AL OÍDO Y LA MIRADA DE LAS BELLAS ALMAS
California, el estado de California, octava economía del mundo, se apresta a celebrar un referéndum mediante el cual se busca legalizar la producción, el comercio y el consumo de marihuana.
Dos enemigos mortales tiene el propósito: las ligas y ciudadanos partidarios de la abstinencia como única política legítima y los narcotraficantes.
Los primeros suponen que aun controlan el poder de los países en que sus delegados gobiernan. Y que la producción, el tráfico y el consumo, configuran una representación, excepcional, del Mal que es preciso –y posible- combatir.
Los segundos se lucran con la ilegalidad del producto que es la que confiere el valor agregado expresado en miles de millones de dólares.
Los segundos mueven su dinero a través del circuito legal bancario cuyos dueños, se supone, son parte del grupo de los primeros. Es decir: la operación bancaria es legítima porque se corresponde con el ordenamiento social que es comandado y controlado por las buenas gentes.
¿Qué representa para los bancos el hecho de que el dinero del narcotráfico circule por sus cuentas?
Beneficios.
Ergo: los dos enemigos de la legalización de la producción, el comercio y el consumo de la marihuana, se benefician de la ilegalidad.
Súmese a los anteriores la inmensa y frondosa burocracia administrativa, policial y carcelaria, que también se beneficia con la ilegalidad. Persiguiendo marihuaneritos, las autoridades policiales se eximen de responder por la persecución de los grandes maleantes. Y los traficantes de armas, muchos de los cuales invierten en narcóticos porque su comercio les ofrece la liquidez indispensable para mantener el negocio de armas.
En la victoria de la guerra contra las drogas nadie cree ya. De hecho, los grandes laboratorios farmacéuticos, destinan cuantiosos recursos en la investigación, producción y comercialización de sustancias capaces de modificar el estado de ánimo de los consumidores, en franca competencia con las drogas ilegales llamadas recreativas.
En el submundo del llamado microtráfico prosperan con alevosa y creciente intensidad los emisarios de los grandes negocios ilegales: todos aquellos que se benefician con el tráfico, a gran escala, saben que parte del éxito del negocio también radica en la continua rotación de los expendedores. Por eso no resulta contradictorio que sean los mismos benefactores los que persigan a los pequeños distribuidores. Las altas tasas de desempleo y subempleo existentes, ofrecen garantía suficiente para la rotación de los mismos sin poner en peligro la continuidad de la oferta.
Es un negocio siniestro, verdaderamente diabólico. Si en algún lugar se prohíbe el consumo de sustancias ilegales, es en el interior de las bandas criminales encargadas de la distribución de las mismas. El sujeto que sea sorprendido en flagrancia, consumiendo el producto del negocio, inmediatamente es eliminado. O liquidado.
Muchas almas bellas deberían tener en cuenta estas consideraciones al momento de manifestar su oposición a la legalización.
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