INVITACIÓN A PARTICIPAR CON SUS COMENTARIOS

ES MUY IMPORTANTE PARA ESTE BLOG CONTAR CON LA PARTICIPACIÓN DE SUS SEGUIDORES, PARTICIPACIÓN ACTIVA, CONSISTENTE EN SUBIR SUS COMENTARIOS ACERCA DEL CONTENIDO QUE SE PUBLICA EN EL BLOG Y EN SUBIR SUS PROPIOS ARTÍCULOS.

E. BOTERO T.

miércoles, 20 de junio de 2012

LA VENGANZA DE EDGARDO BORRERO SOTO


Por Eduardo Botero Toro

¿Venganza?  ¡La mía!

En primer lugar, él está muerto, totalmente, sin atenuantes, líchigo.  En segundo lugar, sus crías andan de huída, cambiándose los nombres.  En tercer lugar, la tía Rubiela, que vivía tan agradecida con los regalos del mafioso, sufre de una esclerosis múltiple que no la deja en paz ni un segundo.  En cuarto lugar, los aliados del capo, andan también de huída, unos que creyeron que volviéndose poder político podrían ponerse a salvo, qué va, no han podido, otros haciéndose más malos que el más malo, andan pactando entregas con sus perseguidores a  trocando vida, bienes y delaciones, por rebaja de penas. ¿Honra?  Qué honra…

Y yo que era el único de esa caterva de morrongos  que no le comía cuento a ese tontoniel empujado, aquí estoy, viéndolos a todos huir cada cual cogiendo quién sabe qué caminos para ponerse a salvo no de las autoridades sino de ese pasado que los carcome, los atormenta y los mantiene empepados de cuenta del Dr. Sanalotodo que no le niega a nadie ninguna pastilla para calmar la nervia que se los come. 

Por eso digo que venganza-venganza, la mía…  Es que así se trata a las venéreas, con nitrato… Ni trato con rufianes, ni trato con lavadores, ni trato con gente que usa la retórica como disfraz de la decencia.  ¿Qué me quedé solo?  Pues, con semejante compañía, para qué estar acompañado, digo yo.  ¿Qué todos pensaban que era el bobo de la casa?  Pues sí, nada mejor para alguien inteligente hacerle creer al que se las da de vivo, de que es un idiota.  Hamlet bendito! 

Yo veo el fantasma de mi padre asesinado primero psicológicamente y después físicamente por el bobo azuzado, que porque dizque era comunista y él iba a acabar con todos los comunistas para que lo dejaran entrar al Club de Los Elegidos por la puerta de adelante y no por la de atrás, que ya le fastidiaba.  Es que ni siquiera el arzobispo iba a dejar que lo veláramos que porque era un incrédulo, cuando mi mamá y mis hermanos y mis tíos todos eran católicos camanduleros. Todos acudieron al Dr. Sanalotodo a preguntarle por mi caso, mi caso, sí, mi negativa a hacer parte de la natillera mafiosa organizada por los lugartenientes del rufián y el Dr. Sanalotodo les explicaba que mi padre sufría de una enfermedad mental muy grave que yo había heredado.

¡Y dele a recetar pepas qué fascinación por las pepas legales!

Yo me negué a tomarlas sabía que cuando se tienen ideas claras lo peor es llenarse de químicos para desbaratarlas y poner la mente al servicio del que te atosiga preguntándote cuánto has dormido, si estás comiendo o no y si tienes ideación suicida activa o no.  Y mi idea era clara frente al propósito de pertenecer a esa feligresía semi-clandestina que consiguió formar el mafioso.  No quería pertenecer a ningún culto, menos a uno que hacía de la deslealtad y del sicariato sus máximos oficiantes.  Allá ellos con sus ganas de ser industriosos sin sudor, de ascender en la escala social soplando bazuco y lamiéndole el culo a los lugartenientes del capo. 

Por eso insisto que venganza propiamente dicha, la mía.  Ellos han quedado infestados soportando el sabor del sarro en sus lenguas, dándose golpes de pecho ante la imagen de María Auxiliadora y la tía Rubiela sollozando porque la epe-esa no le autoriza el medicamento que le recetó un colega del Dr. Sanalotodo.  Que por costoso.  La misma vieja que desfilaba montando el mejor de los caballos de los establos de un socio del rufián, cada año, religiosamente, nada más que para ser vista… La pobre tía Rubiela…

El hijo de puta mandó a matar a mi papá y en lugar de generar mayor repudio entre sus descendientes, estos se dieron a la tarea de probar fidelidad absoluta a sus caprichos y mandatos.  Había qué ver cuando llegaba a casa, antecedido por una caterva de escoltas que movían todo de arriba abajo para cerciorarse de que no corría peligro alguno.  ¡Cómo salía despedida la tía Rubiela! gritando: ¡Llegó Saulo! ¡Llegó Saulo! Y todos detrás de ella formando graniadito un corrillo alrededor del imbécil que no dejaba de andar como si se tratara del amo y señor del universo.  Y de las casas vecinas salía gente por montones con ganas de saludar directamente al Patrón y este se escabullía hacia adentro para salvarse de la romería.  Y preguntaba por mí el hijue puta y la tía Rubiela diciéndole “vos sabés Saulo que él es muy raro y nada que logramos forzarlo a tomarse la droga recetada por el Dr. Sanalotodo” y entonces el vergajo no preguntaba más y yo me tenía que poner en posición fetal para tratar de no escuchar la algarabía que se formaba.  Y ella entraba a mi pieza a decirme “mirá comunista hijueputa –ella era hermana de mi mamá- si no te parás a saludarlo, te embuto la droga en inyecciones así no te volvás a parar en años, malparido”.  Y yo entonces me metía medio alkaseltzer en la boca y empezaba a “convulsionar”, sabiéndome golpear lo suficiente como para que los golpes y la babaza que me salía por la boca la convencieran de que lo mejor era largarse de mi cuarto…

Mi venganza ha sido simple, hacerme el bobo todo este tiempo.  Mi cansancio es evidente.  Tal vez por eso me pongo a escribir.  Como para recordar que yo era hasta inteligente, que hubiera podido llegar muy lejos si hubiera hecho parte de esa jauría de hijos de puta. Llegué, a mis 70, vivo.  Que es mucho decir en este país.






2 comentarios:

  1. "Cuando estoy entre locos me hago el loco" (Diógenes, el cínico; 412 AC-323 AC).

    ResponderEliminar
  2. heroica venganza para tan nauseabunda realidad

    ResponderEliminar