INVITACIÓN A PARTICIPAR CON SUS COMENTARIOS

ES MUY IMPORTANTE PARA ESTE BLOG CONTAR CON LA PARTICIPACIÓN DE SUS SEGUIDORES, PARTICIPACIÓN ACTIVA, CONSISTENTE EN SUBIR SUS COMENTARIOS ACERCA DEL CONTENIDO QUE SE PUBLICA EN EL BLOG Y EN SUBIR SUS PROPIOS ARTÍCULOS.

E. BOTERO T.

miércoles, 16 de febrero de 2011

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXV

¿UN HIJO DE UNA PAREJA HOMOSEXUAL NECESARIAMENTE SERÁ HOMOSEXUAL?

Eduardo Botero T.

Esta pregunta representa en sí misma un modo de abordar el asunto de las parejas homosexuales como no aptas para la crianza.  Ella supone dos cosas por lo menos: en primer lugar, su exclusividad, pues no suele hacerse también para las parejas heterosexuales (¿Un hijo de una pareja heterosexual necesariamente será heterosexual?); en segundo lugar, de modo  implícito, se deja ver la inquietud latente que abruma a quien pregunta: la de que algún día la homosexualidad desaparecerá de la faz de la tierra. 

En verdad que la pregunta deja entrever la angustia en los dos niveles mencionados.  Si se acepta que la homosexualidad es una opción legítima y se la ha sustraído de los meandros del pecado y de la enfermedad, ¿qué importa si de una pareja homosexual el hijo que hayan criado también decide serlo?  Solo para quien  la existencia de la homosexualidad constituye un problema (problema de mal comportamiento desde el punto de vista religioso, problema de salud pública desde el punto de vista sanitario, problema legal desde el punto de vista forense), la pregunta indicaría que ese resultado posible significa un agravamiento de la situación.  De ahí a criticar y actuar fervorosamente en contra del derecho de las parejas homosexuales a adoptar y criar hijos, hay menos de un paso. 

Pero retomemos el asunto inicial: ¿Un hijo de una pareja heterosexual necesariamente será heterosexual?  ¿Necesariamente?  Esto quiere decir que colocamos el asunto en manos de una intervención desmesurada de la naturaleza y que los temas de la crianza no serían más que subrogados de instintos atávicos que se impondrían inexorablemente en el curso de ella.  Existen quiénes se hacen esperanzas al respecto y confían en que el desarrollo científico tecnológico algún día revelará la presencia de algún gen, el de la crianza, o de alguna constelación poli-génica, la de la educación, involucrada en las 50 mutaciones que se han calculado que ocurren en el paso de una generación a otra.   

Esto nos conduce a una primera objeción de fondo al planteamiento del problema mediante la pregunta: la crianza, esto es, lo que acontece en la transformación de un ser en sujeto mediante la intervención de adultos que tramitan al ámbito doméstico los temas de la cultura y dan testimonio con su manera de pensar, de sentir y de actuar del modo como están afectados por ellos.  La variedad en los destinos de hijos aquejados por el síndrome de Down, explicada a partir de los modos de posicionarse subjetivamente sus padres frente a la adversidad que ha tomado a sus hijos, bastaría para refrendar que los destinos de la crianza provienen fundamentalmente del modo en que el sujeto da testimonio de su atrapamiento por la cultura más allá de los límites que la naturaleza establezca.










Habrá quién pueda asegurar que un hijo de una pareja heterosexual necesariamente será heterosexual pero tendrá que vérselas al momento de probar su afirmación estableciendo aquellas condiciones que hagan inevitable ese destino.  Es de prever que la puesta en cuestión del término mismo (heterosexual), no pida cabida en su argumentación pues le conduciría a conclusiones que pondrían en aprietos la precaria seguridad de su yo en el intento.  Más si bordeara por los asuntos del narcisismo que insinúa el enamoramiento de sí mismo, es decir, de “uno” por “otro” del mismo sexo.  Pero esto sería demasiado: saben ciertos neuróticos hacer lazo para convenir el envío de estas consideración al cuarto de San Alejo.

Finalmente: como variedad del uso del deseo, del cuerpo y de las elecciones amorosas, la homosexualidad es un destino posible entre otros inextricablemente unido a la historia de la humanidad sobre la tierra. Suponer posible su desaparición, bien sea mediante el sometimiento de los homosexuales a reconocerse pecadores arrepentidos, bien sea que se asuman patológicamente explicados, no hace más que destilar la confianza depositada en el resurgimiento de instituciones de castigo inquisitoriales o concentracionarias, ya intentadas en un pasado no muy remoto siempre queriendo probar posible la imposición de un modelo ideal de comportamiento y de ejercicio del deseo. 

Yo creo que en medio de la polémica debería prestarse atención a lo expresado por un médico psiquiatra de Bogotá, el Dr. Franco: este señala con franqueza que el problema principal de nuestra niñez es el abandono en el que se encuentra y que a la hora de establecer cuáles son las condiciones más favorables para que una adopción brinde mejor futuro a esos chicos, se privilegiara la aptitud y la disposición de las parejas para tal fin.  Que sean homosexuales o heterosexuales sería un asunto secundario.



2 comentarios:

  1. Digamos además que la pregunta hace caso omiso de la singularidad. Habrá parejas de homosexuales no aptas para la crianza de hijos, como existen parejas de heterosexuales en igual situación.

    ResponderEliminar
  2. La sociedad ha construido un imaginario de lo que representa la homosexualidad en nuestra cultura, vínculos con la anormalidad y la demonología que lo excluyen y lo apartan, mas allá, es reflexionar en la singularidad, las elecciones y construcciones que se manifiestan en la realidad psíquica del sujeto que al ubicarse en el dispositivo familiar, da paso a un conjunto de relaciones sociales que permiten ir configurando desde las funciones parentales, la identidad del niño educado en la familia.

    ResponderEliminar