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E. BOTERO T.

domingo, 5 de diciembre de 2010

A VECES NOS CITAN... IV






LO QUE NO CESA DE SER CALLADO




Resumen

A raíz de los hechos violentos que se vivencian en la cotidianidad colombiana, se propone que desde un acompañamiento desde el psicoanálisis se pueda realizar una elaboración de esos retornos de lo real, es decir, un saber hacer, más allá de los circuitos de víctima – victimario sostenidos por los excesos de memoria u olvido alimentados por algunas intervenciones que al desconocer esos retornos, las ocultan o las exhiben, las dos caras de la misma moneda de una praxis que cada vez más compete a los trabajadores y profesionales de las ciencias sociales, los cuales tienen que hacerse cargo de eso que no cesa de callarse.

Palabras claves: Real, trauma, disruptivo, tyché, goce.


En Colombia existe un conflicto, llámese armado o no, y éste no espera que desde los diferentes espacios políticos se pongan de acuerdo con su existencia, como tampoco deja de mostrar sus efectos en cada uno de los sujetos que vivencian esos hechos  fácticos como los llama el Psiquiatra, psicoanalista e investigador Moty Benyakar “fáctico es un término que refiere a lo dado más allá de su representación psíquica; se acostumbra a homologarlo con lo “Real, verdadero” (Benyakar, 2005).


Y en Colombia se han presentado una diversidad de hechos facticos que van desde masacres a poblaciones, desapariciones, asesinatos, secuestros y desplazamientos entre otros eventos  - ¿estos no serían los retornos desde lo Real tal cual como los concibe el psicoanalista Jacques Lacan como aquello Real desbocado, o el retorno de lo peor? -  es hora que desde las diferentes disciplinas sociales y de salud se hagan cargo de ellas sin los extremismos de considerar esos eventos como causantes de “traumatismos”, sin ninguna consideración de la condición subjetiva de aquellos que lo vivencian, o negar que esos eventos puedan causar algún efecto subjetivo con posibilidades de causar lo “traumático”.


Las anteriores posiciones se fortalecen en una actualidad “mediada” por el espectáculo, donde es fácil pasar de una posición a otra cuando se identifica un objeto de consumo (víctima –traumatizada) o se desconoce a esta en esa condición “aquí no pasó nada” que es lo mismo que “aquí no hay nada” llamativo que informar o mostrar. En Colombia en los últimos años pasamos de la negación de los actos perpetuados por los grupos paramilitares, desconocidos casi unánimemente en la grandes ciudades capitales del país para pasar por la “indignación” de los actos cometidos por las Farc y la convocatoria masiva a la marcha del 4 de febrero de 2008, marcha convocada por los medios masivos de comunicación que  a su vez habían espectaculizado lo que causó dicha marcha - actos condenables desde cualquier punto de vista.


Precisamente esa espectaculización de los efectos del conflicto no es más que  otra manera de reaparición de figuras superyoicas y de su mandato fundamental: “goza”. El bombardeo de imágenes de secuestrados obedece a  la manifestación de este mandato donde la exposición del goce se hace pública.  Estas figuras del superyó se pueden considerar como otra variante más  del retorno de lo Real.


El acompañamiento psicoanalítico que se propone tiene que tomar un camino diferente a los mandatos superyoicos de ayuda, salvación o reivindicación que promulgan excesos de memoria o de prácticas de perdón y olvido  - otros de los nombres del goce -. Una primera premisa para una praxis desde el psicoanálisis de aquello Real que retorna, consiste en tratar de separarse del activismo de la efectividad, eficiencia o eficacia de las intervenciones “psicosociales” de los diferentes hechos fácticos que se presentan en nuestros contextos, y para eso hay que comenzar a indagar la relación víctima - trauma tan en boga en la actualidad y que conducen a un circulo vicioso y mortífero (goce, pulsión de muerte) en donde la víctima es defendida demagógicamente y politiqueramente, o donde es fácil identificarse en un bando o en otro, no por nada los victimarios pasan  a ser víctimas o lo contrario.


De lo que  trata es proponer un modelo que permita “incentivar la acción, crear un clima de animación en torno a la vida, para remover la parálisis y el pesimismo que acompaña el acontecimiento traumático” (Botero y Solis, 2000).


Para eso lo primero que hay que aclarar es que es el trauma, ya que el uso indiscriminado de esa palabra muchas veces da por sentado que todos saben de lo que se trata, y no hay nada peor que lo obvio a la hora de una escucha de lo singular que afecta  a un sujeto y su subjetividad:


“concepto del que se ha abusado tanto que, en el actual estado de la elaboración analítica, ya no se sabe bien si esclarece o entorpece nuestra labor terapéutica. La expresión suele ser la ocasión de un generalizado error: el de denominar situación traumática a aquello, en rigor, no es sino una situación fáctica. El error consiste en adjudicar una cualidad psíquica – la de traumático – a una situación fáctica; es decir, el error de adjudicar a un proceso psíquico específico, que denominaremos traumático, una relación necesaria con determinada situación. Sin embargo una situación nunca es traumática per se, ya que traumático nombra un determinado tipo de falla en la elaboración psíquica” (Benyakar, 2005).


Concebir todo esos hechos disruptivos (Benyakar, 2003), es generalizar el trauma a cualquier evento que no podamos da cuenta de él, desde lo controlable, medible,  estandarizable o programable como lo llama el psicoanalista Eric Laurent (2005). Todo esto se evidencia en los manuales modernos de diagnósticos como el DSM IV, que en cada nueva edición aumenta la gama de subclasificaciones de los trastornos, y el de ansiedad no escapa a esa norma: crisis de angustia, trastorno de angustia, fobias, trastornos por estrés postraumático, trastorno por estrés agudo, ansiedad generalizada. Variedades que con la próxima aparición del DSM V, lo más posible es que aumente la lista.


A la creciente ola de diagnósticos de trastornos de ansiedad en todas sus variedades el psicoanálisis ha tratado de construir una lógica clínica –social   que parte de mostrar que cada vez lo Real retorna desde lo peor, cada vez más desligado de lo simbólico y lo imaginario, explicación que no debe conducir a un fatalismo apocalíptico sino a tratar de enfrentarse a esa Real de otras formas que no sean reforzar eso que se repite en ese mismo que retorna (goce).


No se puede evitar el encuentro con lo Real. La tyché que Lacan retomaba de Aristóteles, es decir esa repetición más allá de lo simbólico como repetición (automaton) o como cadena significante, es decir, la tyché inevitable, lo cual tampoco debe ser excusa para la resignación o ese fatalismo, conceptos que el asesinado psicólogo Ignacio Martín Baró comenta como el fatalismo o indolencia latinoamericana que en este subcontinente tiene una historia que va desde la conquista hasta la actualidad, historia cargada de violencias, usurpaciones, violaciones y masacres similares a las que ocurren en nuestros días en muchos territorios de Colombia y de países de esta región (el retorno desde lo Real o de lo peor).


Hacer muchas cosas (activismo) puede ser la otra cara de la moneda de no hacer nada, las dos respuestas pueden ser el resultado de una impotencia que incentiva la angustia (de ahí que se diagnostique tan comúnmente),  el miedo o el terror.


Los retornos de las violencias actuales - que nunca han desaparecido sino que se han transformado – en un país como Colombia se podrían relacionar con esos retornos de lo Real que nunca se lograron simbolizar por las múltiples prácticas del silencio que  imperaron desde hace más de un siglo con pactos bipartidistas hasta acuerdos de paz impuestos, que no sólo no permitieron verdaderos procesos de elaboración de duelos por la pérdidas sufridas en esos conflictos, sino que facilitaron los circuitos mortíferos de identificaciones que hicieron de un afectado un futuro victimario, y por ende, afectar víctimas, y así comenzar otra vez la indefinida repetición. “Siendo la impotencia un ingrediente activo del estado de terror en que se instalan los afectados por una masacre, creemos que buena parte de ella proviene de constituyentes de su subjetividad que inconscientemente comparte con las justificaciones ideológicas del agresor” (Botero,  2006).

Estos silenciamientos han sido el sinónimo de la impunidad e injusticias que también han servido para cultivar odios y rencores que a su vez alimentan las repeticiones incesantes de goce. Pero ante estos silenciamientos no hay que confundirse con el otro extremo de ese silencio: el espectáculo de la palabra y la memoria (los abusos de la memoria que comenta Todorov, 2000)


Lo que propone el psicoanálisis es más que una práctica del habla - concebida esta como la obligación de hablar todo lo que ocurrió, como una verdad absoluta y objetiva- es una práctica de la escucha que permite primero, elaborar todas las pérdidas y, segundo, reconstruir lazos sociales desde lo nombrado, diferenciado de lo denunciado tan de moda en estos días, que más bien sería lo “cantado” como denuncia hacia el otro como forma de redimir culpas  o rebajar penas.

Lo nombrado puede elaborarse desde lo individual hasta lo grupal, siendo reconocido por alguien que escuche, que a su vez necesita que alguien pueda hablar pero no desde la identificación a la queja o al par víctima – victimario, sino a la apuesta por el surgimiento de un sujeto capaz de hacerle frente a esos retorno  de lo Real, capaz de responsabilizarse no culpabilizándose, capaz de interrogarse sobre su posición de sujeto y ser reconocido como tal, en su singularidad, eso que podría poner el límite de la repetición incesante de goce y poder elaborar ese retorno inevitable (tyché), esta elaboraciones de saber pero no como conocimiento, ni información, sino una elaboración de saber sobre lo inconsciente de ese mismo sujeto.  La elaboración de este saber sobre lo inconsciente de cada sujeto e puede permitir a ese sujeto hacerle frente a ese acontecimiento Real que retorna (tyché), ya no identificado a la pobre “víctima” o la culpable “victimario”, dos categorías que los aparatos jurídicos tiene que hacerse cargo, pero que desde el acompañamiento psicoanalítico no. el psicoanálisis tiene que dar cuenta de ese sujeto colocado en un lugar donde lo inevitable del encuentro con lo Real no lo tome por objeto de goce.


El encuentro con lo Real, a pesar que no puede ser programable, aparece cuando quiere (de ahí su condición de traumático), si se puede hacer algo con él, no para que no siga apareciendo, y esa la principal discusión que el psicoanálisis propone para lo social y sus diferentes fenómenos actuales, si se puede hacer desaparecer la guerra, o las violencias. Lo que desde el psicoanálisis se propone es que se tienen que buscar alternativas para que estas puedan limitarse, pero no para que desaparezcan del todo, ya que estas seguirán apareciendo desde diferentes modalidades, sino luchando para que estas se contengan. Así que el tan anhelado estado de paz que muchos pretenden asociar como la ausencia de conflictos no es más que una ilusión que puede conducir a la impotencia cuando estos se siguen presentando como acontecimiento de lo Real. Por eso es mejor tomar la posición que nos presenta el gran pensador colombiano Estanislao Zuleta cuando dice lo siguiente:


“una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz” (Zuleta, 2005).


La anterior frase se puede relacionar con un sujeto capaz de asumir ese encuentro con lo Real, es capaz de asumir su propia vida, viviendo, y lo que puede ser un proyecto social, viviendo con los otros, no  a pesar de, sino con ellos, no olvidando sino reconociéndolos, no dejando que se sigan presentado injusticias, sino haciendo cumplir la justicia, “un para todos posible”, y no un imposible que  a lo púnico que puede conducir es a la muerte, ese  silencio perpetuo del cual sólo se puede salir con el nombrar de la vida.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS


Benyakar, M (2005) Lo traumático. Clínica y paradoja. Buenos aires, Biblos.
________ (2003) Lo disruptivo. Buenos Aires. Biblos.


Botero, Eduardo y Solís, Rodrigo (2000) De la queja a la elaboración; En: Duelo, acontecimiento y vida. Santa Fe de Bogotá, ESAP.  


2006) Víctima, memoria, subjetividad y pensamiento. http://boterotoro.blogsome.com/2006/03/02/de-historias-de-enredos-y-de-mitos/

Laurent, E (2005) Lost in cognition. Buenos Aires. Diva

Todorov, T (2000) Los abusos de la memoria. Barcelona. Paidós.

Zuleta, E. (2005) Sobre la guerra; En: Elogio a la dificultad y otros ensayos. Medellín. Hombre Nuevo.




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