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E. BOTERO T.

viernes, 7 de enero de 2011

CRÓNICA DE UNA BLOGUERÍA FEISBUQUIADA


Eros y Tánatos...





Tengo un blog y una página en Facebook.  Allí subo de todo: artículos, videos, presentaciones power point, fotos, etc.  Artículos propios y de otros.  Temas diversos: psicoanálisis, sociedad, cultura, arte. 


A raíz del llamado escándalo con el Enterprise, el portaaviones nuclear estadounidense cuyo capitán fue acusado y degradado del cargo por propiciar la grabación y difusión de videos de contenido sexual, escribí una pequeña digresión acerca del asunto en la que consideraba que el verdadero escándalo era volver escándalo el tema sexual en tratándose ni más ni menos que de un artefacto de guerra con los antecedentes de destrucción que resumía en aquel artículo. 


Ese artículo lo envié a un foro del que participo, bien de humores, coordinado desde la Argentina por personas con las que me conocí en 2001, con motivo del Primer Congreso Virtual de Psicoanálisis, convocado por la revista Topia, a donde envié una ponencia, suscrita en colaboración con Rodrigo Solís, acerca de nuestra experiencia de psicoanalistas implicados con los efectos de la llamada Masacre de Trujillo. 


Mientras me aprestaba a terminar una segunda entrega acerca del escándalo con el Enterprise, dando a conocer que el nombre de la prenda de baño llamada Bikini, procedía de un atolón de las Islas Marshall donde los Estados Unidos ensayaba bombas de plutonio, recibí de Santiago Varela, participante del foro de bien de humores, un artículo que él había escrito meses atrás y que yo no conocía, acerca de la bomba-gay, un proyecto diseñado bajo el gobierno de Bill Clinton. 


Investigando en la red, me encontré con ampliaciones de este último tema, una de las cuales subí tanto a mi blog como a mi página de Facebook.


Pues todos esos temas subidos propiciaron comentarios diversos, acerca de los cuales quisiera referirme ahora.


El primer comentario provino de Edgar Bravo, en referencia a la primera entrega sobre el escándalo en el Enterprise.  Edgar escribió:


“iEso hacen entre sí, pues los 'actores' eran miembros de la tripulación...! pero eso me recordaba las vejaciones sexuales a las que sometieron o someten aún a los marines a los presos del centro de tortura de Guantánamo o en Afganistan. ¡El paquete es completo! Y se juega con la idea de que la guerra es solo para 'machos', para ese tipo de machos.



Me parecía que el artículo se detenía en considerar más escandalosa la trayectoria bélica del Enterprise que lo realizado por el capitán Honors, quien había promovido y autorizado la grabación y la difusión de los videos que tanto escándalo suscitaron en la prensa internacional.  Destacaba, además, que el contenido de esos videos era testimonio del polimorfismo de la sexualidad infantil y que si bien, por una parte, contribuían a disminuir la tensión de los tripulantes (cosa por demás beneficiosa si se sabe que su oficio tiene que ver con el manejo de armas tan letales como las que cargan el portaaviones y los aviones del Enterprise), por otra no era nada tranquilizador saber que la paz de una región dependiera de mentalidades tan cercanas a una forma de gozar infantil.


Fue cuando recibí la contribución de Santiago Varela acerca de la bomba cuya munición consistiría en un producto que propiciaría la supresión de toda pulsión agresiva en los contrarios y su transformación en pulsión erótica. Reproduje del escrito, como presentación del texto de Varela, en Facebook, lo siguiente:



Se supone que el uso de esta arma podría inducir a un Infante de Marina a acercarse a un guerrillero iraquí, y en lugar de pulverizarlo a balazos, abrazarlo apasionadamente y salir ambos correteando tomados de la manito."


La conexión “bomba y eros”, quedaba plenamente ratificada en este texto.  Para la paz de la humanidad resultaría increíblemente alentador si los hombres que aman la guerra transformaran ese amor a la guerra por el amor a otro ser humano, y que se decidieran por fin a cambiar la pasión por darse bala a la pasión por darse cariño.  Creo que ningún heterosexual pacifista se inhibiría de proferir un cariñoso abrazo a quienes así decidieran actuar.  En la paz resulta menos riesgoso el ejercicio de la tolerancia y el respeto por las diferencias, que en la guerra.  


Pero que el nexo entre “bomba y sexo” era evidente, lo ratificaban tanto el texto de Santiago Varela, como otro que subí al blog y a Facebook, este último ampliando la información acerca de otro tipo de armas de igual corte y significado, que hacían parte de los proyectos de investigación del Pentágono.  Y agregué la entrega acerca de la historia del nombre del bikini, de quien la modelo que lo lució por primera vez consideraba que sería una bomba de mayor poder que la de plutonio radiactivo que los gringos estaban ensayando en Bikini, el atolón de las Islas Marshall. 


Entonces se produjo otra contribución al tema en Facebook.  Esta vez Nasser Abelghani H.  escribió este comentario al artículo que subí del blog tedigomasss.blogspot.com:


“Las verdaderas armas no convencionales que se han venido desarrollando en los últimos 60 años no tienen nada que con esto. Esto es simplemente distracciones infantiles y pueriles. Es mejor investigar de manera seria estos sistemas de armas, su capacidad destructiva y lo que pueden llagar hacer realmente con grandes poblaciones, con las estructuras arquitectónicas de grandes ciudades y con los fenómenos de la naturaleza, y no me estoy refiriendo a armas nucleares ni atómicas.


A los comentarios de Edgar y de Nasser yo hice los míos. 


1)     Al de Edgar:


“No es gratuito que "lo sexual" los hiciera reír mientras que "lo criminal" no los hiciera llorar: debidamente entrenados para convertirse en maquinaria de muerte y anestesiar toda conciencia, hacen de la farsa con eros motivo de risa.


2)     Al de Nasser:


“Nasser: habrá que implorarle a la magnífica predisposición investigativa de los niños que nos ayude a entender la guerra. No creo que el artículo banalice la eficacia del terror, ni legitime la mirada infantil -y, hasta pueril- sobre la guerra. La subjetividad admite también la investigación "no seria", es decir, la risa, el derecho a la risa, como procedimiento de abordaje de una temática cualquiera. Siempre, desde siempre, toda versión prosaica del libro de Aristóteles sobre la risa, será una incitación a la emergencia de quienes resuenan con el pensamiento de Jorge de Burgos (Cf: "El nombre de la rosa", de U. Eco). Poderse reír de la guerra es una manera de combatirla.


“Por lo demás: sería interesante la información acerca de "las verdaderas armas no convencionales que se han venido desarrollando en los últimos 60 años", que, por supuesto, "no tienen nada que ver con esto".


“Agrego: me resulta abominable, por decir lo menos, obedecer al grito de "¡Seriedad! ¡arr!". Recordaré, en cambio, admirado, la letra de una canción ye-ye, de por allá de los años 60's que decía, más o menos, así:


Mi primer, mi primer juguete (bis)
fue una bomba atómica a go-go
iriki-riki-riki
iriki-riki-rake
era tan redondita
que parecía un tomate.

La bomba hizo pum!
La bomba hizo pam!
Pam-pum, pum-pam...

Como yo, como yo era un niño (bis)
la dejé caer desde un avión
irikirikiriki, irikirikirake...



Al plantear el tema en las publicaciones he querido recabar en ese nexo entre Tánatos y Eros, que, a mi parecer, constituye una temática de interés no exclusiva de psicoanalistas sino de cualquiera que decida abordar, con la meditación reflexiva, un asunto que, parafraseando a un conocido, atraviesa nuestras vidas y nuestros cuerpos. 


Ignoro si exista un manual de comportamiento o cierto catecismo que deba seguirse para efectos de legitimar el abordaje de una temática.  Supongo que alguna ventaja debe obtenerse del afán por desapegarse a todo espíritu de feligresía o de secta  siempre tan dado a decidir acerca del qué y del cómo deben abordarse temáticas de diverso tipo.  Por eso, en el ejercicio de mi libertad de pensamiento, hago caso omiso de pedirle permiso a autoridad alguna para publicar mis reflexiones como de apegarme obsesiva y sumisamente a esa nueva forma de la censura que es el lenguaje políticamente correcto, estilo que hace gala siempre de un ejercicio de cosmética supuestamente con el afán de no herir susceptibilidades. 


Como enemigo del tratamiento armado de los conflictos entre seres humanos, en contextos en los que la formalidad democrática provee de espacios que exigen de los opositores capacidad de creatividad y sobre todo paciencia (que no riñen con la pretendida firmeza en los principios), creo que dos caminos a seguir son no solamente legítimos sino necesarios: el del establecimiento de temáticas que explícita o implícitamente estén involucradas alrededor de una realidad dada (en este caso: guerra y sexo) y el de apelar, sin vacilación, a las posibilidades que ofrecen la caricatura y la risa. 


Esta es la justificación de esta crónica.






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