DÍA NOVENO
Alguna vez nos presentaron a una condesa por ahí a aquel dilecto amigo que fue Jorge Cafrune y a mi. El “turco” miraba a la condesa, la condesa miraba al “turco”: estaba tan asombrado uno como el otro. “… ¿Qué será eso?...” El señor que nos la presentó dijo: “¡Es una gran mujer! ¡Acaba de donar un terreno de su familia para que el municipio de Sevilla construya un parque público!”. Y el “turco” le preguntó sin dejar de mirarla: “¿Donó o devolvió?”
“El diablo sabe por diablo pero más sabe por Freud.”
En Ferrocabral II http://www.youtube.com/watch?v=kuO7FZbcFfs&NR=1
Pues bien, Facundo, se nos acabó esta novena. Que este último día contenga comentarios, a lo mejor digresiones, alrededor de una canción tuya, temprana como el tiempo de los comienzos, brutal y exacta como una anticipación inteligente a lo que años más tarde veríamos representado en la película “El abogado del diablo”, con Al Pacino y Keanu Reeves, 1997, dirigida por Taylor Hackford. Tu canción EL DIABLO ES UN SEÑOR (otro título: EL DIABLO ES UN SEÑOR ORGULLOSO) se anticipa a lo que Al Pacino representa en la película. ¿Profeta Facundo? No: intérprete. Cuando llegabas a la verdad te detenías y más en el pasado remoto que en el reciente, no necesitabas de dios alguno para sostenerte. El dios que vino después a tu boca no te prohibió zaherir curas y monjas ni denunciar la adhesión de la burocracia vaticana y de todas las religiones a la tentación de este demonio.
No es un demonio facundiano, es EL demonio, lo que describiste como la forma que toma un dios que se siente miserable si su criatura no peca. Porque con Borges conjeturaste que no somos otra cosa que el sueño de un dios cansado.
El diablo es un señor almidonando,
que nunca olvida el saco y el sombrero
Que vive en una casa con placares
para esconder el miedo y lo ajeno
Que vive en una casa con placares
para esconder el miedo y lo ajeno
Sea la representación exacta de quien acumula y tiene que apelar a la arquitectura para apaciguar el miedo a perder lo que ha quitado. Toda una metáfora de las rejas y los gastos en seguridad con los que unos cuantos se hacen no a la paz ni al disfrute sino a la tensión permanente que los carcome. Esa verdadera compulsión a coleccionar cosas y a llenarse de todo hasta prohibirse el excremento, codicia que suprime en los sujetos la libertad y las ganas de vivir lejanas de la única justificación que conocen que no es otra la de otro temor, al de la otra vida.
El diablo es tan correcto como el hambre,
perfecto y ordenado como el fraude
A veces tiene panza y si no tiene,
es calvo como todos sus placeres.
perfecto y ordenado como el fraude
A veces tiene panza y si no tiene,
es calvo como todos sus placeres.
Algo más que una rima, Facundo: el hambre y el fraude se asemejan en que quien los hace propios no descansa nunca, ni siquiera cuando se ha atiborrado. Viejo, más bien que joven, su calvicie es la otra consecuencia de su imposibilidad de disfrute, de su adhesión al malestar como único y genuino estado de ánimo.
El diablo tiene cola mas la esconde
en grueso portafolio color negro,
Donde lleva también los documentos
que lo autorizan a matar al pueblo.
en grueso portafolio color negro,
Donde lleva también los documentos
que lo autorizan a matar al pueblo.
¿Qué más hay para decir si aquí está dicho todo, Facundo?
El diablo pone el alma en las tribunas,
y escucha los discursos de los muertos
Se arrastra con orgullo por la historia
y se acuesta con pobrísimos recuerdos
y escucha los discursos de los muertos
Se arrastra con orgullo por la historia
y se acuesta con pobrísimos recuerdos
Porque carece de todo lo pueblan los fantasmas del que solamente puede ser temido. Autorizado para provocar la muerte de otros, lo hace porque viene de su adhesión a la muerte sin cortapisas. Con desdén escucha los vítores que recibe y con desdén repite su orden mortífera: ¡obedezcan!
El diablo se levanta muy temprano,
cansado del confort que lo encadena
Y corre por las calles presuroso
de compartir su castillo y su pena
cansado del confort que lo encadena
Y corre por las calles presuroso
de compartir su castillo y su pena
Sabe también como otros tantos quién ayuda a quien madruga. Encadenado no se interroga por la fascinación que sus cadenas provocan en tantos otros que las envidian, las buscan y las obtienen, hasta hacer de la diablura, otra desgracia del mundo, una legión. Como lo recordaba bellamente Jacques Prèvert en su poema PATER NOSTER:
Padre Nuestro que estás en los cielos
quédate allí
y nosotros nos quedaremos en la tierra
a veces tan hermosa
con los misterios de Nueva York
y los misterios de París
que bien valen los de la Trinidad
con el pequeño canal del Ourcq
la Gran Muralla China
el río de Morlaix
los caramelos de Cambray
el océano Pacífico
y las dos fuentes de las Tullerías
con los hijos buenos y los tipos malos
con todas las maravillas del mundo
que están aquí
simplemente en la tierra
al alcance de todos
esparcidas
maravilladas ellas mismas de ser tales maravillas
y sin atreverse a confesarlo
como una bonita joven desnuda que no se atreve
a mostrarse
con las espantosas desgracias de este mundo
que son legión
con los legionarios
con los torturadores
con los amos de este mundo
los amos con sus sacerdotes sus traidores
y sus reitres
con las estaciones
con los años
con las chicas bonitas y con los viejos verdes
con la paja de la miseria pudriéndose bajo el acero
de los cañones.
quédate allí
y nosotros nos quedaremos en la tierra
a veces tan hermosa
con los misterios de Nueva York
y los misterios de París
que bien valen los de la Trinidad
con el pequeño canal del Ourcq
la Gran Muralla China
el río de Morlaix
los caramelos de Cambray
el océano Pacífico
y las dos fuentes de las Tullerías
con los hijos buenos y los tipos malos
con todas las maravillas del mundo
que están aquí
simplemente en la tierra
al alcance de todos
esparcidas
maravilladas ellas mismas de ser tales maravillas
y sin atreverse a confesarlo
como una bonita joven desnuda que no se atreve
a mostrarse
con las espantosas desgracias de este mundo
que son legión
con los legionarios
con los torturadores
con los amos de este mundo
los amos con sus sacerdotes sus traidores
y sus reitres
con las estaciones
con los años
con las chicas bonitas y con los viejos verdes
con la paja de la miseria pudriéndose bajo el acero
de los cañones.
Terminamos aquí, Facundo, pues, esta novena laica para decirle a otros que fuiste motivo para pensar que la libertad tiene muchas maneras de ejercerse, que ser o no revolucionario no necesita la bendición de los sanedrines del correcto pensamiento que pontifican acerca de a quién es lícito honrar en su muerte y a quién no, convencidos como están de que solamente sus muertos merecen ser recordados.
No deja de asombrarme el silencio de tus paisanos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario