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E. BOTERO T.

sábado, 18 de septiembre de 2010

EDIPO GOBERNANTE






Muy pocos desconocen la leyenda y muchos la consideran exclusivamente referida al llamado complejo de Edipo, que fue la denominación dada por Sigmund Freud a su descubrimiento.  También muchos desconocen que antes de Edipo Rey, la tragedia escrita por Sófocles, la leyenda circulaba de boca en boca entre los griegos. Un psicoanalista argentino radicado en México, Néstor Braunstein, juega con la diferencia titulando uno de sus trabajos Del Edipo Tebano al Edipo Vienés.   La ironía cuenta a su modo la diferencia que va de una leyenda al uso que se hace de ella.

Yo quiero referirme al Edipo gobernante y al mal ejemplo que ofrece con el ejercicio de su poder al resto de gobernantes que, hasta la fecha, en el mundo han sido. 

No sobra recordar que Edipo tenía su historia, de la cual, hay que creerle, nada sabía.  Estando Yocasta embarazada, Layo, su esposo, se dirigió al oráculo para que este le pronosticara el futuro de la familia con la nueva criatura.  El oráculo fue exacto en predecir que su hijo nacería, lo asesinaría y yacería con su madre.  Layo esperó el parto y entregó el bebé a unos pastores que cuidaban sus rebaños en la frontera de Tebas con Corinto y enterados, a su vez, de que los reyes de esta última ciudad no habían logrado procrear, por lo que se presentaron ante ellos y les ofrecieron el crío.  Allí fue educado como todo un príncipe heredero pero contando con catorce años, se dirigió a una taberna y topó con un borracho que le dijo lamentar su destino: iba a asesinar al padre y a yacer con su madre.  Edipo, adolescente en estado de pánico, huyó de Corinto seguido por su séquito dirigiéndose a Tebas.  Layo recorría con el suyo la periferia del reino, recolectando tributos, los dos séquitos se encontraron en el camino, cada uno confundió al otro con una banda de asaltantes, se trenzaron en feroz combate y al final Edipo mató a Layo continuando su camino a Tebas, ciudad a la que encontró asolada por una peste producida por la Esfinge que mantendría hasta que se descifrara su enigma. ¿Cuál es el animal que al principio no camina, luego lo hace con sus cuatro extremidades, después con dos y al final con tres?   Edipo respondió que era el hombre que primero gatea, luego camina y al final de la vida tiene que auxiliarse con un bastón. Los tebanos ya sabían de la muerte de su rey y entonces lo eligieron gobernante y le concedieron a la viuda por esposa,  después de haber descifrado el enigma.  Edipo no se detiene recibiendo a una catana por esposa. La Esfinge abandona Tebas pero más adelante, años después, detiene su viaje y regresa amenazando con acabar con toda ella si no se investiga quién ha sido el asesino del rey Layo.

Entonces el rey Edipo inicia tal vez la primera y única investigación exhaustiva de que se tenga noticia en la historia universal de la  humanidad.  La investigación, sabemos, conduce a acusar, como único responsable, a Edipo mismo.  Una vez averiguada la verdad, Yocasta, su entrañable madre-cónyuge, que tampoco repara en la mentira contenida en su nombre, se suicida y Edipo se arranca los ojos, como si esta ceguera le evitara fastidios mayores con el rutilante descubrimiento.

Ahora podemos comprender porqué las investigaciones que realizan los gobernantes que en el mundo han sido, son y serán, nunca llegan a ser verdaderamente exhaustivas. 

Ahora podemos comprender, también, que faltando los oráculos solo nos van quedando los borrachos, los niños y los locos, para poder acceder a la verdad.  Abstemios, adultos y cuerdos no se han caracterizado por hacer de la verdad su pasión.  Gobernantes idealizados por pueblos pusilánimes y sometidos a la abulia y al hastío, jamás llevarán una investigación exhaustiva hasta las últimas consecuencias.  No por el temor a quedar ciegos, sino porque ya lo están.








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