DÍA SEGUNDO (DOMINGO 10 DE JULIO/2011)
Convocada por tu recuerdo emerge la imagen de la Señora de Juan Fernández. “Señora de Juan Fernández haga el favor de no tratarme así/ no crea que por la barba sea un sujeto de muy mal vivir.” Ya es una anciana. Me dice: “mirá vos, ¿quién iba a creer que el desparpajo en el vestir y los modales descuidados se iban a convertir en moda y en cosa de buen gusto?” Y continúa: “¿Cómo iba a quererle, entonces, si ni siquiera peinaba su cabello? Pero sé que él catapultó a la fama a una simple ama de casa adolorida porque su hija se enredaba con un mechudo. Yo acabé queriéndole porque nunca volví a ver tristeza en el rostro de mi hija.”
Recuerdo el repertorio de aquel concierto del Palacio de Bellas Artes en Méjico. Durante mi formación como analista gustaba de repetir tu gracejo: “Abrí un hueco en la tierra y llegué al infierno donde me encontré con Freud que, por supuesto, estaba con su mamá”. Y aquel otro: “Solamente he ido al psicoanalista siete veces. Blancanieves.” Y otro más: “Toíto te lo consiento menos faltarle a mi madre. Edipo.” Y más: “A veces yo me pregunto quién es más ladrón hermano/ si los que roban un banco o aquellos que lo fundaron.” Algunos psicoanalistas circunspectos, entre mis primeros maestros, ponían cara de pocos amigos cuando me escuchaban repetir tus gracejos. Otros no, otros reían como partidarios de la verdadera asociación libre de ideas.
Facundo: ¿se le rebosó la copa al pobrecito de tu patrón? Porque el comando sicarial que segó tu vida obedecía las órdenes de un patrón y siguió la repetición de ese patrón que no cesa de ocurrir entre nosotros. Hace tres días no más, aquí, en esta Cali donde te recibíamos con los brazos abiertos siempre que nos visitabas, asesinaron a un médico oftalmólogo que había retirado una suma de dinero de un banco, para comprarle unos lentes intraoculares a un anciano que no tenía cómo pagarlos, todo por robarle ese dinero. También obedeciendo a ese nefasto patrón que es la alianza entre hampones y funcionarios oficiales y que recorre toda la América desde Alaska hasta la Antártida. En México el poeta Sicilia ya se ha levantado.
Evoco tu interpretación de LOS EJES DE MI CARRETA de aquel que tu llamabas “el tata de todos nosotros, don Atahualpa Yupanqui”. Envidio tu decisión por no seguir la huella…
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