INVENTARIO SIN MAYORES DISGRESIONES
- A MANERA DE VIÑETAS Y A PROPÓSITO DE UN ARTÍCULO DE ESTEBAN MEJÍA, PUBLICADO EN “EL ESPECTADOR” EL DÍA SÁBADO 16 DE JULIO DE 2011, TITULADO “TWITTER QUE LADRA NO MUERDE”-
Ya se ha estudiado y se postula como verdad descubierta: en un momento de su existencia, aquel en el cual el sujeto es tomado presa por el lenguaje, la referencia a sí mismo no usa el pronombre de la primera persona del singular (yo) sino el de la tercera diversa según el género. “El niño quiere…” por “yo quiero”, nos indica que quien habla todavía es imagen especular de aquel por quien es hablado. Así hablan los mayores acerca del niño, el niño repite para referirse a sí mismo los mismos términos.
También se ha estudiado en la clínica de la psicosis el asunto, cuando el enfermo se refiere a sí mismo en tercera persona del singular. Extracto de una entrevista con una enferma: “ella se toma la sopa toda y la mamá la regaña porque la mamá de ella jode mucho.”
Lo hemos encontrado en otra circunstancia particular, en un Taller realizado con funcionarios públicos de un municipio del país a quienes se les pidió escribieran una pequeña nota autobiográfica. Nuestra sorpresa fue al leer en varias de esas notas la referencia al funcionario en tercera persona del singular. “Nació en la vereda tal y se educó en la escuela tal…”. Entonces evocamos los textos escolares de historia acerca de los próceres. “Simón Bolívar nació en Caracas…”.
Ahora con los adelantos tecnológicos y las nuevas formas de comunicación, resulta sorprendente encontrar una cuenta en Twitter, @benedictoxvi cuyos trinos son de este tenor: “nombró trece obispos en Canadá” o “se reunió a almorzar con un grupo de jóvenes” o “reza, estudia o escribe durante sus vacaciones.” Ignoro que alguien se haya referido a este nuevo avatar en la palabra del Papa del que sabíamos hablaba en primera persona del plural refrendando su inequívoca relación con la divinidad.
Finalmente digamos que la popularidad la tiene una forma de hablar que apela a la indeterminación, el “uno” por el “yo”: “Uno debería protestar ante semejante injusticia” en lugar de “yo debería protestar ante semejante injusticia”, se oye con más frecuencia en diversos escenarios donde ocurre la comunicación.
Por lo pronto consideremos que los niños que todavía no acceden a una identidad, los locos que la desestiman radicalmente, los funcionarios públicos que se toman por reencarnaciones de los héroes de la patria y el papa mediático comparten una manera tal de referirse a ellos mismos que ya uno puede más o menos entender porqué es que jamás se declaran responsables de ninguno de sus actos.
Sin olvidar que también hay nitidez fecunda, como por ejemplo en el título de Borges: "Borges y yo". Pero esto es otra cosa.
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