LAS MÁQUINAS NO INTRODUCEN UNA NOVEDAD AL MODIFICAR LAS NOCIONES DE TIEMPO Y DE ESPACIO
Eduardo Botero Toro
¿Es novedoso el hecho de que el desarrollo científico-tecnológico haya modificado las nociones de espacio y de tiempo? Lo virtual, al convertirse en lo real, supone que las coordenadas ligadas al desplazamiento del cuerpo decidan innecesaria esta condición para efectos del encuentro con otros, por ejemplo.
Pero el descubrimiento del inconsciente, y particularmente la inteligencia acerca de la actividad psíquica que se continúa durante el dormir y a través del soñar, ya nos había informado acerca de la existencia de otros modos de suceder todo lo relacionado con el espacio y con el tiempo.
El encuentro “físico” con otro nos obliga a elegir qué hacer ahí, en el instante, si prolongarlo o suspenderlo. Nos obliga, por supuesto, a ser creativos en el caso de querer suspenderlo. El encuentro virtual con el otro nos da la opción pobre y popular de hacer simplemente “click” para que el otro desaparezca de nuestro campo perceptual. La máquina será nuestra disculpa en caso de tener que responder por nuestra acción. En el sueño es otra cosa: la desaparición de la escena depende de otra fuerza que escapa a nuestra voluntad, Freud la llamó la censura, la represión.
Y la clave para entender el sentido de la disculpa que invocamos para suspender un encuentro o para haber hecho “click” y conseguir la interrupción de la comunicación con otro a través de la máquina, ni se encuentra en la voluntad ni se encuentra en la máquina misma. La clave se encuentra en la lógica que rige el soñar, en lo inconsciente.
Toda conducta humana es un acto pleno de sentido, fue lo que Freud postuló para significar que en el campo de la subjetividad podría existir una “ciencia” que lo sustentara: principio del placer, principio de realidad, más allá del principio del placer, las dos tópicas, el descubrimiento del papel de la compulsión a la repetición, transferencia, pulsión, etc.
Probablemente no fuera imaginable que la realidad del inconsciente llegara a constituirse en territorio de resistencia contra el embate de una determinación que entroniza la máquina en el lugar de supremo sujeto de saber. Como señaló Néstor Braunstein en Cali: la máquina no puede adivinar qué soñaré mañana ni cuál será mi reacción frente a ese sueño.
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