- 3.1. La pérdida de los desplazamientos con el desplazamiento
- 3.2. Los excesos del agrupamiento como explicación al fracaso de las intervenciones grupales (apoyo psicoterapéutico y proyectos productivos)
- 3.3. La fatalidad como condición del beneficio: la promesa de reubicación para campesin@s sin tierra.
1. MARCO REFERENCIAL
El estado en que nos encontramos en el Programa de Atención Psicosocial para Desplazad@s del Centro y Norte del Valle del Cauca (Tuluá, Sevilla, Buga y San Pedro), nos obliga constantemente a hacernos preguntas, establecer comparaciones e intentar hipótesis que nos permitan realizar los ajustes correspondientes para efectos de lograr los objetivos propuestos.
Los objetivos específicos son tres: el fortalecimiento institucional, la creación de una propuesta de Vigilancia Epidemiológica en Salud Mental y la atención psicosocial propiamente dicha para la población de desplazad@s que se refugia en las cuatro ciudades mencionadas.
En cuanto al primero de los mencionados, hemos concluido que resulta indispensable conseguir que el fortalecimiento institucional sea fruto del conocimiento de las circunstancias específicas de la población desplazada en la respectiva ciudad anfitriona. En tal sentido, el hecho de que en dos ciudades, Sevilla y San Pedro, la población desplazada no haya sido ubicada en un albergue, mientras que en las ciudades de Buga y Tuluá sí lo haya sido, resulta relevante al momento de ofrecer a los respectivos municipios, coordenadas para intervenir con la población.
Una Propuesta de Vigilancia Epidemiológica de Salud Mental para las poblaciones de Buga y de San Pedro, también debe partir de la diferencia del estado en que se encuentran ubicadas las poblaciones desplazadas en cada ciudad, albergue en Buga, dispersión en San Pedro.
Finalmente, la Atención Psicosocial se ha encontrado con revelaciones especiales durante el recorrido que hasta la fecha hemos realizado, que arrojan resultados diferentes en cada una de las ciudades en que ha sido realizada, faltando aun la ciudad de Tuluá por sistematizarse a través de informes de gestión y anotaciones de los responsables de la misma.
Hechas las anteriores presentaciones, podemos precisar el objeto del presente estudio: describir con precisión las diferencias y particularidades de una de las poblaciones atendidas (la que se ubica en el albergue de Buga) y construir tres hipótesis a partir de las mismas, de tal manera que podamos inferir consecuencias prácticas para la continuidad del Programa y para futuros proyectos de intervención psicosocial. Igualmente, este estudio puede servir para que, puesto en común con otras organizaciones que realizan labores semejantes a la nuestra, contribuya a la construcción de conocimiento necesaria para efectos de apoyar la política de atención a l@s desplazad@s de todo el país.
2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Desde el inicio del Programa de Atención Psicosocial (convenido entre la Secretaría Departamental de Salud y la Cruz Roja Colombiana, seccional Valle del Cauca), pudimos establecer que la población desterrada ubicada en el albergue de Buga, ofrecía por lo menos dos elementos diferenciales de las poblaciones desterradas que se encontraban en las ciudades de San Pedro y Sevilla, así como de la población resistente a abandonar el campo, en la zona rural de Tuluá.
Los dos elementos eran:
2.1. Estar concentrada en un albergue
2.2. Estar en proceso de reubicación bajo la promesa de asignarle un terreno en la población de Yotoco (Valle del Cauca)
2.1. Implicaciones de la Concentración
La población concentrada en el albergue presentaba características singulares. En primer lugar, en su mayoría, se trataba de campesinos sin tierra; en segundo lugar, a diferencia de las otras poblaciones desplazadas, se encontraban concentrados en el albergue, sujetos a las implicaciones que se derivan de tal hecho y que en líneas generales podemos presentar así:
- Pérdida de la privacidad y de la intimidad: a excepción de una familia que había tomado la determinación de crear límites explícitos mediante el uso de colchas y cobijas usadas como cubrimiento de su espacio, el resto de las familias estaban ubicadas contiguas unas de otras, con el solo espacio de distancia fungiendo como límite virtual.
- - Presentación de dificultades asociadas a la anterior circunstancia dificultades para el reposo, dificultades para la intimidad de las parejas, dificultades para establecer un cierto orden organizador de la vida cotidiana.
- - Problemas relacionados con el abandono y la marginación de un importante sector de la población, el de los ancianos, sumados a los mismos, el verdadero estado de abandono en que se encontraba dicho sector.
- - Dificultades relacionadas con los servicios públicos, particularmente con el abastecimiento de agua potable.
- - Explícita decisión de no atención por parte de las autoridades locales bajo el presupuesto de que de la misma se derivaría una especie de amaño por parte de la población desplazada y que era preciso impedir dada la promesa de adjudicación de terrenos en Yotoco.
Puede pues inferirse, a partir de los informes presentados por las psicólogas vinculadas al equipo de trabajo, los elementos relacionados con la concentración en un albergue y el estado en que se encuentra la promesa de que serán reubicados.
Una vez comenzamos a desarrollar las actividades relacionadas con la segunda fase de nuestro Programa, tanto a nivel de Asambleas de Mujeres Cabeza de Hogar, como la atención psicosocial de apoyo subsecuente (grupos productivos y sesiones de apoyo psicoterapéutico grupal dirigidas a Mujeres Cabeza de Hogar y a sus hij@s), asistimos a una serie de experiencias que nos revelaban un comportamiento de la población ubicada en el albergue, también diferente del comportamiento que revelaban otras poblaciones desplazadas (las de Sevilla y San Pedro).
En términos generales (la información precisa se encuentra contenida en los respectivos informes de las psicólogas, la trabajadora social, así como en los informes que han sido presentados hasta la fecha por parte del voluntario recreacionista):
- - Dificultades para estar organizados al momento de comenzar la actividad programada
- - Asistencia irregular por parte de las participantes a las sesiones grupales
- - Agresividad manifiesta y difícil de contener por parte de l@s hij@s de las participantes durante las actividades recreativas.
- - Fracaso en la regularidad de los proyectos productivos, debido al incumplimiento reiterativo de los inscritos.
- - Sobreabundancia de ofertas de atención (Sena, Solidaridad Internacional, Cruz Roja, IMCA, etc.)
Con respecto a los efectos psicológicos generados por el desplazamiento, no encontrábamos diferencias significativas con respecto a las otras poblaciones desplazadas. Lo que pronto comenzamos a preguntarnos fue con respecto al efecto de matiz que la concentración en el albergue podría estar generando en los efectos psicológicos relacionados con el desplazamiento forzado, siendo indispensable establecer qué tanto de la problemática emocional de est@s pobladores se derivaba de la confluencia de los dos eventos: el desplazamiento forzado y la concentración en un albergue. *
3. HIPÓTESIS NECESARIAS Y ELEMENTOS A TENER EN CUENTA PARA ADAPTAR EL
PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOSOCIAL A PARTIR DE LA FECHA DE INICIO DE LA TERCERA FASE (HIGIENIZACIÓN)
Con la anterior información vamos a presentar tres hipótesis y algunos elementos a considerar a partir de la tercera fase del Programa.
3.1. La pérdida del desplazamiento con el desplazamiento
3.2. Los excesos del agrupamiento como explicación al fracaso de las intervenciones grupales (apoyo psicoterapéutico y proyectos productivos)
3.3. La fatalidad como condición del beneficio: la promesa de reubicación para campesin@s sin tierra.
Por supuesto que cada una de estas hipótesis daría para un estudio en particular más profundo que el que a continuación presento. No obstante hay que dar este primer paso y formular a l@s demás participantes del Programa la invitación a pronunciarse con respecto del mismo.
3.1. La pérdida de los desplazamientos con el desplazamiento
Cómo olvidar aquí, en este punto, a Hanna Arednt (Cfr: Hanna Arendt, Los orígenes del totalitarismo. T.2, Alianza Editorial, Madrid, 1982):
“La privación fundamental de los derechos humanos se manifiesta primero y sobre todo en la privación de un lugar en el mundo que haga significativas a las opiniones y efectivas a las acciones. Algo mucho más fundamental que la libertad y la justicia, que son derechos de los ciudadanos, se halla en juego cuando la pertenencia a la comunidad en la que uno ha nacido ya no es algo corriente, y la no pertenencia deja de ser una cuestión voluntaria…” (p. 365)
La oportunidad para encontrarse con su vecin@ cada cierto tiempo (en la iglesia, en el mercado, en la tienda, en la jornada de acción comunal, en las mingas, en la reunión de padres en la escuela…), es a esto a lo que llamamos la libertad de desplazamiento. Lo corriente de la pertenencia a la comunidad en que se ha nacido, en palabras de Hanna Arendt, se pierde al momento en que la no pertenencia deja de ser algo voluntario. El desplazamiento se pierde, pues, con el desplazamiento…forzado.
En este punto nos podemos detener en el eufemismo: desplazamiento se refiere a la acción voluntaria, al acto de ir de un lugar a otro porque la propia voluntad así lo decide y, si bien es cierto que no podemos desestimar las implicaciones inconscientes que se revelarían en el acto voluntario, es preciso señalar que inclusive ellas mismas quedan sometidas al exceso del forzamiento al desplazamiento forzado.
Desplazamiento: ¿acaso la necesidad casi automática de tener que agregar el adjetivo forzoso, no denuncia la negativa a complacerse por parte de quien pronuncia esta palabra? ¿Acaso el adjetivo casi impuesto, casi automático, casi obligado, no nos revela la intolerancia del determinismo inconsciente para con las coartadas de una voluntad puesta al servicio de la muerte? Porque no podrá negarse que al significar mediante el eufemismo a quien ha sido forzado mediante la intimidación criminal a dejar su parcela, su vida corriente, se le somete necesariamente a aceptar la negación de una realidad cruenta y, de ese modo, toda oferta de atención psicosocial que no se haga preguntas a este respecto no hará más que complacerse complicadamente con las causales del desplazamiento forzado.
Desplazamiento forzado, expropiación, expulsión, desalojo, son palabras que remiten a un responsable o a unos responsables, población afectada incluída, en tanto que la misma de un modo u otro, ofrece elementos que hacen eficaz la acción de los criminales. Son palabras que, manteniendo la precariedad con que el lenguaje siempre se aproxima a la descripción de una realidad, no obstante revelan por lo menos lo cruento de la acción, lo impositivo de la misma, la evidencia de la falta de apiadamiento de l@s agresores, la violación de los derechos humanos de l@s afect@das.
Con el desplazamiento forzado, con la expropiación, con la expulsión y el desalojo, las poblaciones (desterradas, expropiadas, expulsadas, desalojadas) pierden el derecho a los desplazamientos de su vida corriente, y la no pertenencia a un lugar deja de ser una cuestión voluntaria, inconsciente incluído.
Que la expulsión no provenga de una autoridad legítima no desmiente que se trata de un desplazamiento forzado; que la expropiación no sea fruto de una política de reforma agraria institucional, no desmiente que se trate de una acción que, permitida y prohijada por un estado que incumple su promesa, ilegal; que el desalojo no sea de invasores desesperados que ocuparan una propiedad privada y ajena, no significa que estemos ante una verdadera política de tierra arrasada que beneficia a unos y a otros de los también eufemísticamente denominados actores armados del conflicto.
Todo lo que está relacionado con la libertad de desplazarse (incluída la decisión voluntaria de no hacerlo), se pierde con el desplazamiento forzado y el forzamiento a vivir en un espacio reducido, en condición de menesterosos que deben dar prueba de agradecimiento a sus anfitriones mediante la sumisión, el silencio y la aceptación de la fatalidad de su destino.
3.2. Los excesos del agrupamiento como explicación al fracaso de las intervenciones grupales
(apoyo psicoterapéutico y proyectos productivos)
En tanto que novedosa, la Asamblea General de Mujeres Cabeza de Hogar, con la que iniciamos la atención psicosocial propiamente dicha, pareció no ofrecer diferencia alguna con el impacto en la asistencia a la misma actividad en las poblaciones de San Pedro y Sevilla. Asistencia y participación.
Es posible que lo novedoso ofreciera el atractivo suficiente y necesario para que la convocatoria fuera aceptada sin dificultades mayores con respecto a lo sucedido con las otras poblaciones. Es preciso señalar que, en Buga, comenzábamos propiamente nuestra atención psicosocial, lo cual coloca la novedad también en nuestro campo.
Sin embargo, ya desde entonces, se podía observar una cierta actitud de desorganización y de multiplicación de obstáculos para el acometimiento de la tarea.
Visto en perspectiva, nos hemos preguntado si acaso, las características propias de la tarea misma no estarán condicionando los términos de la respuesta a la convocatoria. ¿A qué tarea convocamos? A una tarea grupal.
La vida en el albergue no es otra cosa que lo grupal en exceso. Expliquémonos: habiéndose perdido la oportunidad de elegir encontrarse con otros y habiendo pasado lo cotidiano a obligar el encuentro permanente, en el día y en la noche, en el sueño y en la vigilia, en el trabajo (aseo, cocina, etc.) y en el descanso, todos los días de la semana, durante 20 meses que lleva la población en el albergue, es perfectamente explicable que la población deba realizar toda clase de maniobras defensivas tendientes a impedir un fusionamiento, una aglutinación, capaces de poner en acto todo el inventario de reacciones emocionales ligados con la fusión.
La agresividad, presente en el comportamiento de los niños durante las primeras labores de recreación, debe pensarse como expresión de la defensa contra las amenazas relacionadas con la aglutinación obligada en la existencia cotidiana del albergue.
El exceso de agrupamiento obligado, puede explicar el fracaso (o por lo menos la gran dificultad para llevarse a cabo) de propuestas que convocan a la realización de tareas grupales, tanto en los grupos productivos como en los grupos de apoyo psicoterapéutico.
Revelar aspectos de la intimidad de cada uno, tal vez sea posible a condición de que el otro que los escucha no sea testigo permanente de la vida diaria de quien los revela. Un afuera y un adentro, una exterioridad verdadera, una posibilidad de espacio para el refugio y el aislamiento, todas estas son cosas que se han perdido no con el desplazamiento forzado tanto como sí con el hecho de la obligatoriedad de pernoctar en el albergue.
En tal sentido, lo que opera como espacio que testimonia el refugio en el inmediato futuro del desplazamiento forzado, puede pasar a constituirse el mismo en gestor de dificultades que afectan la vida de convivencia entre los pobladores. Todos se aglutinan en torno a haber perdido lo que antes les permitía elegir el acercamiento y la separación: una extraña sensación de bienestar con el haber salvado la vida y haber obtenido refugio, mezcladas con el malestar procedente de la imposibilidad de una re-edición de la existencia cotidiana que cuenta con la posibilidad de elegir el encuentro y el desencuentro.
Veremos que el sostenimiento de esta situación a través de 20 meses, ha sido obra de una promesa que, de ser incumplida, podrá traer graves problemas tanto a la población desterrada como a la población anfitriona.
3.3. La fatalidad como condición del beneficio: la promesa de reubicación para campesin@s sin tierra.
Habiendo sido desterrados, esta población de campesin@s sin tierra, han sido informados de que serán reubicados mediante adjudicación por parte de los organismos gubernamentales, de un espacio para ocupar.
La promesa, inmediatamente, tiene que haber generado una re-significación del desplazamiento forzado que de lo siniestro y lo ominoso pasó a constituirse en la condición necesaria para alcanzar un ideal. Los efectos sobre la condición de ser desplazad@ no pueden entonces explicarse sino en virtud de esta re-significación.
De ahí lo que muchos observadores de la vida en el albergue y del comportamiento de la población han señalado: una cierta tendencia a identificarse con la condición de víctimas, una cierta instalación en una demanda permanente de beneficios, una incapacidad radical para llevar a cabo acciones autónomas tendientes a transformar su situación, un silencio de sus representantes en el Comité de Desplazados que no informa ni protesta con las condiciones de vida a que han sido sometidos durante su estancia en el albergue.
Hasta aquí las hipótesis. Ahora consideraré algunos elementos que se desprenden de las mismas.
Primero: cualquier actividad que pretenda realizarse, en lo que a la atención psicosocial se refiere, debe presupuestar que su ejecución será necesario realizarla por fuera del espacio físico del albergue. Esto, por supuesto, a excepción de las labores de saneamiento básico necesarias.
Segundo: hay que repensar, por nuestra parte, la estrategia de grupos (tanto productivos como de apoyo psicoterapéutico). En tal sentido, la última visita de las psicólogas a la escuela y al espacio del hogar comunitario, podrán revelar modos de aproximación a la población distintos a los que hemos empleado hasta el presente. Igualmente, pensar en poner el énfasis en atenciones individuales, buscando intervenir a sabiendas del peso de la aglutinación y de las fantasías de fusión existentes.
Tercero: no podemos enfocar nuestra intervención bajo el presupuesto de la realidad del cumplimiento de la promesa de reubicación. En tanto no exista información verosímil acerca de la inevitabilidad de tal cumplimiento, nuestra intervención no podrá ser usada para efectos de mantener en ascuas a una población que lleva ya un buen tiempo esperando que se cumpla con lo prometido.
1 Documento elaborado por: Eduardo Botero Toro Medico Psicoanalista. Asesor Proyecto de Atención Psicosocial. Secretaria de Salud del Valle. Cruz Roja Valle
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