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E. BOTERO T.

miércoles, 31 de agosto de 2011

¿SPIRITUANÁLISIS? II



 NOTAS ACERCA DE LA ESPIRITUALIDAD EN FOUCAULT

Eduardo Botero Toro

Enseñanza de Pitágoras
Notas con la que espero alimentar la reflexión de la serie ¿ESPIRITUANÁLISIS? que he comenzado en este blog.

1.    Una experiencia “común”: nadie que haya estudiado derecho es el mismo después de haberlo estudiado.  Pero igualmente se puede decir de quien haya hecho el trayecto psicoanalítico, tanto de su análisis personal como de su formación teórica (esta también siempre interminable).  En ese “nadie es el mismo una vez que…” es que podemos pesquisar lo espiritual, propiamente dicho, de la experiencia de transformación.  Tal vez sea en el derecho donde el hombre se perciba más nítidamente a sí mismo como una subjetividad: piensa, siente, actúa (esa tríada de la realidad mental de Jerome Brunner), conoce la ley, intenta aplicarla…  Pero es en el psicoanálisis donde la experiencia de la subjetivación pasa por el descubrimiento del descentramiento constitutivo por el cual se reconoce el determinismo del inconsciente, yendo más allá del principio de realidad y del placer…


Se espera la ocurrencia de esa transformación de sí.  Se supone que la misma es, ante todo, una experiencia de tipo espiritual. 

2.   Será así a condición de que podamos saber qué entendemos por espiritualidad.  Y por psicoanálisis.   Siguiendo a Jean Allouch:

La nominación «spychanalyse» exige un doble desplazamiento: desplazamiento del psicoanálisis respecto a eso que uno cree que es, y desplazamiento de la espiritualidad en relación con lo que uno cree que es.”  En este blog:

Estamos hablando, en lo que a ambos términos se refiere, a las relaciones del sujeto con la verdad, que es el objeto de estudio de Michel Foucault en su texto La Hermenéutica del Sujeto. Aquí Foucault diferencia las dos formas que adquiere esa relación del sujeto con la verdad: una, la forma de la espiritualidad, dos, la forma de la filosofía.

La forma de la espiritualidad: la que viene desde los griegos hasta Descartes, postula que el sujeto no puede ni tiene derecho a conocer la verdad.  El conocimiento es un acto limitado para acceder a ella.  Para lograrlo es necesario que el sujeto se transforme en alguien diferente del que es.  Sus resultados son tangibles: bienestar del sujeto, iluminación, serenidad de espíritu, armonía consigo mismo…

La forma de la filosofía, propuesta por Foucault, emergería a partir de Descartes: el sujeto que se acepta tal como es tiene derecho y puede acceder a la verdad, es suficiente el acto de conocimiento.  No obtiene otro resultado que el de acceder a la verdad. 

3.      Podemos asegurar que la forma de la filosofía es la que predomina en nuestra época mientras que la forma de la espiritualidad choca con esa sensibilidad contemporánea.  Y podemos interrogarnos acerca de si aquel proceder fundado por el judío-vienés Segismundo Salomon Freud, es la puesta en acto de la forma de la espiritualidad por parte de quien se ha formado y realizado como practicante de la forma de la filosofía. 

4.    Para ello es necesario detenernos en los ejemplos que Foucault trae en su presentación de la forma de la espiritualidad. 

Su punto de partida es la incapacidad del sujeto para acceder a la verdad y la necesidad de que debe transformarse para conseguirlo.  Por supuesto que el sujeto tiene derechos, pero también límites.  El conocimiento puede ilustrarlo acerca de los primeros pero no garantizarle, per se, capacidad ni talento para ejercerlos.  Entonces es necesario que practique ciertos ejercicios con cuyo resultado pueda procurarse esa transformación.  Se trata de pagar, entonces, un precio, el de una conversión.  Sin ella será imposible acceder a la verdad.  Esto está referido, entonces, al cuidado de sí: en Pitágoras, en Platón, en Séneca, en el cristianismo naciente.

Foucault presenta y analiza las vías mediante las cuales se producía esa conversión y que excedían los límites propios del solo conocimiento. 

martes, 30 de agosto de 2011

ITINERARIO DE UNA LECTURA ANALÍTICA IV



EL FREUD DE ONFRAY






Eduardo Botero Toro


“DESTRUIR A NIETZSCHE, DICE…”





Es el título del segundo capítulo de la primera parte (Tesis: el psicoanálisis reniega de la filosofía, pero es en sí mismo una filosofía). 


Onfray parte de un diagnóstico sobre la persona de Freud: su afán de quererse sin dioses ni maestros.  Nietzsche será entonces la siguiente víctima.  Se trata de una alergia particular y constante que cumple con  variadas misiones, si tratamos de seguir las preguntas que formula a continuación: “Por qué Nietzsche? ¿En nombre de qué extrañas razones? ¿Para proteger qué o a quién? ¿Con el fin de sofocar qué secretos?  ¿Qué significa, en él, esa ardiente pasión por negar la filosofía y a los filósofos, entre quienes se cuenta?” (p. 47)


Obsérvese con atención que no se trata de preguntas abiertas sino que en sí mismas contienen una respuesta.  Freud hace todo eso porque obedece el imperativo de extrañas razones, interesado en proteger algo o a alguien, necesitando sofocar ciertos secretos, apasionado en el afán de negar la filosofía y a los filósofos y, en cierta forma, negarse a sí mismo, pues a ellos pertenece. 


“Freud se pretende sin influencias, sin biografía, sin raíces históricas: la leyenda lo exige” (p. 47) remata diciendo Onfray.  Y vuelve con Nietzsche: si toda filosofía es la confesión autobiográfica de su autor, lo que emana de su cuerpo y no lo que este recibe de una idea intangible que lo posea, esta pasión contra la filosofía no tiene otro significado que el de una re-negación a expensas de fabricar, acerca de sí mismo, una leyenda.  Y, en el punto de partida de esta intención, deliberada según Onfray, el equívoco de Freud que renuncia a hacerse filósofo, influenciado por un escrito de un escritor (Goethe, el autor; Die Natur, el escrito) para convertirse más bien en médico.  Onfray exclama airado: “¡Podría encontrarse un disparador menos literario para un destino científico!”  Lo que uno no sabe si interpretar como la pregunta de un desesperado o la afirmación de un fanático, pues, ¿a qué supuesto libreto normal contradice la idea de que la lectura de un escrito literario sobre la naturaleza no  pueda incidir en las determinaciones vocacionales de un joven lector? 


Le parece embustera la declaración de Freud según la cual su teoría de la represión coincide con relativa exactitud con los postulados de un Shopenhauer, cosa que emociona al primero y lo confiesa.  Pero con Nietzsche, siempre según Onfray, la cosa es más complicada porque en un momento determinado de su vida, Freud le escribió a su amigo, haberse negado a conocer la obra de Nietzsche con el fin de impedir toda influencia sobre su propia investigación.  Onfray se hace en este instante preciso, psicoanalista: “¿Qué justifica que no aplique su método y que evite cuestionar su propio inconsciente acerca de esa negativa particularmente significativa?” (p. 49)

Onfray cita, a medias y creo que deliberadamente, la declaración de Freud contenida en su Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico, de 1914: “Me rehusé el elevado goce de las obras de Nietzsche con esta motivación consciente: no quise que representación-expectativa de ninguna clase viniese a estorbarme en la elaboración de las impresiones psicoanalíticas.” (Amorrortu, XIV, p. 15).  Toda su diatriba contra Freud, en las páginas siguientes, hace referencia a esta declaración transcrita hasta ese punto.  Si la transcribiera en su totalidad se encontraría con esta declaración explícita por parte de Freud, contraria a la idea que Onfray le reprocha: “…Por ello, debía estar dispuesto -y lo estoy, de buena gana- a resignar cualquier pretensión de prioridad en aquellos frecuentes casos en que la laboriosa investigación psicoanalítica no puede más que corroborar las intelecciones obtenidas por los filósofos intuitivamente". (Las bastardillas me pertenecen).  No parece ser esta la declaración de alguien que enfermara al tener que reconocer la prioridad de otro en la consecución de sus propios descubrimientos. 


Onfray se molestará porque, en referencia a los filósofos Freud adjudique a sus ideas el estatuto de intuiciones reservándose para las suyas el estatuto de pruebas.  Se concederá que aquí Freud apela al origen de una intelección que en el caso de los filósofos es diferente de al del psicoanalista que sí trabaja todo el tiempo con pacientes y de cuyas narrativas infiere el material necesario para postular el modo de proceder de lo inconsciente.  Creo que Onfray se equivoca al tomar esta declaración de diferenciación como re-negación de la filosofía por parte de un Freud que se obstina, siéndolo, en no serlo.  Pero, repito, la procedencia de las intelecciones coincidentes entre Freud y los filósofos (particularmente Shopenhauer y Nietzsche, pero no solo con estos…), difiere en tanto que en uno de los casos dichas intelecciones provienen de la escucha diaria de pacientes que narran sus vicisitudes en el consultorio del psicoanalista cosa que no sucede en el otro caso.  Veremos a lo largo de la obra la especial manera en la que Onfray se referirá a los casos clínicos publicados por Freud y con respecto de los cuales Freud jamás alegó defensa distinta a la de ser testimonios de un ejercicio que se resiste al ritual y a la estandarización.

NUESTROS JÓVENES: NOSOTROS MISMOS XXVI

He tomado de este enlace (http://www.lasillavacia.com/elblogueo/narcorama/27081/las-peladas-y-la-adrenalina-de-lo-narco) el contenido que presento hoy aquí, por considerarlo un verdadero aporte a la comprensión de las temáticas que componen nuestra realidad cultural y social.  Solamente la imbecilidad puede asegurar que la ética es asunto de filósofos, afirmación que sirve para comprender de lo que es capaz aquel que la emite.




LAS PELADAS Y LA ADRENALINA DE LO NARCO




(Sin nombre de autor)


Después de 40 entrevistas con ex pandilleros y desmovilizados, decidimos hacer grupos focales con colegialas que han compartido la cotidianidad del territorio con las principales bandas criminales integradas por jóvenes y adolescentes.

Con un primer referente en la obra de Mauricio Rubio, el primer análisis lo ofrecía Isaac Beltrán en una consultoría donde recomendaba un programa para desarrollar familias “bonitas”, con un primer paso estratégico de desarrollar un nuevo repertorio en las mujeres para escoger pareja.

Si bien todavía queda mucho camino por recorrer en metodologías y acciones públicas, Rubio ilumina un hilo conductor en la sexualidad y la violencia de la banda y la pandilla, en especial frente al ingreso al grupo y Beltrán relaciona la ineficiencia de nuestra política de sexualidad adolescente y de juventud a la formación y desarrollo de bandas delincuenciales.

ya hemos hablado de lo que “inventó” el narcotráfico colombiano, de la sexualidad y el paternalismo como dos pulsiones en el ingreso a una banda delincuencial, lo que nos ha parecido más complejo es entender la posición de la adolescente contemporánea frente a los estragos del narco y del sicario.


Es claro que no nos estamos refiriendo a una generalidad de las mujeres: por la edad, inmadurez y por el contexto de marginalidad, falta de oportunidades. Sin embargo, cualquier caricatura de lo mismo es una anestesia para nuestra moral pública que nos impide una acción social y cultural seria frente al fenómeno del narcotráfico y su variedad de rostros colombianos.

En los grupos focales no encontramos mujeres desvalidas ni incapaces, encontramos una energía desbordada, habilidad y muchos repertorios usados con algo de escepticismo. Tenemos una hipótesis de que sólo una quinta parte de las mujeres escolarizadas se puede involucrar sentimentalmente (a sabiendas) con un criminal.

Esto no nutre el amarillismo del estereotipo de la presa fácil y la falta de valores generalizada en la juventud, pero técnicamente es muy alto por la relación que tienen en ciudades de Colombia las células criminales con el territorio y por ende con la vida comunitaria.

lunes, 29 de agosto de 2011

¿ESPÍRITUANÁLISIS? I

Por Eduardo Botero Toro


MICHEL FOUCAULT

No somos más que resto para todo aquel que de testimonio de nuestra palabra  dicha en voz alta.  Resto, deshecho, jirón, colgajo… Apenas el otrosí de un contrato implícito, el sueño que escapa a nuestra memoria, el recuerdo envilecido por la suma de posteriores interpretaciones, la arenga que cae en oídos sordos, el llamado a la cordura del personaje de la Balada para un Loco de Astor Piazzola: un bandoneón extasiado con la repetición de una melodía de infancia.



Aferrarse a una palabra que es repetición y no incitación a que el espíritu use su escalpelo y de libertad a toda la polisemia que la conforma, es el proceder del feligrés, del fanático y del que puede vivir solamente a expensas de saberse claque.  El que entendió, entendió…   Todo lo que  hagamos con nosotros mismos (un saber, un método, una práctica, la meditación reflexiva de nuestra experiencia…) en beneficio de transformarnos de tal modo que podamos acceder a la verdad, supone la puesta en cuestión de todo aquello que se promueva como verdad establecida. 


Sea la compulsión a repetir los dictados severos  de la pulsión de muerte, la puesta del acto en el orden de suponer la superación de aquellos dictados y su conversión en “otra cosa”, pasa por convertir en obligatoria la decisión de comprender las trazas más significativas de la cultura en la que -y por la que- somos.  Sin esta obediencia será imposible sustraerse del imperativo dogmático. Estamos aquí a expensas de que unos de los suyos quisieron dejar constancia de su cópula y, siguiendo la reflexión ligada al remordimiento de Borges, a lo mejor nos concibieron para la vida, para la felicidad…


“… Mis padres me engendraron para el juego 
arriesgado y hermoso de la vida, 
para la tierra, el agua, el aire, el fuego. 
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida 
no fue su joven voluntad. Mi mente 
se aplicó a las simétricas porfías 
del arte, que entreteje naderías…


La muerte puede bien tomar la forma del ritual, de lo que se repite, aquello que se aleja tozudamente del ejercicio.  Ni el descubrimiento más asombroso, ese que fuerza el insight en millones de seres humanos, está libre de caer en la desgracia de lo que se repite hasta la inanidad tornándose progresivamente de inútil a peligroso.  Todo ritual se prescribe de tal manera que fácilmente se hace manual, repetición sin riesgo.  Un ejercicio se realiza abierto a las infinitas posibilidades del andar: de él, se dice, que hace del camino su meta.  Porque es de este modo que el ejercicio opera, es por lo que el sujeto que lo realiza se hace imprescindible y queda sujeto a las exigencias de sus hallazgos.  Que el científico más preclaro desconozca el peso de su subjetividad en el hallazgo que lo representa, no lo libra de la inconformidad que registra una vez constata el uso que otros hagan de su hallazgo.

jueves, 25 de agosto de 2011

A VECES NOS CITAN V

¿QUÉ ES EL HUMOR?






Por Santiago Varela (Arg.)








Santiago Varela.  Escritor satírico
Libretista del fallecido Tato Bores
en la Argentina
La palabra “humor” nos remite al concepto de los humores que tenían los griegos en la Antigüedad. Estos eran, básicamente, cuatro: la bilis, la flema, la sangre y la bilis negra. Luego, el término “humores” se extendió a todo lo que fuera alguna secreción del cuerpo, desde las lagañas pasando por los mocos, hasta lo que usted quiera imaginar… Un asco. 

Como ven, desde su origen, el humor no tiene nada de gracioso y eso de asociarlo a cosas que despedimos del cuerpo es en realidad bastante repugnante. Tal vez así se intentará descalificarlo por su carácter transgresor hacia una vida, que durante los siglos de preeminencia de la moral judeo-cristiana, obligatoriamente debía ser grave y formal. ¿O leyeron alguna vez que Dios –cualquier Dios– alguna vez se haya reído? Entonces, ¿por qué no usamos otra palabra para nombrar a lo que nos causa gracia? No lo sé, no soy un teórico en estas cosas. 

Sí, es cierto que el humor utiliza con frecuencia hoy imágenes y situaciones asquerosas. Pero más allá del recurso, la palabra clave es: “reír”. El ser humano es el único animal que sabe –o puede– reírse. Reírse es bueno, hasta los médicos, que son gente muy seria, lo dicen. También es sabido que es útil para exorcizar la angustia, de aquí el humor negro y los chistes en los velatorios. Cada tanto aparece alguna investigación de alguna universidad, pongamos la de Minessotta, que afirma que los sujetos estudiados que se rieron 4 minutos diarios o más incrementaron sus posibilidades de sobrevida en un 6,7%. Eso sí, además de reírse, ayudaría bastante que no los manden a Irak. 

Podríamos decir que el humor es sanador, aunque no es bueno confiarse demasiado. Debemos recordar que el humor requiere de códigos compartidos. Si intentamos hacer reír a otro que tiene códigos distintos a los nuestros, más que hacerlo reír, conseguiremos que ponga cara de bragueta. O nos quiera sacar a patadas. (Algo que suele suceder con personas o doctrinas con poco sentido del humor.) Así sucede con el llamado “humor a costa del otro”, que lamentablemente está muy difundido. Mucha gente encuentra divertidísimo cargar, gastar al prójimo, sobre todo al distinto: a la gorda, al negro, al rengo, al que se equivoca o a la víctima de una cámara oculta. El “reírse del otro”, no “con”, se encuentra muy difundido en la televisión, ya que se supone que da más rating y eso es palabra santa. No puede decirse que sea un humor inocente. Después de Freud, nadie puede hacerse el cándido frente a ciertos chistes que quieren mostrarse como herramientas de humor, pero son herramientas de agresión. Y de las peores. Porque se dicen con una sonrisa, escondiendo la intencionalidad de decir lo indecible, por cobardía, de otra manera. Cuando nos enojamos y le paramos el carro, el tipo nos sale con un: “Che, que mala onda… si es un chiste…”. 

Sin embargo, el humor, el chiste y sus hermanitas, la ironía y la sátira, pueden ser recursos válidos para restaurar la dignidad cuando corre peligro. En situaciones de opresión, donde el dominado no puede liberarse, al apodar ridiculizando al carcelero, el humor ayuda a resistir y a apuntalar la dignidad. No estamos derrotados, aún podemos burlarnos y eso no lo pueden evitar por más grandes y poderosos que sean. Es más, cuanto más grandes y poderosos sean, más flancos ofrecen para ser ridiculizados. Como dice el psicoanalista Eduardo Botero Toro: Quien apela a la risa apela a la seriedad del drama por la vía de impedir quedar sometido a su imperio; que es justamente lo que todos los fundamentalismos (y autoritarismos) procuran prohibir… Esto nos lleva al humor político. Si bien es cierto que el humor político es naturalmente opositor, es fundamental tener en cuenta que la oposición que dignifica es la que se ejerce contra el poder, y no siempre el poder coincide con la figura del gobierno. Si nos equivocamos en esto, podemos pensar que se satiriza y se desgasta al poder, cuando en realidad se apuntala al poder real que reside en los sectores hegemónicos del establishment. En nuestra historia reciente no hay mejor ejemplo que cuando los humoristas se ensañaron con el presidente Illia satirizándolo y comparándolo con una tortuga, suponiendo que se encontraban en la vereda de los opositores, cuando en realidad colaboraban con el verdadero poder –que no residía en el gobierno–. Inclusive el mismo Tato Bores, que ya trabajaba por aquellos años, estuvo de acuerdo con que en el llamado Monólogo 2000, que yo escribiera en 1990, se incluyera el tema y a modo de mea culpa dijera textualmente: “Ahí tuvimos un cacho la culpa todos porque los sindicatos, la CGT le tiraba tortugas en Plaza de Mayo, los medios en contra, los periodistas en contra, los humoristas le hacíamos chistes, éramos una manga de boludos”. 

Eventualidad que también nos puede pasar a los que hoy estamos en este oficio de hacer humor: que por algún motivo, nos convirtamos en una manga de boludos. Pero ésta sí es otra historia.
 

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/escenarios/humor_politico_0_413358687.html 

lunes, 22 de agosto de 2011


LA RESURRECCIÓN DE LOS DINOSAURIOS

Por Dino Saurio


¿Te lo creíste?  Allá tu.  Marx –como Gardel- parece que canta mejor después de muerto.  Por lo menos cuenta con nueva audiencia, una más recelosa de burocracias y vanguardias y de las famosas “tres varitas mágicas” con las que un dinosaurio transformado en lora, agrupaba jóvenes para hacer parte de una de ellas, en esa Medellín de los años 70.  Como lora, hay que decirlo, conserva los mismos tics, muletillas y giros idiomáticos de que sufría siendo dinosaurio.  Supone que sus ideas actuales hacen parte de una tonalidad, “al rojo vivo”, cuando en verdad están teñidas, de principio a fin, de púrpura eclesiástico yarumaleño. 

Te creíste el titular y la portada de la revista Time de hace años: “Marx is dead”.  Allá tú que jamás recelas de informaciones dictadas por el deseo de los poderosos.  La indignación se acrecienta por todo el mundo, como un fantasma que enarbola la causa de la dignidad.  Porque, querido amigo, la dignidad existe y subsiste y persiste: no todos somos como tú, vocacionalmente esclavos de lo que se muestra poderoso.  Tu ídolo tiene pies de barro, amigo mío, eso quiere decir que se derrite. Wall Street, ¿has oído hablar de Wall Street?  Un muro peor que el de Berlín, que ya cayó…

Me gritas: “¡DINOSAURIO!”  y no me ofendes.   ¿Por qué habría de ofenderme?  Mis ideas, su argumentación y su divulgación, no proceden de otra cosa que de la lectura de una realidad esa sí obstinada en revelarse de modo contundente.  “Mataron” a Marx justo cuando necesitaban acumular todo el dinero procedente del hampa para someter la actividad productiva a las leyes de la especulación financiera.  Y tú te lo creíste.  Allá tu.  Por qué has de escogerme como blanco de tus dardos venenosos sino por el hecho de que, contundente y sin apelación, la realidad desborda el estrecho marco en que pretende colocarla tu vocación de esclavo…  Te dictaron ese grito, a manera de insulto, y tú, convencido de la teoría creacionista, lo utilizaste sin reparar en que, al hacerlo, entrabas en franca contradicción con los dictados de los teólogos de la opresión y de la complicidad con la pederastia.

domingo, 21 de agosto de 2011

jueves, 18 de agosto de 2011

SELECCIONES DE FÚTBOL Y REFUNDACIÓN DE LA PATRIA




Eduardo Botero T.


¿Existe algo en común entre las celebraciones que se multiplican cuando un seleccionado de fútbol colombiano gana sus primeros partidos en un torneo internacional y las declaraciones de una senadora, Liliana Rendón, justificando el acto criminal del entrenador del seleccionado nacional de mayores que acometió a golpes a una mujer en la vía pública?

¿Existirá una membrana permeable que separe –al tiempo que une- la proliferación de adjetivos elogiosos para con unos jugadores que apenas triunfan en las primeras de cambio y las feroces declaraciones de un Álvaro González, presidente de Colfútbol, cuando dice que más de la mitad del país apoyaría a Hernán Darío Gómez si este le hubiera pegado a Piedad Córdoba?

Liliana Rendón y Alvaro González comparten una concepción según la cual, como en el fútbol, a veces es lícito usar la violencia contra el otro.  “Cuando no se puede con fútbol, ganar con hombría también vale”, repite constantemente Eduardo Lara, el entrenador de la selección nacional sub-20.  Los tres tienen una idea de  hombría que los sitúa en el mismo campo de las justificaciones enarboladas por quienes, desde su concepción de extrema derecha, han pretendido refundar la patria de tal modo que esta quede fabricada a imagen y semejanza de un territorio en el que sea lícito imponer su propia y exclusiva autoridad.  Ellos plantean que existen condiciones que hacen legítimo el uso de la violencia.  Lo mismo que asegura la insurgencia armada en Colombia.  Y entre ambos, se matan –aunque no exclusivamente entre ellos- defendiendo la misma concepción.

miércoles, 17 de agosto de 2011

ITINERARIO DE UNA LECTURA ANALÍTICA III




EL FREUD DE ONFRAY


La primera parte de Freud: el crepúsculo de un ídolo,  lleva el siguiente título: “Sintomatología.  Renegado sea el que piense mal.”  Cinco capítulos hacen el contenido de esta primera parte:

1.    Prender fuego a los biógrafos
2.    Destruir a Nietzsche, dice…
3.    El freudismo, ¿un nietzscheanismo?
4.    Copérnico, Darwin, si no nada…
5.    ¿Cómo asesinar a la filosofía?


“Prender fuego a los biógrafos”


Una acusación explícita a Freud: quiso falsificar, mediante toda clase de procedimientos, su propia historia con tal de que sus biógrafos no pasaran de hacer hagiografías.  Hay que desconfiar de personas así, es el grito de batalla inicial de esta primera parte.  ¿Cuál sería el propósito de Freud con este proceder? Una intención que, resuelto, Freud quiere que creamos: “…el hombre de ciencia que pretende ser, sin cuerpo ni pasiones…” (P. 40)  De tal modo es como “… (Freud)… habría descubierto, cual un místico de la razón pura, la pepita oculta en lo que bastaba con observar: un juego de niños, con tal de tener el genio necesario…” (P. 40)


Pero Onfray considera que debe aclarar algo fundamental al respecto: “Ahora bien, como todo el mundo, claro está, Freud se formó con lecturas, intercambios, encuentros, amigos, a menudo transformados en enemigos al cabo de un tiempo; siguió cursos en la universidad; trabajó en laboratorios  bajo la responsabilidad de jefes; leyó mucho, citó poco, en contadas ocasiones practicó el homenaje y con frecuencia prefirió la denigración; escribió esto, lo contrario y otra cosa; se cruzó con mujeres, se casó con una, ocultó discretamente una relación incestuosa con otra, tuvo hijos, fundó una familia, cómo no.” (P.  40)


Dos cosas aquí: ¿Cómo todo el mundo?  Cabe imaginar la representación particular de Onfray acerca de las cosas que hace “todo el mundo”.  Segundo: Onfray insiste en no mencionar la experiencia clínica de Freud, algo que va mucho más allá de simplemente cruzarse (!) con mujeres… Agrego una tercera: el buen hombre que es Onfray hace coro con el chisme y asegura que Freud fue capaz de ocultar con discreción una relación incestuosa, ¿con quién? Con la hermana de Martha, su esposa, con Minna. Sepa el lector a qué atenerse entonces con Freud, un incestuoso morrongo, sepa qué hacer con el niño que probablemente fue y que asistía a las clases de catequesis y que muy seguramente pedirá la palabra para lanzar el respectivo anatema contra toda la obra de Freud. 


martes, 16 de agosto de 2011

ITINERARIO DE UNA LECTURA ANALÍTICA II





He decidido cambiar el título general de este trabajo por "Itinerario de una lectura analítica" pues considero que esta contiene la dimensión crítica de la lectura.  


EL FREUD DE ONFRAY

Eduardo Botero T.


 El libro de Onfray consta de cinco partes, cada una formulada a manera de un título seguido de una tesis:



1.        Primera parte: Sintomatología.  Renegado sea el que piense mal.

Tesis: “El psicoanálisis reniega de la filosofía pero es en sí mismo una filosofía.”


2.       Segunda parte: Genealogía.  La cabeza de Freud Niño.

Tesis: “El pensamiento psicoanalítico no supone una ciencia sino una autobiografía filosófica.”


3.       Tercera parte: Metodología.  Castillos en el aire.

Tesis: “El psicoanálisis no es un continuo científico sino un revoltijo existencial.”


4.       Cuarta parte: Taumaturgia. Los resortes del diván.

Tesis: “La técnica psicoanalítica participa del pensamiento mágico.”


5.       Quinta parte: La revolución conservadora.

Tesis: “El psicoanálisis no es liberal, sino conservador.”


Además, contiene su prefacio al que parcialmente hemos hecho referencia, una conclusión, una bibliografía comentada y un índice de nombres y conceptos.


Había finalizado mi comentario anterior señalando una verdadera contradicción entre el contenido del fragmento extractado de Más allá del bien y del mal de F. Nietzsche con la definición aportada por Gilbert acerca de la palabra fabulación.  Quedaba a la expectativa de qué camino tomará Onfray con respecto a las dos citas, considerando que su inclusión simultánea daba testimonio de practicar la no dialectización de lo contradictorio, signo inequívoco de esta época, tan asombrosamente referenciado por los personajes de un James Ellroy, para citar apenas un ejemplo.  Ahora abordaremos lo que terminará por crear un clima de la obra, a través de la presentación de un Freud Nietzscheano que niega a Nietzsche...

En el prefacio Onfray nos recuerda el modo como, a la edad de 14 años y después de haber pasado cuatro en un orfanato regentado por miembros de la comunidad salesiana, entró en contacto con las obras de tres expositores fundamentales de la que se ha llamado “filosofía de la sospecha”: Marx, Nietzsche y Freud.

lunes, 15 de agosto de 2011

ITINERARIO DE UNA LECTURA CRÍTICA I


A los lectores del blog una información pertinente: comienzo aquí un itinerario, el de la lectura del libro de Onfray.  He decidido hacerlo de este modo, es decir, sin esperar a terminar todo el trabajo y sin saber si lo terminaré o no.  A medida que vaya leyendo el libro, estaré escribiendo mis reflexiones acerca de su contenido.  He decidido titularlo ITINERARIO DE UNA LECTURA CRÍTICA y lo iré numerando según vaya ocurriendo la producción.  Procediendo de este modo aspiro a vincular dentro de la producción, las opiniones que a bien tengan enviarme, tanto con respecto del libro de Onfray, como con respecto de esta lectura crítica. 



EL FREUD DE ONFRAY

Eduardo Botero T.



“Para todo hombre con el cual ustedes entren en relación, no emprendan apreciación objetiva de su valor o de su dignidad, no tomen tampoco en consideración la maldad de su voluntad, ni la estrechez de su inteligencia, ni lo absurdo de sus ideas, pues la primera podría fácilmente suscitar en él el odio, y la última el desprecio.


Cita de memoria que hace Jean Allouch de las palabras de Shopenhauer y según él tomadas como consejo por Jacques Lacan.





Freud... ¡también fumaba!

1.

Comienzo un recorrido, el de una lectura: “Freud: el crepúsculo de un ídolo” (Taurus, México, 2011) de Michel Onfray. 

Como psicoanalista me concierne pero advierto, espero dejar testimonio de que verdaderamente me concierna como psicoanalista. 

Me explico: asumo el texto de Onfray como oportunidad, esto es, como acontecimiento humano, como conducta plena de sentido, como ejemplar organización de lo que en psicoanálisis conocemos con el nombre de transferencia negativa.  Michel Onfray hace pública la suya propia y que la haga pública es un acto que no podemos reducir simplemente a una especie de mala voluntad o de proterva mala intención, aunque la tenga.  Limitarnos a ello es lo que explica tantas acciones que, practicadas desde los psicoanálisis a través de algunos psicoanalistas, les coloca en el mismo lugar que el zeitgeist actual privilegia: el del alma bella y el del inquisidor.  Un desprecio absoluto por el conocimiento de ese testimonio cuando no un llamado público a censurar y propender por impedir la difusión del texto. 

Si, como me ha querido explicar alguien, el libro de Onfray introducirá confusión y escepticismo entre nuestros estudiantes que se forman en el psicoanálisis, será algo que debamos atender de una manera muy diferente a la de insinuarles su no lectura.  Será una magnífica oportunidad para poner en consideración qué es lo que hace un psicoanalista cuando afronta un texto –y un acto- que lo inducen a confundirse y descreer.  No hablar del texto en nuestras conferencias, guardar un calculado silencio acerca de su existencia, impedir que se formen discusiones alrededor de los temas que plantea son todas maneras de practicar una represión cosa que riñe radicalmente con uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis. 

miércoles, 10 de agosto de 2011

DOLOR Y REMORDIMIENTO DE HERNÁN DARÍO GÓMEZ J.

"El día en que no se pueda ganar con fútbol, ganar con hombría vale"


Eduardo Lara
Técnico de la Selección Colombia sub-20


HERNÁN DARÍO GÓMEZ JARAMILLO



Eduardo Botero T.

No necesita nadie congraciarse con la galería que a gritos pide y obtiene la cabeza de Hernán Darío Gómez: cuando la orden del Amo es “no pensar” y ella cuenta con millones de seguidores suyos, la rechifla y los gritos inundan los escenarios públicos, como ritual impúdico de penitentes que gozan con la reducción de su identidad a la de puros feligreses.

Hernán Darío Gómez no es víctima de las circunstancias, aunque ahora sea una pobre alma rodeada por un mundo hostil… Tan desolado como la mujer  que golpeó, dice que actuó no pudiendo impedir el impulso de hacerlo.  En los extramuros del encierro conseguido, la vida le ofrece la oportunidad de reparar su falta revelándonos a todos los colombianos las cosas que se mueven, tras bambalinas, en esta transformación miserable del fútbol que dejó de ser un juego para convertirse en esta sibilina manera de dar paso al puro entusiasmo vacío propio de quienes aspiran a hacer del “no pensar” su consigna de vida.

Yo, su amigo de muchos años atrás, cuando compartíamos en el seleccionado del colegio donde ambos estudiamos en la Medellín de los 60-70, hoy psicoanalista, estaría dispuesto a ayudarlo.  Sin paga, solamente a cambio de que me permita ser coautor del libro que juntos escribiríamos para publicarlo. 

COMENCEMOS POR LO QUE EN OTROS MENESTERES SE REALIZA AL FINAL

A diferencia de lo que ocurre con la sexualidad amorosa, los libros empiezan por la introducción.  Este no será la excepción.  La introducción, sugiero, debería contener un ensayo acerca del contexto cultural en el cual Hernán Darío Gómez dejó de ser un gomoso del juego, un jugador nato, para  convertirse en ficha de un dispositivo que amenaza convertirse en un puro ajedrez.  Carlos Antonio Vélez, el conocido comentarista y analista del fútbol, supone que eso es así.  Él casi nos convence, en los entretiempos de los partidos, que el equipo que iba triunfando lo lograba porque en el minuto 32 del primer tiempo, por ejemplo, los volantes de marca y de ataque estaban ocupando las posiciones que el profesor les había ordenado ocupar.  Como las reinas de belleza, necesitadas de simular que poseen cultura general no cesan de citar a García Márquez en las entrevistas, los hombres del fútbol quieren hacernos creer que los partidos obedecen a un libreto determinado por la voluntad de un director técnico que ha sabido disponer las “fichas” en el gramado de manera inteligente.