De modo que ejtamos tristej, me dijo el jefe, llegando hajta mi puesto. En su mano tradía el pediódico amadillista de la ciudad, con la foto del Mono Jojoy muedto. Su sonrisa, la del jefe, me hería.
- Sí seño, ejtoy trijte…
- ¿Y eso… Carabalí?
- Puej que voy a pedded mi casa.
- Cómo ají…
- Si seño… voy a pedded mi casa, pedí 20 millones prejtadoj al banco, lej’e pagado 38, y como no recibo paga dejde hace cinco mejej, entonjej no he vuedto a pagad la cuota… y me ha llegado una amenaza de quitadme la casa pod estad adlazado en ed pago… ¿Cómo le padece?
- Danquido, Carabalí (me dijo mosdándome el pediódico), hoy hay que festejad…
- Si seño, hay que fedtejad… ¿pedo qué?
- Edjta muedte, Carabalí, edjta muedte.
- Si seño, hay que fedtejadla… pero ¿no sedá que ahoda lej va a quedad maj fácil quitadme mi casa?
- ¡Uy! Carabalí: ujté ji no aplende.
- No aplendo qué, seño…
- No aplende a quedadje callado cuando hay que quedadje callado…
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