hero bounding at his country’s call,
  287.      The glorious death that consecrates his fall,
  288.   Swell the young heart with visionary charms,
  289.   And bid it antedate the joys of arms.
  290.      But know, a lesson you may yet be taught,
  291.      With death alone are laurels cheaply bought:
  292.   Not in the conflict Havoc seeks delight,
  293.   His day of mercy is the day of fight.
  294.      But when the field is fought, the battle won,
  295.      Though drench’d with gore, his woes are but begun:
  296.   His deeper deeds as yet ye know by name;
  297.   The slaughter’d peasant and the ravish’d dame,
  298.      The rifled mansion and the foe-reap’d field,
  299.      Ill suit with souls at home, untaught to yield.
  300.   Say with what eye along the distant down
  301.   Would flying burghers mark the blazing town?
  302.      How view the column of ascending flames
  303.      Shake his red shadow o’er the startled Thames?
  304.   Nay, frown not, Albion! for the torch was thine
  305.   That lit such pyres from Tagus to the Rhine:
  306.      Now should they burst on thy devoted coast,
  307.      Go, ask they bosom who deserves them most.
  308.   The law of heaven and earth is life for life,
  309.   And she who raised, in vain regrets, the strife.”

    (Poem was a Satire about the "Elgin Marbles," the
    antiquities taken from the Acropolis in Athens
    and shipped to England during that time. 
    Although Byron never intended to publish this poem,
    a copy was stolen from him and printed without his approval)
    ** (line amended from original:  Whose arts and arms but live in poets’ lore;
    as Byron requested the following year, although it was not done.)






VERSIÓN EN ESPAÑOL SE PUEDE ENCONTRAR EN: http://filosofiacr.wordpress.com/la-lechuza-de-minerva/