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E. BOTERO T.

domingo, 6 de febrero de 2011

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXI







GARANTIZAR LOS DERECHOS DE LOS JÓVENES NO ES LA CAUSA DE LA VIOLENCIA DE ALGUNOS


A Manuel Teodoro y Silvia Corzo...

Eduardo Botero Toro




Nos rasgamos las vestiduras explicando que nuestros jóvenes se han vuelto especialmente violentos porque cuentan con la impunidad necesaria.  La falta de castigo, pensamos, ha contribuido a acrecentar su predisposición a la violencia y al abuso por parte de criminales de mayor edad que los utilizan para sus protervos fines.  Hay quienes sugieren que el endurecimiento del trato, la posibilidad de imputación y el incremento de las penas, servirían para disuadirlos de modo suficiente como para que esa predisposición disminuyera.  La pasión que disimula la ideología a través de documentales aparentemente rigurosos en materia de investigación periodística, insiste en que si no se actúa en esa dirección, pronto estaremos abocados a un estado de desorden tal que estará en peligro la sociedad entera.



Pero fácilmente se olvida considerar que una conducta humana encuentra posibilidades para su realización en contextos que la favorezcan.  Y esta sociedad de la que hacemos parte representa el mejor de los contextos favorecedores de la violencia practicada por los jóvenes puesto que en ella misma se han entronizado como poder, los que se han favorecido con el uso de la violencia como instrumento privilegiado para conseguir sus fines.



Una cosa es la disciplina eficaz que cada banda criminal logra establecer a su interior, otra cosa es cuando varias bandas que se hayan beneficiado con el uso de la violencia, procuran convertirse en modelo de sociedad.  Los lumpenizados no pueden aspirar a otra cosa que a una supervivencia basada en el sometimiento a formas de poder mucho más poderosas puesto que cuentan con instrumentos disuasivos que derivan su hegemonía del hecho de que vastos sectores de la población siguen identificándolos con valores supremos y ejerciendo la creencia, mediante el apoyo, de que esos instrumentos continúan adheridos a los fines por los cuales fueron creados. 



El lumpen aspira a conseguir el favor perpetuo de su amo, cosa que no conseguirá jamás pues el Amo se reserva el derecho de decidir qué hacer con él.  Una hipertrofia del presente como única realidad verdadera del tiempo, es la forma casi religiosa con la que el hampón se hace a la idea de que, siendo inevitable la muerte temprana, bien vale la pena concederse toda la licencia para operar en beneficio de aquel mismo que él reconoce como su propio sepulturero. 



El ideal es el mismo: llegar a ser poder, llegar a aquel lugar desde el cual la transgresión de la ley esté garantizada porque se ha llegado a ser la ley misma.  Si algunos lo han podido conseguir, por qué no intentarlo y apostarle a que el logro se repita.  Apuesta ingenua, si se quiere, pero en nada diferente de otras más ingenuas como aquella de que portándose bien se llegará al cielo.  Sobre la base de que lo único seguro es la muerte y de que la vida está reducida al mero presente, se cotiza una probabilidad por lo escasa, por lo exclusiva, por lo inusual: la de convertirse en Patrón.



Más que alrededor del dinero, es alrededor del poder, ese verdadero objeto capaz de capturar la universalidad de las libidos, que se organizan los ideales del hampa.  En una sociedad civilizada, consideraba Italo Calvino, es a los hampones a quienes toca vivir clandestinamente; en una sociedad corrupta, sucede al revés.  Considerando todo lo que hemos conocido acerca de cómo es que disfrutan de su castigo los mandos medios del hampa en las cárceles del país, ¿a quién pude quedar la duda de que el crimen sí pague? 



La prensa amarillista, que ha demostrado niveles de complicidad con el hampa sobre todo al hacer de la explicitud de sus acciones medios para la elevación de ventas y rating de sintonía, cumple la misión de exaltar el comportamiento violento de los jóvenes guardando absoluto silencio acerca del contexto en que ocurre.  Porque ella hace parte de ese poder  establecido y cuyo único mandamiento es el de ganarás no importa lo que debas hacer para lograrlo. 



Un silencio absoluto sobre ese contexto es una concesión a los imperativos que prescribe: solamente dirás aquello que, simultáneamente, brinde incremento de las ganancias y mantenga intacto el orden que facilita la operación. 



El resultado es siempre igual: la satanización de una conducta reemplaza el ejercicio de pensamiento riguroso y, por esa vía, mantiene la información en el campo de la ideología religiosa, cada vez más de corte calvinista, para la cual si eres predeterminado por la divinidad para ejercer el mal, nada de lo que hagas en vida podrá librarte del designio. 



Promover la idea de que una educación respetuosa de los derechos del niño es la que ha propiciado el incremento de su disposición para la delincuencia se corresponde perfectamente con el ideal mafioso que se representa como sociedad perfecta la extensión pública de sus propios modos de proceder.   Es el método que ha usado tradicionalmente la ideología fascista para aprestigiar su respectivo modelo de sociedad.  Economía de mercado y partido único: Mussolini, la actual República Popular China…  En la que laboralmente el verbo liquidar deje de significar el pago de prestaciones y cesantías al trabajador que ha sido despedido o que ha presentado su renuncia y pase a convertirse en el significado que tiene en el ámbito mafioso.



¿Todavía alguien cree que se ha llegado a este estado de cosas por la pura y exclusiva habilidad de los hampones, una buena parte de ellos en la tumba o en la cárcel? 




Es más fácil elegir al joven como objeto de escándalo y de abuso.  Solazarse con la disposición que tenga alguno de ellos para confesar la falta de culpa con la ejecución de sus crímenes.  Exponerle como supuesta consecuencia de una ley que procuraba legislar en beneficio de los derechos de los niños.  Satanizarlo para efectos de mantener oculto todo aquel poder que propicia y asegura la impunidad necesarias para crímenes que beneficien su manutención y acrecentamiento. 




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