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E. BOTERO T.

domingo, 5 de diciembre de 2010

A VECES NOS CITAN... I



http://lidiacorcione.blogspot.com/p/ensayo.html





Y... EL SER HUMANO CREÓ EL LÁPIZ


POR LIDIA CORCIONE CRESCIN


El error no es para castigar sino para corregir, pulir, mejorar.



Y dijo el ser humano: “Hagamos al lápiz. Y así fue. Tomó, pues, el ser humano, la arcilla y el grafito y surgió de sus manos el lápiz con fuerza creadora.




Con el lápiz, el ser humano escribió mensajes, dibujó, comunicó sus ideas, sus sentimientos, dio nueva forma a sus pensamientos. Las relaciones entre las personas se estrecharon. Se agilizaron las noticias. Se despertó la creatividad entre las comunidades.




Pero... algo imprevisto surgió de pronto y varias parejas se desintegraron; amigos de varios años se disgustaron; pueblos hermanos se enemistaron, proliferaron las disputas, las riñas, las guerras. Aparecieron con mayor relevancia los celos, la envidia, la amargura.




El ser humano buscó la raíz de este despiporre y la encontró en la comunicación practicada con el lápiz.




Encontró frases con rayones, errores sin corrección, letras superpuestas, manchones que impedían leer claro, tachaduras que cambiaban el curso de las frases.




El lápiz convirtió las relaciones humanas en una verdadera Torre de Babel. El ser humano se entusiasmó tanto con el lápiz, que descuidó lo que hacía con él.




Entonces, se reunió el ser humano consigo mismo y dijo: “No es bueno que el lápiz esté solo; debo hacerle una compañía que lo complemente, que lo ayude a solucionar los problemas de las relaciones”.




Y así fue. Y dijo el ser humano: “Sea el borrador”. Y tomando del árbol de caucho una sustancia elástica, la convirtió en goma para borrar.




De lo anterior podemos referenciar el libro “El olvido que seremos” escrito por Héctor Abad Faciolince y de quien apunta con precisión Eduardo Botero Toro


"La publicación de “El olvido que seremos", suscita a quienes fuimos testigos de época la que el escritor elige escribir, diversas ideas y múltiples emociones encontradas, toda vez que de esa ordalía armada contra el pensamiento Colombia no acaba de salir bien librada”.




Héctor Abad Faciolince de alguna manera nos cubre y nos involucra en esa parte de la historia de Colombia (que se ha mantenido constante hasta la fecha), en la que él directamente padeció en carne propia al tener que soportar la muerte de su padre, quien fue un hombre transmisor de la palabra con ideales arraigos por la injusticia social que se ha suscitado en Colombia que al tiempo ésta queriendo ser combatida por grupos al margen de la ley los cuales comenzaron su lucha con buenos propósitos, pero dejaron estos ideales de justicia y equilibrio social en sus neuronas malignas para convertirse en depredadores de una comunidad indefensa que sigue padeciendo la violencia atroz desde cualquier ángulo: pobreza, analfabetismo, inseguridad social, estratificación, castración laboral, secuestros, torturas, genocidios. Ideales revestidos de lucha terrorista por llevar la batuta en el tráfico de drogas para abastecerse económicamente y mantener “el poder” del terror.




Vemos entonces como su padre, Héctor Abad Gómez, es un asiduo luchador en contra de las injusticias sociales, no denunciaba sólo al Estado y cerraba los ojos ante las atrocidades de la guerrilla, también abominaba el secuestro y los atentados indiscriminados de esos movimientos, los que denunciaba con fuerza e incluso con desesperación. Le parecía más grave que el mismo Estado que decía respetar las leyes fuera el que se encargara o encargara a otros matones a sueldo (paramilitares y escuadrones de la muerte) de hacer la guerra sucia.




Héctor Abad Gómez, en su sed insaciable por comunicar estas incongruencias sociales nos recalca quizás con dolor visceral: “Están exterminando la inteligencia, están desapareciendo a los estudiantes más inquietos, están matando a los opositores políticos, están asesinando a los curas más comprometidos con sus pueblos o sus parroquias, están decapitando a los lideres populares de los barrios o de los pueblos. El Estado no ve sino comunistas y peligrosos opositores en cualquier persona inquieta o pensante”.




Esta es la única razón para que vilmente unos sujetos vayan directo al grano y le acallen su voz, sin sospechar siquiera que detrás de todo ese complot el mundo se encuentra lacerado y sangrante por estos hechos que dejan eco y retumban en el interior de los colombianos. 




Cuando le preguntaron por su rebeldía, de refirió a su rosal: “La rebeldía yo no la quiero perder. Nunca he sido un arrodillado, no me he arrodillado sino ante mis rosas y no me he ensuciado las manos sino con la tierra de mi jardín”.



Personas como él, convencidas de sus ideales, nos anuncian a diario en su perspectiva toda la tramoya que vivimos y sin embargo todo queda en el cuento del Pastorcito mentiroso con su famoso alarido: ¡Ahí viene el lobo...!, ¡ahí viene el lobo...! 




Conocemos de los sobornos, el miti-miti, los impuestos hipermegaplays, obras inconclusas, déficit, desfases, injusticias sociales, de los ríos revueltos y las ganancias de pescadores. 



El país sigue hediondo, denigrante, prostituido, degenerado, burlado, segmentado. Ahí viene el lobo... Llevamos más de cinco décadas en ese “cuento”. Debería ser una fábula, pero fábula no puede ser porque ésta nos dejaría una moraleja o enseñanza y por lo visto no aprendemos de las experiencias que hemos vivido con las administraciones que desgraciadamente han sido elegidas democráticamente en una democracia en donde el voto es canjeado por, el cocó y hasta el mismísimo diablo”. Dizque el “maligno” no existe, pero la fuerza del mal ejerce un poder de convicción tremendo sobre la necesidad, la hambruna, la ignorancia, la escasez, la deteriorada y fantasmagórica integridad moral. 




Y ahí están nuestros medios de comunicación, anunciando el listado imparable de nuestro país, país singular, pintoresco, rico en fauna y flora, excesivamente copioso en sinónimos y de una frescura tal que aunque nos estemos hundiendo en la arena movediza, aunque estemos agonizando por los despropósitos siempre se le saca partido a las situaciones “inusuales, inapropiadas y llenas de descalabros” de un manejo político y medios de comunicación encasillados en aspectos poco claros. (Cada vez aparecen más enredos, embrollos, culebras y aparece a relucir otro cuento (¿Quieres que te cuente un cuento? el burro murió contento en la puerta del convento. ¿Quieres que te lo repita? cabeza de pepita. ¿Quieres que te lo remate? cabeza de tomate…), y así podemos durarnos la vida entera con ese cuento de nunca acabar que nos enseñaron en la infancia. Este es el cuento del gallo Capón.




Ya había mencionado anteriormente que los villanos los convertimos en héroes, tan cierto es eso que los temas que están pegando más fuerte en la literatura, telenovelas y cine son aquellos sangrientos por los efectos de los matones del narcotráfico, el sicariato, las pandillas, los terroristas. ¿Y qué publican los medios? Fotos de imágenes aterradoras que ocupan una página entera, y los llevan a la pantalla chica y grande como una proezas, en donde los actores de la comedia, personifican de manera convincente esas situaciones que han dañado a miles de personas con el dolor que han padecido por algo tan inhumano.




Desgraciadamente cabe preguntarnos ¿realmente qué es lo que vende? ¿Acaso las noticias culturales, educativas, sentimentales, amorosas y llenas de valores humanos?

¿No es acaso en la misma desgracia y en el dolor donde el hombre cuece sus aberraciones?




Partiendo de esos aspectos nos queda entonces claro que los medios de comunicación podrían convertirse si es que ya no están convertidos en el negocio más productivo y degenerativo, siendo a su vez una escuela para el crimen, sin asumir con honestidad las implicaciones a que esto conlleva en una sociedad vulnerable y ávida de soluciones que se desesperanza y criminaliza día a día por no encontrar un asidero que les muestre el camino de la luz, del equilibrio y la verdad.




Estoy convencida que soñar es hacer un mundo posible y que los medios de comunicación podrían encaminar las noticias de una manera más útil y productiva, sacando de lo negativo de ella, lo positivo para los sucesos posteriores.




No podemos afirmar que el periodismo en general y los medios de comunicación están desfasados o no sirven para nada, todo lo contrario, la inmediatez de la noticia al alcance de cualquier lector, radio escucha, televidente, cineasta, en este siglo XXI, en tecnología es sorprendente y cada vez más parecería que nos encontramos en el lugar de los hechos. Esa cobertura es la que se debe aprovechar de una manera más estudiada (menos sensacionalismo, menos situaciones aberrantes). –Más confrontación-



Los medios de comunicación están en el deber de confrontar la noticia para que ésta sea veraz y parece ser que lo que se está utilizando es colocar un título llamativo en esa noticia, atrapar al receptor y dejarlo con el sinsabor de los hechos inconclusos. 




Es por eso quizás que Luis Ospina, se lanza a realizar el documental “Un tigre de papel”, creando un personaje polifacético que encierra a la gran mayoría de los colombianos –Pedro Manrique Figueroa-, como símbolo de la trashumancia, un ángel caído, un profeta del mal ejemplo, el precursor del collage en Colombia, un hombre que posee de manera inexplicable el don de la ubicuidad, está en todas partes, a toda hora, sabe de política, de arte, de leyes, con la peculiaridad de ser antropólogo también.



Un personaje amante de la vida (Biófilo) y a la vez destructor de todo (Panclasta).




Luis Ospina director de este documental nos enfoca en un ideal, en un pensamiento de liberación, de justicia social y por qué no de utopía, de crítica, de nirvana y nos muestra a través de los hechos sucedidos en nuestro país a partir de 1.934 hasta 1.981, año en que este artista desaparece sin dejar rastro, pero todos los que tuvieron la oportunidad de conocerlo ya sea en la invención del director o en la vida real guardan la esperanza de que su espíritu de lucha siga rondando los rincones que siempre frecuentó para encontrarse con ese mundo posible por quién luchó. 




¿Qué significa un hombre?, ese es tal vez el epicentro de su documental.




Las dualidades patéticas que maneja nuestro país, libertad de pensamiento, coartación del mismo, lo claro y lo oscuro de los sucesos mostrados al acomodo de la conveniencia, la verdad y la mentira, el rey y el bufón, las tendencias políticas.




A través de Pedro Manrique Figueroa, artista sin rostro, fantasmagórico más no temible, en sus viajes y vivencias nos muestra su deseo revolucionario por querer encontrar el cambio.




Para concluir y haciendo énfasis en los puntos confrontados en este escrito, necesariamente debo mencionar a Jürgen Habermas, donde nos habla de la Acción comunicativa y emancipación, dice claramente y nos expone: Las condiciones que hacen posible la comunicación entre dos seres humanos y que constituyen una especie de acuerdo tácito mutuo, son tres:




1.- Que lo que se afirma es a la vez inteligible y verdadero.


2.- Que si se habla en relación con las acciones, lo que se propone es correcto.


3.- Que lo que se ha propuesto es sincero, es decir, no obedece a intenciones ocultas.


Tales principios constituyen la condición de posibilidad para usar el lenguaje de manera correcta, es decir, un lenguaje orientado a un verdadero entendimiento entre los hombres.




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